Llegamos a la categoría más potente y más esperada dentro del bloque de interpretaciones: los papeles protagonistas. El pasado año, el galardón masculino recayó en un incansable Antonio de la Torre y el femenino en la poderosa Susi Sánchez, por La enfermedad del domingo. ¡El próximo sábado 25 de enero conoceremos a los ganadores!
Nominados a Mejor Actor Protagonista
Antonio Banderas, por Dolor y gloria (Pedro Almodóvar)
El actor malagueño no solo está nominado a un Goya, máximo galardón de nuestro cine, sino que, además, es candidato a hacerse con un Óscar y ya tiene en su haber el premio a Mejor actor en Cannes 2019. Algo ha hecho (muy) bien Banderas con su Salvador Mallo, el personaje que interpreta en Dolor y gloria, para que la mayoría de la crítica la considere una actuación magistral. Gracias a una interpretación sutil donde las palabras, al igual que sus tranquilos movimientos de persona enfermiza, son pausadas y susurradas, el actor transmite de manera notabilísima lo que es sentir dolores en la carne y en el alma.
La naturaleza de su personaje también se lleva parte del mérito: un autorretrato del cineasta manchego con multitud de matices a abordar que impiden al actor caer en la imitación pese a que todo el mundo sabe que ese Salvador es, en realidad, Pedro Almodóvar. Así, compartiendo con el espectador su figura de director, Almodóvar crea un retrato de sí mismo que Banderas consigue desempeñar con madurez y mucha serenidad. Cinco años después de recibir el Goya Honorífico, el actor de ¡Átame! podría obtener, “de manera convencional”, su segundo “cabezón”. Es su año.
Luis Tosar, por Quien a hierro mata (Paco Plaza)
Junto a otros nombres como el de Antonio de la Torre o Javier Gutiérrez, Luis Tosar parece el eterno nominado, pero la realidad es que hacía 4 ediciones que no optaba a un Goya. Este año, el actor de Los lunes al sol podría haberlo estado perfectamente por Intemperie, el wéstern de Benito Zambrano, pero es Quien a hierro mata el film que lo ha puesto de nuevo en el punto de mira. Su papel de Mario, un hombre ejemplar que trabaja en una residencia de ancianos, no consigue resultar tan sorprendente como las bruscas decisiones de guión (su venganza es amiga del spoiler rápido y la intuición), pero resulta muy convincente como hombre sereno que, sin embargo, lleva un terrible dolor por dentro. Un dolor que no comparte con nadie, ni con su mujer.
No hay duda de que Tosar es uno de los mejores actores de nuestro país: siempre certero (hasta en esa locura cinéfila que es Ventajas de viajar en tren), entregado y bastante camaleónico aunque su cara parezca demandar papeles de tipo duro. Quizás no sea esta la ocasión donde más merezca el galardón, es cierto, pero el gallego vuelve a ofrecer un papel para el recuerdo demostrando que es un portento de la actuación y la contención.
Karra Elejalde, por Mientras dure la guerra (Alejandro Amenábar)
Elejalde ha contado que se presentó a la prueba del personaje vestido como un anciano: “Si no me veo yo, no me va a ver nadie”. Todo suyo. El actor de A esmorga, se pone en la piel del escritor Miguel de Unamuno, el protagonista de Mientras dure la guerra, cuyo posicionamiento durante el alzamiento militar fue criticado desde todos los bandos y es objeto de estudio en este film sobre los primeros días del estallido de la Guerra Civil. Siendo tachado de equidistante, Unamuno vio cómo varios amigos cercanos fueron encarcelados y posteriormente fusilados sin que pudiera hacer nada al respecto pese a sus influencias (Franco se mostró inflexible ante sus demandas de ayudar a sus conocidos).
Karra Elejalde aporta su toque irónico al personaje sin dejar de lado la seriedad de una persona sobrepasada y agobiada por la presión de deber contentar a todos cuando se está mancillando y haciendo un mal uso de su “templo de la inteligencia”: la Universidad de Salamanca y de su persona. El actor de Vitoria, quien y tiene dos Goyas, podría alzarse con un tercer cabezón si no fuera porque todo parece indicar que este año la buena estrella es para Banderas, profeta en su tierra.
Antonio de la Torre, por La trinchera infinita (Jon Garaño, Jose Mari Goenaga, Aitor Arregi)
El actor malagueño suma con esta catorce nominaciones a los premios Goya, de las cuales ha materializado dos. Su primera nominación, por Azuloscurocasinegro (2006), le proporcionó el Goya a mejor actor secundario, mientras que el pasado año consiguió por fin el de Mejor actor protagonista por El Reino.
En La trinchera infinita, De la Torre vuelve a enfrentarse a un papel más difícil todavía, dando vida a Higinio, el protagonista de esta historia: un hombre que vive más de treinta años escondido en su casa, su trinchera. Un hombre de izquierdas que debe vivir oculto tras las paredes de su hogar casi todo el franquismo, agazapado, como un topo, de los ojos de aquellos que, aún ganando la guerra, nunca la dieron por terminada. De la Torre cumple con cruces con un papel que resulta por momentos desagradable, como cualquier persona que llevase tantas décadas siendo una sombra del hombre que fue, y que refleja muy bien en su interpretación el paso de unos años que nunca recuperará.
