COMPOSITORAS DE CINE XVI: “Selma Mutal, la escucha y el riesgo”

En mi opinión una parte del genio creativo de la compositora franco-neerlandesa Selma Mutal reside en su predisposición a la escucha. Pienso que este posible rasgo de carácter suyo juega muy a su favor en un oficio (el de la composición cinematográfica) en el que el trabajo cooperativo es esencial para que el producto final sea realmente bueno.

Dicho esto, ¿a quién escucha Selma Mutal? En primer lugar, y muy especialmente, al director o directora de la película, que se encargará de trasladarle la idea o emoción que quiere resaltar. En segundo lugar a los personajes: lo que dicen, lo que sienten, lo que transmiten con su presencia escénica. Escuchar a los personajes implica obligatoriamente una lectura atenta y perspicaz del guion, que servirá para planificar dónde y de qué manera irá la música hasta convertirla en un ingrediente esencial de la película.

Sospecho también que la escucha de Selma es una escucha humilde. Forzosamente tiene que ser así ya que, como es sabido, la humildad implica disposición al diálogo y, en el caso particular del artista, a cambiar o incluso a eliminar parte de lo creado, algo bastante habitual en el proceso de elaboración de una banda sonora. Como admite la propia compositora este tipo de escucha le llevará a prescindir de su música en bastantes ocasiones, y a dejarse seducir por el silencio.

Antes de adentrarnos en la obra de Selma Mutal, parece necesario conocer algo acerca de su persona. Para ello utilizaremos sus propias palabras, entresacadas de una aparición suya en Private Kitchen, plataforma neerlandesa de Youtube cuya finalidad es dar a conocer a los compositores de Países Bajos. Hay que precisar que las frases citadas son un extracto de su intervención en dicha plataforma el año 2022. Antes de su aparición, en la cabecera del programa puede leerse el siguiente rótulo: Selma Mutal, Composer for Cinema & Dance. A background in being Dutch:

Hablando “técnicamente” mi madre era holandesa y mi padre, que nació en Estambul en una familia judía sefardí, se convirtió también en ciudadano holandés y luego trabajó para el gobierno de los Países Bajos… Tiempo después se fueron a América Latina y yo nací en Perú.

Mi conexión no ha sido demasiado estrecha con el holandés, puesto que mi lengua ‘natal’ es el español… Mi madre no me habló en holandés y mis padres hablaban inglés entre ellos.

Mi madre venía de una familia muy artística. Mi abuela era una muy buena pianista y creo que esa es una parte de mi herencia holandesa…Tenia también muchos tíos que eran artistas, así que tuve una conexión muy interesante y afectuosa con los Países Bajos cuando era una niña, a pesar de estar en Perú.

Me trasladé a París y, cuando decidí que quería estudiar música al cien por cien, decidí ir a Holanda… Llegué al conservatorio, tuve una reunión con el director, quien me sugirió estudiar con Niko Langenhuijsen gran musico de Jazz quien a su vez me recomendó de estudiar en paralelo con Misha Mengelberg gran improvisador con quien también tuve la suerte de tener clases de contrapunto durante muchos años.

Mischa me dio lecciones maravillosas. Entre el contrapunto y las sesiones de improvisación con distintas personas pensé, wow, esta es una visión abierta que me convenia perfectamente. Me dieron mucha libertad y considero ese libre enfoque como una de las características de la mentalidad holandesa.
Además, me abrieron las puertas sin mirar mucho mi pasado musical; no creo que hubiera vivido algo como esto en otro lugar, teniendo en cuenta mi nivel cuando entré en el Conservatorio.

Finalmente, también quisiera mencionar que ya de adulta tuve muchas reuniones familiares en Ámsterdam ya que mi padre se jubiló allá (vivió en Ámsterdam durante muchos años, al costado de la casa de Anna Frank).

Sin necesidad de conocerla, y solo a través de estas palabras es fácil imaginar a una persona con raíces multiculturales, capacidad de adaptación y una mentalidad posiblemente más desprejuiciada que la media. Tampoco es difícil suponer que Selma tiene que ser alguien que se maneja bastante bien en un mundo cosmopolita y cambiante. Alguien con una sólida base cultural y una plasticidad que le facilita el trabajo en equipo, le permite hacer suyas las ideas de los demás y, llegado el caso, no tiene mayores problemas para tomar sus propias decisiones.

A partir del conocimiento de sus trabajos para el cine deducimos cierta falta de temor ante situaciones de riesgo y una audaz disposición a explorar cualquier territorio, abandonando eso que suele definirse como “zona de confort”. Esta podría ser una de las razones por las que Selma Mutal se desenvuelve con profesionalidad y eficacia en cualquier género, sea thriller, comedia o drama. Nada se le resiste y les aseguro que su contribución siempre mejora el producto final.

Perú en el corazón

Selma forma parte de un reducido y selecto grupo de compositoras que han escrito la banda sonora de excelentes películas peruanas, entre las que citaremos a Karin Zielinski y Paula Sasaki, ambas prácticamente coetáneas y nacidas en Lima, como ella.

