Desde hace ya cinco años el cineasta y guionista Borja Cobeaga preside DAMA, la única entidad española especializada en la gestión de los derechos de los autores audiovisuales. Entre sus líneas de acción, también se encuentra la promoción y defensa de la creación audiovisual gracias a programas asistenciales y de formación.
DAMA nació hace 20 años y actualmente reúne a directores y guionistas de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Canadá, México, Argentina, Japón, Corea y así hasta 36 países, convirtiendo a la entidad en un referente internacional. Este año celebra sus dos décadas con su primer concurso de cortometrajes, #DAMACortos, una iniciativa que surge, en gran parte, como apoyo al cortometraje.
Cobeaga se hecho un lugar dentro del cine español no solo por sus películas, entre las cuales destacan las premiadas Pagafantas y Negociador, sino por su vocación como cortometrajista, un formato que le ha reportado muchas alegrías como la nominación al Oscar por su obra Éramos pocos y la nominación al Goya por La primera vez.
DAMA Cortos nace de una celebración, el 20 aniversario de la entidad de gestión DAMA. ¿Esta iniciativa también quiere ser una reivindicación en defensa de los cortometrajes?
Sí, totalmente. Los asociados de DAMA mayoritariamente son guionistas y dentro de las actividades de la entidad tienen su propia ayuda en actividades de tutorización de guiones como DAMA AYUDA.
Barajamos varias opciones para celebrar el aniversario y finalmente quisimos hacer un concurso de cortos y que el premio fuera la realización del proyecto ganador, conscientes de las limitaciones, claro. Pero creemos que en cuanto a factura y presupuesto se puede hacer un corto digno y profesional, que estará producido por Malvalanda.
Malvalanda ha producido casi una veintena de cortometrajes con los que ha conseguido más de 300 premios en festivales. ¿Se buscaba una apuesta segura de cara a dar la mejor opción al ganador?
Sí, por supuesto. Dentro de DAMA tenemos socios que además de autores son productores y María del Puy Alvarado es una de las más destacadas. Valoramos que fuera ella quien se encargara de toda la producción ejecutiva del proyecto y estará presente en la convocatoria y selección del corto. Hace mucho tiempo que la conozco, sé que cómo trabaja y me parece una gran productora de cortos y de proyectos en general.
“La mayoría del repertorio internacional que se ve en cines, televisión, plataformas… lo gestiona DAMA”
DAMA nació hace 20 años con el objetivo de gestionar los derechos de los autores audiovisuales de forma autónoma y transparente. ¿Qué avances se han conseguido durante estas dos décadas de un sector tan cambiante como el del cine?
La historia de DAMA tiene un montón de giros de guion. En realidad, la entidad aparece cuando nace el sindicato de guionistas ALMA, donde también había muchos directores. En ese momento en España, la figura del guionista y director era casi indistinguible porque la mayoría de directores escribían y la mayoría de guionistas dirigían. Este grupo de profesionales no estaba de acuerdo con el trato que estaban recibiendo dentro de SGAE, que siempre ha estado muy ligada al mundo musical, y entonces vieron la oportunidad de crear una entidad paralela con otros valores. Al principio vivieron una época dura por las tensiones con SGAE, que no los reconocía, y tuvieron que ir a juicio. Pero en los cinco años que llevo como presidente no he vivido eso, he vivido la normalidad de funcionamiento de DAMA, donde los autores cobran de forma regular. DAMA gestiona los derechos de forma transparente, eficiente y cuantificada, y no de forma arbitraria como ocurría en SGAE.
Hemos crecido un montón en estos años y no solo gestionamos los derechos de autores españoles, sino también de extranjeros. Franceses, británicos y estadounidenses, entre otros, nos han pedido que llevemos su repertorio en detrimento de SGAE.
¿Cómo y cuándo se consigue dar el salto internacional?
Nosotros siempre hemos estado abiertos a todos los autores, tanto españoles como extranjeros. En los últimos años hemos notado un aumento de socios importante, un 55% en dos años, y actualmente ya tenemos unos 1.400. Además, la mayoría del repertorio internacional que se ve en cines, televisión, plataformas… lo gestiona DAMA.
Empezaron a venir más autores en general porque vieron que con nosotros les iba mejor. No dependemos de lo que diga la Audiencia Nacional ni tenemos casos de corrupción… Hablamos de uso efectivo y la SGAE va al peso. Nosotros tenemos trazabilidad y por eso podemos argumentar dónde y qué se han cobrado exactamente en cada sitio.
¿Cuáles son los retos que se plantea la entidad a corto y largo plazo?
