‘Archenemy’, el drama de ser un superhéroe

El director de ‘Daniel Isn’t Real’, Adam Egypt Mortimer, regresa a Sitges con ‘Archenemy’ un año después de dejar el listón bien alto, pero naufraga a medias.

La película nos habla de Max Fist, un vagabundo alcohólico que asegura ser un héroe caído a la Tierra desde otra dimensión, siendo el protector de la ciudad de Chromium. Nadie le hace mucho caso, le escuchan, pero no le creen. Hasta que lo oye Hamster, un muchacho con vocación de narrador que anda buscando historias que difundir en redes sociales, la forma de expresar y de narrar de una nueva generación. Hamster vive con su hermana, índigo, traficante de drogas, que arriesga su pellejo para darle a su hermano una vida mejor.

El punto de vista es interesante. El superhéroe como deshecho social, solo escuchado por alguien muy cercano a la marginalidad. Es curiosa la reflexión que puede extraerse de este primer tramo de la película. El superhéroe está perfectamente integrado en nuestra cultura popular a través de los cómics, el cine y las series, pero ¿qué haríamos si nos encontramos a una persona que asegura ser uno, aunque no puede demostrarlo? Lo apartamos, lo ignoramos. Aquí el director podría darle una vuelta de tuerca al género, acercándolo al drama social. Si antiguamente la gente veía santos, ¿por qué no pueden ahora ver superhéroes, personajes que conforman la mitología del tercer milenio?

Pero en lugar de quedarse aquí explorando nuevos y originales caminos, el director decide dar veracidad al testimonio de Max Fist, avanzado en dirección a un clímax donde demostrar que es quien dice ser, enfrentándose a su archienemiga, caída también de su planeta, pero con más suerte en el ascensor social terrícola.

Las subtramas de Indigo, vinculadas a redes de tráfico de drogas, y que acaban convergiendo en el clímax junto a la epopeya terrenal de Max Fist, aportan una necesaria frescura a una película que, optando por el camino finalmente elegido, no debería haberse tomado tan en serio a sí misma.

Eso sí, Archenemy es un film digno, que entretiene y tiene una duración adecuada, 90 minutos. Y plantea la necesidad de narrar, de contar historias, de encontrar héroes, de darles voz y darles luz. Pero este 2020 nos ha demostrado que no es necesario llevar capa para ser un héroe, con un bata es suficiente.

Pablo Sancho París
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Licenciado en Historia del Arte y Comunicación Audiovisual por la U.B., Master en Ficción de Cine y Televisión por la U.R.L. y Master en Film Business por ESCAC. He sido presidente de la Federació Catalana de Cineclubs entre 2015 y 2017, siendo actualmente responsable de proyectos de la entidad. Además, soy el programador de Cine Club Vilafranca, que gestiona la Sala Zazie y el Cine Kubrick de Vilafranca del Penedès. Además, he compaginado estas tareas con la de cronista cinematográfico, profesor de cine en talleres para niños y adolescentes, y la realización de audiovisuales y cortometrajes de ficción. Me podéis contactar en pablosanchoparis@industriasdelcine.com.

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