Las raíces peruanas y los contactos de Selma Mutal en su país natal han facilitado su relación con la industria cinematográfica de este país y también su cercanía a dos prestigiosos realizadores con los que ha colaborado preferentemente. Estamos hablando de Claudia Llosa y Javier Fuentes-León. Ambos le han puesto delante guiones con calidad, arriesgados, incluso polémicos y con los dos ha mantenido una excelente relación, cuyo resultado se sustancia en cinco hermosas películas.

Todo empezó en 2006, cuando debutó en el largometraje con la también neófita Claudia Llosa, directora y guionista de Madeinusa, película que reabrió heridas en Perú y obtuvo el premio de la crítica en el Festival de Cine de Rotterdam. Tres años después las dos jóvenes limeñas volvieron a coincidir en otro proyecto: La teta asustada.

Ese mismo año de 2009 la compositora inició una fructífera relación profesional con el realizador Javier Fuentes-León, quien le encargó la banda sonora de su primera película, titulada Contracorriente. El debutante consiguió excelentes críticas y la película fue seleccionada para representar a Perú en los premios Óscar 2010. En 2014 volvieron a encontrarse, esta vez en El elefante desaparecido. La partitura de este intenso thriller fue nominada a mejor banda sonora en los premios Macondo de la Academia Cinematográfica de Colombia. La última vez que, hasta el momento, han trabajado juntos Selma y Javier ha sido en la comedia satírica Las mejores familias (2020). De nuevo el resultado volvió a ser más que satisfactorio, pues la película resultó premiada en el Havana Film Festival de Nueva York y fue seleccionada para competir por el premio Ariel en México y por el Goya de la Academia de cine en España.

A propósito de la relación compositor-director, Mutal cuenta que, en ocasiones, las indicaciones previas del director o directora pueden no ser literales, sino alegóricas, algo que a ella le aporta un plus de inspiración a la hora de elaborar conceptualmente su partitura:

Claudia (Llosa) no me da referencias precisas acerca de la música, pero sí imágenes metafóricas. Recuerdo que para Madeinusa me dijo que quería gotitas, entonces comencé a escuchar un tap… y pensé que el arpa era el mejor instrumento para expresar eso.

A día de hoy (otoño de 2023) son ocho los largometrajes con banda sonora de Selma Mutal. Cinco de ellos (Madeinusa, La teta asustada, Contracorriente, El elefante desaparecido y Las mejores familias) coproducciones hispano-peruanas con alguna participación colombiana; una producción polaca: Ederly (Piotr Dumala, 2015) y otra hispano-francesa: Los europeos (Víctor García León, 2020).

Conviene destacar que Selma Mutal comenzó su carrera escribiendo música para ballet, teatro y televisión, aunque desde 2003 ha compuesto extensamente para el cine. En su website personal (https://www.selmamutal.com) pueden encontrarse referencias a otros trabajos suyos para la industria audiovisual: cortos, documentales, música para videojuegos, etc.

Ella no canta sola

Una anciana (Perpetua) canta en su lecho de muerte. Lo hace en quechua, narrando cómo fue violada: “No les dio pena que mi hija les viera desde adentro”. Su hija (Fausta) se comunica con ella también cantando: “Estás tirada como un pájaro muerto…”. Así comienza La teta asustada (C. Llosa, 2009). Fausta sobrevive como sin alma pues, según cree, su madre le transmitió el miedo a través de la leche. La joven, para evitar a los violadores, introducirá una patata en su vagina: “Solo el asco detiene a los asquerosos”, dirá.

La teta asustada es una hermosa y atroz película en la que el canto es, para la desdichada protagonista, expresión y liberación al tiempo. Sus improvisadas tonadas vertebran la narración, aportan emotividad y terminan abriendo una puerta luminosa. Y el milagro sucede justo cuando Fausta se da cuenta de que no está sola, de que no canta sola. La canción de la sirena es un nostálgico vals con aroma andino.

Dicen en mi pueblo que los músicos, 
hacen un contrato con una sirena…

Acerca de la banda sonora de esta película, Claudia Llosa ha dicho: “La música es fundamental para que la historia suceda”. Y también: “El canto quechua es como un grito de una cultura que se resiste a morir”. Es evidente que la directora está encantada con el trabajo de Selma Mutal por varias razones, muy especialmente por el exquisito cuidado de la compositora para no recargar musicalmente algo que ya existe en la imagen y porque, en palabras de la realizadora, “sabe cuándo agacharse y aceptar la presencia de la música popular”.

La canción de la sirena es un claro ejemplo de colaboración: el texto fue escrito por Claudia Llosa, la pieza de piano es de Selma Mutal, mientras que la protagonista (Magaly Solier) se encarga de reinterpretar a capella la línea melódica propuesta por la compositora. El resultado final complació plenamente a la directora, quien afirmó:

Me pareció muy importante que Selma compusiera esta canción, porque necesitaba una música fuerte que pudiera haber sido escrita por una compositora reconocida, que es el personaje de la película, y al mismo tiempo que trabaje en el propio cuerpo de esta joven herida por su dolor.