Creo que todavía tenemos que comunicar a más autores españoles de que existimos y funcionamos de forma transparente y eficiente. Y, sobre todo, superar la vagancia de querer cambiarse de entidad. Además, hay algunos autores que llevan mucho con SGAE y piensan que es muy complicado desvincularse, pero no es así. Al final, solo tienen que rellenar un formulario para darse de alta en DAMA y nosotros nos encargamos de hacer el traspaso.
La convocatoria está abierta a la presentación de guiones de ficción, quedando descartadas las obras documentales o de animación. ¿Por qué motivo se ha cerrado la convocatoria a solo ficción?
Porque, de seguir adelante con próximas ediciones, queremos crear categorías diferentes, con lo cual incorporaríamos documentales y animación, pero no competirían entre sí. No son géneros comparables y creemos que es mejor abrir la convocatoria para más adelante, pero dependerá de cómo vaya esta primera edición.
“Vivimos un momento buenísimo en el que casi cada año nominan al Oscar algún corto español”
Poco a poco la rama del cortometraje ha ido cogiendo peso dentro del sector cinematográfico, aunque todavía se le considera el hermano menor. ¿Cómo percibes el momento actual por el que atraviesa el mundo cortometrajista?
El cortometraje en España vive un momento estupendo de cara a premios y repercusión, pero he notado que en los últimos años el paso del corto al largo se ha visto un poco fastidiado. De igual manera que las generaciones de Julio Medem, Álex de la Iglesia, Rodrigo Cortés o Mar Coll pasaron del corto al largo de manera muy natural, en la última década la vía de transmisión se ha visto torpedeada dificultando mucho el debut en el cine. Por ejemplo, a Esteban Crespo, que logró tener mucho éxito con sus cortos, le costó mucho levantar su primera película.
Así pues, por una parte vivimos un momento buenísimo en el que casi cada año nominan al Oscar algún corto español y, por otra, me preocupa la comunicación entre el mundo del corto y el largo.
¿Quizás ahora con tantos avances tecnológicos es más sencillo meterse en un proyecto de largometraje y vale más la pena arriesgarse con una película, que al final es lo que quiere hacer la mayoría de los directores?
Sí, creo que eso ha sucedido mucho. Lógicamente, el corto es un formato que permite aprender de los errores y eso lo valoro mucho.
Las nuevas tecnologías han permitido hacer un largometraje con muy poco presupuesto. Antes, los cortos que aspiraban a tener cierto recorrido se tenían que hacer en cine y eso suponía un gasto elevado. Por ejemplo, a Nacho Vigalondo no le apetecía mucho montar el follón de hacer un corto en cine y, finalmente, lo hizo, fue nominado al Oscar y eso contribuyó al lanzamiento de su carrera. No hay que restar mérito ni importancia al corto como plataforma de aprendizaje.
El hecho de ser antes reconocido como director de cortometrajes que como director de largometrajes, ¿te ha llevado a plantear más iniciativas para los directores que están empezando y aún no han dado el salto al largo?
Siempre he defendido que el corto es el trampolín para el largo, aunque cada vez menos, por lo que creo que hay que apoyar al cortometraje. Además, nunca he dejado de hacer cortos porque tengo una creencia total en el formato, sobre todo para canteranos del sector.
“Ahora debutar es mucho más complejo aunque haya una mayor producción audiovisual”
¿Y crees que este es un buen momento de canteranos? ¿Ves cada vez más talento y preparación entre los debutantes?
Creo que sí porque se está produciendo mucho audiovisual en España y se mueven muchos proyectos, pero a la vez creo que es difícil dar nuevas oportunidades aunque hayas demostrado ser eficiente. La constancia es lo más complicado. Pero no creo que sea algo de ahora, sino que ya ocurre desde hace tiempo.
Este verano se cumplen diez años del estreno de tu ópera prima, Pagafantas. En diez años has pasado de rodar en celuloide a estrenar en Netflix tu última película. ¿Tanto ha cambiado la industria como parece?
Sí, muchísimo. Antes hacías un corto y luego, si tenías un proyecto más o menos sensato, podías hacer la película. Ahora debutar es mucho más complejo aunque haya una mayor producción audiovisual. Ya no es suficiente hacer méritos, sino que entran en juego otras cuestiones.
¿Qué papel jugarán las plataformas online en los próximos años en la industria española?
No lo sé, pero dudo que sea una burbuja como han apuntado algunos. Si están instalando estudios aquí, no lo hacen para uno o dos años, sino para quedarse.
España tiene una circunstancia muy especial y es que somos los baratos de Europa. Puedes tener profesionales técnicos de gran nivel, pero con salarios mucho más bajos que en Francia o Gran Bretaña. Hemos jugado mucho con esa ventaja, pero será hasta que salga alguien más barato.
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