Nominadas a Mejor Actriz Protagonista
Penélope Cruz, por Dolor y gloria (Pedro Almodóvar)
La Academia ha decidido nominar nuevamente a la actriz de Loving Pablo en un papel, el de madre ficticia del protagonista, al que nos tiene relativamente acostumbrados: una mujer con carácter, trabajadora, sacrificada y atenta a los detalles (como el que intuye al imaginar por qué su pequeño ha sufrido un desmayo: por los encantos de César Vicente, el primer deseo sexual de Salvador Mallo). Penélope está correcta, es adecuada y el rol está hecho para ella, pero sostener que su pequeño papel en Dolor y gloria merece estar dentro de esta categoría es hilar muy fino.
Pensar que Pilar Castro, magnífica en su papel de Helga Pato en Ventajas de viajar en tren, ha podido quedarse fuera de las nominaciones por querer incluir en ellas a nuestra actriz más internacional, resulta algo injusto: no hace falta que nominemos a Cruz por todo lo que hace, su Óscar seguirá estando donde está. Dicho esto, está claro que nos acordemos del papel de la actriz a lo largo de los años, de los “pececillos jaboneros” y de la cara de incredulidad que adopta al comprobar que su marido (Raúl Arévalo) ha comprado una casa que, en realidad, es una cueva, pero consideramos que haberla nominado es ya suficiente reconocimiento esta vez.
Belén Cuesta, por La trinchera infinita (Jon Garaño, Jose Mari Goenaga, Aitor Arregi)
No nos dimos cuenta y en apenas tres años Belén Cuesta se convirtió en un rostro imprescindible de nuestro cine y televisión. Aquí se enfrenta a su tercera nominación, tras rozar con los dedos el Goya a Actriz revelación por Kiki, el amor se hace, y el de Actriz secundaria por La llamada, el papel que la convirtió en la estrella que es hoy y en una de las reinas de la comedia española actual.
En La trinchera infinita ofrece un nuevo registro, al que el público no está acostumbrado, y sale airosa, demostrando que puede, y debe, convertirse en una actriz de referencia también en el drama. En la película interpreta a Rosa, la mujer del personaje de Antonio de la Torre, el hombre oculto durante tres décadas tras las paredes de su casa. No es un papel fácil, como tampoco lo es el rol que tuvieron que hacer todas las mujeres de “los topos”, pues diariamente debían enfrentarse al mundo real, engañando y mintiendo a su entorno, a sus vecinos y a su propia familia para proteger a sus maridos. Belén consigue transmitir esta posición incómoda con la máxima sequedad y frialdad que le es posible, dejando en el camerino todos aquellos inconfundibles tics propios que le han dado una merecida fama y reconocimiento.
Marta Nieto, por Madre (Rodrigo Sorogoyen)
Ganadora en la sección Horizontes de Venecia a Mejor actriz, Marta Nieto es la tormentosa fuerza, junto al tratamiento psicológico del film, que empuja la última película de Sorogoyen, un largometraje muy notable que no ha conseguido levantar demasiada expectación. Su rol, el de una madre que ha perdido a su hijo y que se queda viviendo en el lugar donde este desapareció, es tremendamente profundo, y a esto debe añadirse el juego de significados y ambigüedades que crean Sorogoyen e Isabel Peña, los guionistas, para despistar al espectador; un juego al que Marta Nieto se entrega en cuerpo y alma al poner en duda qué es lo que siente hacia un joven que la obsesiona y que podría ser su hijo.
Su mirada, su casi inexistente sonrisa y, en general, la mecánica manera de vivir la vida ahora que no tiene a su hijo es digna de reverencia. Hay más madres en esta categoría, pero ella es la madre aunque sea la única que ya no ejerza como tal. Un personaje, además, con un trasfondo muy poético, de retahíla lastimera sobre el cual Lorca podría haber ideado algunas místicas composiciones.
Greta Fernández, por La hija de un ladrón (Belén Funes)
Es uno de los nombres que más ha sonado en los últimos meses desde que se hiciera con la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián: Greta Fernández. Más que la hija de un ladrón, una madre y hermana responsable dentro de la prematura adultez que le ha tocado vivir: la de una progenitora joven que combina trabajos precarios con pisos de acogida para personas con riesgo de exclusión social. El título de hija de, aunque sea de un ladrón o de Eduard Fernández, se queda corto ya, pues ella es una mujer e intérprete con mayúsculas.
La madre que crea la actriz de Elisa y Marcela es muy consciente y algo gris (cómo no con todo lo que acarrea sobre sus hombros), pero podría haber sido un desastre, una imprudente, una inmadura, lo que habría dado algo más de sustancia a su personaje. Y es que la naturalidad y languidez que muestra durante el metraje es un arma de doble filo si pensamos que Fernández, en la vida real, parece ser así también. La más joven de las nominadas interpreta un rol irreprochable pero algo plano que nos recuerda mucho a la Greta de ojos entrecerrados de los posados. No obstante, el Goya parece ser una lucha entre madres de película.
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