Una BSO que puede escucharse con los ojos cerrados

El elefante desaparecido (2014) es un thriller psicológico en el que puede adivinarse el mito clásico de Orfeo bajando al reino de los muertos para rescatar a su amada. En la película de J. Fuentes-León hay guiños evidentes a clásicos como Vértigo (Hitchcock) u Obsession (B. de Palma). Y también a temas literarios tan universales como la pugna/identificación del escritor con su personaje. Con estas referencias el director peruano arma una trama endiabladamente compleja.

Gran parte del suspense se sustenta en la música de Selma Mutal quien dosifica los medios para reforzar el simbolismo (toda la película está llena de alegorías) y crear una atmósfera que atrapa al espectador de principio a fin. La compositora franco-neerlandesa parte de un minimalista tema principal que adquiere diferentes ropajes según la escena; alterna timbres acústicos, más relacionados con lo que parece real, y electrónicos, para sugerir límites absolutamente borrosos.

La partitura de Mutal tiene tanto oficio como inspiración, impulsa la película más allá de sus límites y les aseguro que se escucha con deleite aún con los ojos cerrados. Esta opinión fue muy probablemente compartida por la Academia colombiana de cine que nominó a Selma Mutal para los Premios Macondo 2015 como mejor banda sonora.

En El elefante desaparecido Javier me dio directivas muy claras: si hay tensión en la escena le pones tensión; si hay suspense, le pones algo más oscuro; si hay afecto, pones algo más melódico. Esas fueron sus pautas en cuanto al color pero a nivel de construcción le propuse que esos colores fueran ‘dosificados’ de manera progresiva (de menos a más) y poco a poco, porque si no, iba a haber demasiado barullo desde el inicio. Y también porque la historia está llena de nudos y puede resultar difícil de entender para el público.

El tándem Fuentes-León/Mutal

De los ocho largometrajes de Selma Mutal, tres de ellos han sido colaboraciones con Javier Fuentes-León, lo que supone el 37,5% del total, porcentaje más que suficiente para considerar ambos, director y compositora, como tándem.

Como ya hemos dicho, el primero fue Contracorriente (2009), una historia con la homosexualidad como tema central y un tratamiento del relato que combina lo cotidiano con lo irreal en la más pura tradición literaria latinoamericana. Aunque la acción está localizada en un tranquilo pueblo costero peruano, el director no quería música tradicional, sino un tema “universal”, argumentándolo de la siguiente manera:

Mi película no es la historia de un pescador gay en Perú, podría haber sucedido en cualquier parte del mundo.

Además le consultó a Selma sobre la posibilidad de incluir sus propios temas (Fuentes-León toca la guitarra a nivel aficionado), algo que a ella no le molestó en absoluto porque le pareció que funcionaban muy bien con la película.

En todo lo demás también estuvieron de acuerdo. Ambos fueron muy exigentes en lo que respecta a los momentos en que la música debía estar presente y en los que no. También en que el piano jugara un papel importante, junto a la guitarra, aunque sin connotaciones locales. Con esta sintonía entre compositora y realizador era inevitable que sus caminos volvieran a encontrarse.

El último trabajo en el que han colaborado los dos ha sido, hasta el momento, Las mejores familias, una película que recuerda al mejor Almodóvar: mucho enredo, mucho laberinto de pasiones y las mujeres tomando el mando de principio a fin. La compositora explica así su participación:

La verdad es que fue una experiencia muy fluida con Javier y me encantó trabajar con él en esta comedia medio oscura. Además está el hecho de que le tengo mucha alergia a esa parte de la sociedad alta limeña así que fue doble el entusiasmo.

En cuanto a la música, me pidió que hubiera burla, ligereza y tensión. Pero subrayó que la parte ligera no tenía que sonar superficial. Recuerdo que para ese pedido específico pensé que podría crear melodías que contuvieran semitonos y de hecho muchas de ellas los tienen.

Pues sí, resulta que Selma Mutal parece tener el don de la escucha, sabe asumir riesgos como cualquier artista que se precie y navega por el turbulento mundo de la composición cinematográfica con profesionalidad. Tampoco le falta sentido del humor, como lo demuestra esta anécdota que ella misma me relató por WhatsApp, mientras me documentaba para escribir este capítulo:

Un día, el director de Ederly me dijo: “Hola Selma tienes suerte; ayer escuché tus maquetas y me pillaste en modo positivo, así que me gustaron”.

Entonces yo me quedé en modo interrogación, pensando en todas esas veces que pillas al director en modo negativo.

Lamberto del Álamo
Acerca de Lamberto del Álamo 20 Articles
Me llamo Lamberto del Álamo. Soy músico (clarinetista y saxofonista), musicólogo y profesor. Como profesor de música he intentado descubrir la magia de las bandas sonoras a mis alumnos, enseñándoles a disfrutarlas y a descubrir sus secretos. Me gusta divulgar la música cinematográfica ante auditorios muy heterogéneos y dedico mi tiempo libre a escribir sobre este tema. En solitario he publicado dos libros hasta el momento: “El psicópata que amaba a Beethoven y otros cien apuntes de música y cine” y “El cine y su música. Secretos y claves”. En la actualidad estoy preparando un tercero.

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