SITGES 2020. Primera crónica: mascarillas, zombis y moscas gigantes

Repasamos nuestro día a día en Sitges 2020, analizando las películas vistas durante el festival. Empezamos la primera crónica con Archenemy, Malnazidos, Península, La vampira de Barcelona y Mandíbulas.

Lo que tantas veces hemos visto proyectado sobre las pantallas de cine se ha hecho en 2020 realidad. Miedo al contagio, mascarillas, personal de desinfección, des-sociabilización…

Aunque la pandemia del Covid-19 no nos permite abrazarnos, encontrarnos un nuevo año en Sitges, pese a todo lo que nos ha caído en este impensado año, con cineastas, críticos, informadores y cronistas, cineclubistas, amigos todos, nos hace no perder la esperanza de que un tiempo mejor ha de venir. Y mientras eso ocurre, seguimos disfrutando de nuevo del terror en el festival de género más importante del mundo.

Empezamos madrugando, a las ocho del día ocho de octubre, recogida de acreditación, desayuno y primera proyección en el Cine Prado, con la expectativa de ver como se han adaptado las medidas higiénicas y de seguridad impuestas con la mejor de las intenciones.

Repasamos a continuación las primeras películas vistas en el Sitges 2020.

Archenemy‘ (Adam Egypt Mortimer, Estados Unidos)

El director de Daniel Isn’t Real regresa un año después de dejar el listón bien alto, pero naufraga. La película nos habla de Max Fist, un vagabundo alcohólico que asegura ser un héroe caído a la Tierra desde otra dimensión, siendo el protector de la ciudad de Chromium. Nadie le hace mucho caso, le escuchan, pero no le creen. Hasta que lo oye Hamster, un muchacho con vocación de narrador que anda buscando historias que difundir en redes sociales, la forma de expresar y de narrar de una nueva generación. Hamster vive con su hermana, índigo, traficante de drogas, que arriesga su pellejo para darle a su hermano una vida mejor.

El punto de vista es interesante. El superhéroe como deshecho social, solo escuchado por alguien muy cercano a la marginalidad. Es curiosa la reflexión que puede extraerse de este primer tramo de la película. El superhéroe está perfectamente integrado en nuestra cultura popular a través de los cómics, el cine y las series, pero ¿qué haríamos si nos encontramos a una persona que asegura ser uno, aunque no puede demostrarlo? Lo apartamos, lo ignoramos. Aquí el director podría darle una vuelta de tuerca al género, acercándolo al drama social. Si antiguamente la gente veía santos, por qué no pueden ahora ver superhéroes, personajes que conforman la mitología del tercer milenio.

Pero en lugar de quedarse aquí explorando nuevos y originales caminos, el director decide dar veracidad al testimonio de Max Fist, avanzado en dirección un clímax donde demostrar que es quien dice ser, enfrentándose a su archienemiga, caída también de su planeta, pero con más suerte en el ascensor social.

Las subtramas de Índigo, vinculadas a redes de tráfico de drogas, y que acaban convergiendo en el clímax junto a la epopeya terrenal de Max Fist, aportan una necesaria frescura a una película que, optando por este camino, no debería haberse tomado tan en serio a sí misma.

Eso sí, el film es digno, entretiene y tiene una duración adecuada, 90 minutos. Y plantea la necesidad de narrar, de contar historias, de encontrar héroes, de darles voz y darles luz. Pero este 2020 nos ha demostrado que no es necesario llevar capa para ser un héroe, con un bata es suficiente.

‘Malnazidos’ (Javier Ruiz Caldera y Alberto de Toro, España)

Continuamos la mañana con la película inaugural de Sitges 2020, Malnazidos. Antes de la proyección, el director del Festival, Ángel Sala, quiere dedicar unas palabras a la prensa, críticos y periodistas llegados desde todas las puntas de España para dar cobertura al festival. Agradeciendo su trabajo, imprescindible, porque si la cultura es segura debe haber alguien que lo cuente.

Antes de la proyección del largometraje se proyecta en estreno mundial el cortometraje Dar-dar, de Paul Urkijo, que presentó hace un par de años en el festival su película Errementari. Este corto, protagonizado por la ex gimnasta Almudena Cid, presenta una factura visual impecable y vuelve a explicar, tal y como hiciera con su anterior película, un cuento vinculado a la tradición oral vasca. Un trabajo de realización brillante sobre una idea sencilla, poner en imágenes una efectiva y terrorífica fábula.

