La última obra de David Lowery, ‘The Green Knight’, ofrece un relato totalmente diferente dentro de su género que resulta de lo más fascinante y destaca por su extraordinario despliegue visual.
Por Miquel Felipe.
Resoplaba airoso el público del Festival de Sitges durante la proyección de The Green Knight el pasado 16 de octubre en la sala Tramuntana del hotel Melià. Y no es para menos, pues la nueva película de David Lowery tras la estupenda A Ghost Story (2017) es, en definitiva, la anti-película de fantasía medieval: un film denso, poético, cerebral, reflexivo, de difícil lectura y desprovisto de toda narración épica que, aún con todo, posee momentos de auténtico cine fantástico y una gran capacidad para fascinar al espectador más culto.
Vendida al público como un film de género con sello autoral, contando con el respaldo casi unánime de la crítica norteamericana y con un reparto formado por varias caras conocidas, The Green Knight nos presenta a Sir Gawain (Dev Patel), un joven sin hazañas heroicas en su haber quien, tras amputar en un duelo la cabeza de un ser llamado el Caballero Verde, deberá emprender un viaje al término de un año hacia su capilla con tal de que éste le devuelva el golpe. Sin embargo, a pesar de que tanto la premisa como los primeros minutos del metraje resultan bastante convencionales, no tarda uno demasiado en darse cuenta de que, en esta ocasión, Lowery ha optado por tomar el camino más difícil y probablemente aquel que nadie esperaba, pues lo que en realidad propone The Green Knight es dinamitar por completo el género en el que se enmarca y echar por tierra los arquetipos propios del mismo, para terminar relatando la historia de alguien que, a pesar de perseguir el honor, ni es un auténtico caballero ni probablemente nunca lo sea, y quedando así demostrado que los aspirantes a alcanzar la gloria no siempre terminan demostrando su valía, sino que a veces deben concentrarse en sobrevivir. Y es por ese motivo que resulta posible afirmar que el film de Lowery se queda más cerca de Excalibur (John Boorman, 1981) – de la que bebe principalmente a nivel visual pero también en cierto modo a nivel narrativo – o incluso de Honor de cavalleria (Albert Serra, 2006), que de El Señor de los Anillos (The Lord of the Rings, Peter Jackson, 2001-2003).
Por lo tanto, no cabe ninguna duda de que The Green Knight es una película que resulta hipnótica debido en gran parte a la abrumadora potencia de sus imágenes – mención aparte merece aquí la formidable dirección de fotografía a cargo de Andrew Droz Palermo –, y excelente en cuanto a aquello que pretende relatar, y resulta especialmente curioso que deba recurrir a una deconstrucción total del género con tal de hacerlo.
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