Sobre Malnazidos, la primera película que estrenará Mediaset en 2021 si no vuelve a acobardarse, ya que desde el inicio de la pandemia ha retrasado todos sus estrenos, parte de una idea originalísima, basada en la novela de Manuel Martín Ferrerras.

En plena Guerra Civil, y cuando la contienda empieza a decantarse del lado de los nacionales, los miles de muertos abandonados en las trincheras, campos, bosques y carreteras empiezan a cobrar vida sin dejar de estar muertos. Un experimento que lleva la firma de los nazis y que permite, por unos días, que un grupo de nacionales y republicanos hagan un alto al fuego para luchar por un interés común, la supervivencia de la propia humanidad.

En tono de comedia, que nunca llega a explotar, Malnazidos es un entretenimiento eficaz y bastante blanco, en lo visual y en lo político. Los zombis ni asustan ni repugnan, pues parecen diseñados para el target habitual de la audiencia de Telecinco. Tampoco en lo político, pues impera el buenísimo, y las disputas entre los miembros de ambos bandos, por más que estén unidos por esa causa común, no pasan del chascarrillo. Igualmente, agradecer el hecho de que se muestre que el ser una persona, un humano, se imponga sobre la ideología de la misma, y que muchos lucharon en uno u otro bando no por convencimiento si no por casualidad.

Eso sí, no hay que olvidar que un bando, por mucho que algunas de sus acciones fueran crueles, defendían la legitimidad de una democracia, frente al otro, más cruel si cabe, cuyo objetivo era establecer una dictadura militar que barriese (y barrió) con todas las libertades y derechos sociales.

‘Península’ (Yeon Sang-ho, Corea del Sur)

Para completar el díptico zombi disfrutamos de Península, la esperada secuela de Tren a Busan y que obtuvo el sello Cannes 2020. Sorprendentemente, se trata de la única película asiática en la sección oficial del festival. Una extrañeza que solo se entiende o se puede justificar este año.

La película de Yeon Sang-ho es un gran entretenimiento. Aunque inferior a su anterior película, mantiene muy alto el pulso narrativo, siempre alto, siempre taquicárdico. Ambientada cuatro años después de lo sucedido en Tren a Busan, la pandemia se ha extendido por toda la península de Corea, a excepción del territorio ocupado por Corea del Norte, gracias, se entiende, a su aislamiento, hecho que ha frenado su expansión por el continente asiático.

Dos cuñados han sobrevivido juntos todos estos años, tras perder a su hermana/esposa y sobrino/hijo en un barco cuando huían de Corea y en el que se cuela un zombi y genera unas cuantas pérdidas. En Hong Kong viven como apestados, pues llegaron algún día de la península, y son tratados como tal, abriéndose camino en la vida en base de tropelías. Pero reciben el encargo de volver a su Corea natal para recuperar un camión cargado con millones de dólares. Cuatro años después están preparados para volver al lugar de donde huyeron sin mirar atrás…

La reconstrucción de la Corea pandémica, habitada igualmente por zombis como por vivos que viven asalvajados, la mayoría de ellos, recuerda a la apocalíptica gran manzana que nos presentó John Carpenter en 1997: Rescate en Nueva York. La delincuencia se ha establecido como la ley de la calle, en el que aquellos que son castigados por no someterse a la ley marcial que dictan los capos, son tratados como gladiadores. Eso sí, cambiando leones por muertos vivientes.

Con un ritmo trepidante, unas carreras de coches que recuerdan inevitablemente a Mad Max (aunque salvando las distancias) y con unos personajes llenos de carisma que acompañan al espectador a un clímax emocionante y emotivo, uno sale de la proyección con la sensación de que la película que acaba de ver será de lo mejor que este festival nos depare, aun estando todavía en su primer día.

‘La vampira de Barcelona’ (Lluís Danés, España)

En el segundo día de Sitges 2020 La vampira de Barcelona es la película elegida para empezar la jornada. La película de Lluís Danés recupera la leyenda de Enriqueta Martí, conocida como la vampira del Raval, una mujer que en 1912 fue acusada de proxenetismo y secuestrar y matar a niños. La película sorprende al centrar el protagonismo en un atormentado periodista que investiga la desaparición de Teresita Guitart que desembocó en la detención de Enriqueta.

El periodista, al que interpreta Roger Casamajor, sospecha que “la vampira” no es más que una cabeza de turco a la que imputar crímenes vinculados a las clases pudientes de la sociedad barcelonesa. Un año después de la Semana Trágica, las fuerzas vivas de la ciudad intentaron a toda costa desviar posibles acusaciones a poderosos burgueses involucrados en el tráfico de menores que hubiesen generado más revueltas. Lo más fácil, debieron pensar, es acusar a una delincuente (porque el secuestro de Teresita fue realmente perpetrado por Enriqueta Martí) con la connivencia de la prensa.

La película de Lluís Danés, pese a lo interesante del punto de vista, pues uno espera que la mirada del film se centrara más en Enriqueta Martí, peca de una excesiva teatralidad, tanto en las interpretaciones (escuela TV3) como en la escenografía, aunque sirva en determinados momentos como un buen homenaje al expresionismo, en el celebrado centenario de El gabinete del Doctor Caligari. La dirección artística se muestra en ocasiones ampulosa, que en algunas escenas se excede, y en otras se queda corta. Tampoco se entiende el uso del blanco y negro, y la elección de filmar en color (y dar luz y viveza) las escenas que ocurren dentro del prostíbulo. Un blanco y negro, digital, plano, de sobremesa. Contrasta este trabajo del fantástico director de fotografía Josep María Civit con el que presenta en Baby, de Juanma Bajo Ulloa, donde nos regala algunas de las más bellas imágenes vistas este año en Sitges.

Pese a lo acertado de la denuncia que centra el discurso de La vampira de Barcelona, donde el poder se conchaba para expiar sus culpas en una pobre mujer, tal vez hubiese sido interesante prescindir del circense epílogo, hecho para gustarse y recrearse de nuevo en la escenografía, para denunciar que es el mismo poder que, más de cien años después, en 2020, sigue mandando en Barcelona, aunque no la gobiernen ahora.

‘Mandíbulas’ (Quentin Dupieux, Francia)

Terminamos este primer repaso con una de las mejores películas de la edición de 2020 del festival y que sí o sí debe figurar en el palmarés.

La comedia de Quentin Dupieux roza la obra maestra. El director no defrauda, en unas de sus cintas más accesibles, algo que no convierte a su película en algo convencional. La película nos presenta a dos amigos no muy inteligentes que se embarcan en una misión aparentemente sencilla: recoger un maletín en un punto y entregarlo en otro punto. Pero para hacerlo necesitan un vehículo, que no tienen, y deciden robar un coche destartalado con un polizón dentro del maletero: una mosca del tamaño de un pastor alemán. Los amigos asumen la existencia del insecto con total naturalidad y ven en la mosca una oportunidad para ganarse la vida: la amaestrarán para que esté a su servicio.

Mandíbulas es una versión naif de Dos tontos muy tontos, siendo la francesa menos gamberra, menos escatológica, pero mucho más humana. Un canto a la amistad y una crítica a la superioridad moral de los que se cree muy listos. Finalmente, los que parecen más tontos, con su infinita ingenuidad, acaban triunfando en un mundo de malhechores, pijos y necios.

Mención especial merece Adèle Exarchopoulos, la eterna Adèle, que en un pequeño y trastornado papel se roba el corazón de los espectadores dotando a su personaje, una joven que sufre una discapacidad causada por un accidente de esquí, de una ternura a la que no nos tenía acostumbrados. Adele es una gran actriz, solo necesita más oportunidades para seguir demostrándolo.

Hasta aquí la primera crónica de lo que está siendo Sitges 2020. Continuará.

Pablo Sancho París
Acerca de Pablo Sancho París 393 Articles
Licenciado en Historia del Arte y Comunicación Audiovisual por la U.B., Master en Ficción de Cine y Televisión por la U.R.L. y Master en Film Business por ESCAC. He sido presidente de la Federació Catalana de Cineclubs entre 2015 y 2017, siendo actualmente responsable de proyectos de la entidad. Además, soy el programador de Cine Club Vilafranca, que gestiona la Sala Zazie y el Cine Kubrick de Vilafranca del Penedès. Además, he compaginado estas tareas con la de cronista cinematográfico, profesor de cine en talleres para niños y adolescentes, y la realización de audiovisuales y cortometrajes de ficción. Me podéis contactar en pablosanchoparis@industriasdelcine.com.

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