No hace tantos años, Patricia López Arnaiz era una gran desconocida.
Licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas, trabajaba en las mañanas en un colegio como monitora de comedor, y lo simultaneaba en tareas de producción en una sala de conciertos. Pero la interpretación fue entrando en su vida y en 2017 llegó su primera gran oportunidad: interpretar a Rosaura, la hermana de la agente Amaia Salazar en El guardián invisible. Pidió una excedencia de sus trabajos y poco tiempo después de reincorporarse, llegaron La peste, La otra mirada, El árbol de la sangre y Mientras dura la guerra, donde interpretaba a una de las hijas de Miguel de Unamuno, entre otros títulos.
Una carrera meteórica, tal vez inesperada, que hoy puede culminarse. Con Ane, del debutante David Pérez Sañudo, recibe su primera nominación al Goya y podría convertirse en la primera actriz vasca en conseguir el premio más importante del cine español. De momento un premio Forqué y un Feroz confirman que la suya es una de las mejores interpretaciones del año.
¿Cómo estás estado viviendo estos días previos a los Goya, con premios como el Feroz y el Forqué y el descubrimiento de la película por parte del público gracias a tantos reconocimientos?
Lo estoy viviendo con mucha alegría. He tenido mucha suerte y está siendo muy bonito todo. Sentir el reconocimiento del trabajo y todo el cariño que estoy recibiendo de mi gente querida, de gente de la profesión que están ahí mandándome mensajes de apoyo, es muy bonito y es un momento muy amoroso.
Por otro lado, también está siendo extenuante, porque se me ha juntado con un rodaje que ya ha terminado, pero ha sido muy exigente a muchos niveles, y tenía aún otro proyecto por acabar. Estoy trabajando un montón y con una agenda que es como una gincana y voy como superando pruebas cada día y el objetivo es llegar al día siguiente.
Está siendo un momento muy intenso de energía y cansancio pero lo haces con gusto, no sé si alguna vez en mi vida me voy a encontrar en momento igual a nivel profesional. Y también sorprendida porque al final tu haces tú trabajo lo mejor que puedes, y puedes acabar más contenta o menos contenta, con la sensación de que he hecho buen trabajo, pero no deja de sorprenderme como los demás lo están recibiendo. Es raro porque una misma no sabe verse desde ahí. Puedes estar contenta con tu trabajo, pero tampoco sabes muy bien cómo les llega a los demás.
Una pregunta frívola, ¿te has comprado una estantería nueva para los premios?
Pues esta semana me dieron dos de los trofeos, algunos no los tengo todavía porque algunos van a esperar para hacer algún tipo de evento un poquito más adelante. El de Días de cine lo cogió David, el director, y todavía no me lo ha dado.
Todavía tengo que proyectarlo, donde van a estar. Pero me gusta mucho darles a mis padres, porque a ellos les encanta y todo esto lo viven con una alegría tan grande. Por ejemplo, el Ondas de hace un par de años lo tienen ellos, les encanta. ¡Se lo llevaron para hacer una foto y se lo quedaron!
Hace solo tres o cuatro años que te dedicas al cine y a la interpretación profesionalmente. ¿Cómo es el contraste con la vida de antes?
Yo estoy muy contenta de cómo me están pasando las cosas. Lo que he vivido hasta ahora ha estado muy bien, cada cosa tiene su momento y está guay como está siendo ahora. Sí que es verdad que en estos tres o cuatros años mi vida ha dado un giro de 180 grados. De tener una vida bastante tranquila, te cambia tu propia rutina, cambia tu profesión. Es tan distinto todo, te podría decir miles cosas no solo de la profesión, si no la entrega, lo que te supone el tiempo fuera de casa, los picos de emoción, el estrés, todo el tema comunicativo de que se te reconozca, de estar ahí con el foco puesto, en los medios, entrevistas. Podría estar una hora entera o más contándote todo lo que mi vida ha cambiado. Ha cambiado muchísimo.
Veo que una de tus primeras películas fue ‘La herida’ pero no llego a recordar tu personaje.
Es que es una secuencia. Cuando Marian Álvarez tiene que ir a la boda de su padre va a pedirle a una amiga a ver si la acompaña. Yo era la amiga, que estaba en un hotel. Fue un día de rodaje, pero Fernando Franco, el director, lo cuidó muchísimo, porque cuidó todo lo que aparecía en la peli. Un personaje de un único día de rodaje poca gente lo cuida así, tuve ensayo y todo. Como trataron la escena me sorprendió mucho, porque cuando vas para una jornada a veces es como que no se le da mucho valor y él le dio mucho valor a mi trabajo. Manolo Solo, por ejemplo, que sale en la película, se acercó a felicitarme por la escena y fue muy sorprendente.
Te descubrí en ‘El árbol de la sangre’ y ‘La Peste’ me confirmó que habías llegado para quedarte mucho tiempo. ¿Qué se te pasa por la cabeza cuando Julio Medem y Alberto Rodríguez te llaman para protagonizar sus proyectos?
Fíjate que no lo he vivido con miedo en ningún momento. He podido tener los nervios lógicos que son los mismos que puedo tener ahora cuando empiezo un proyecto. Pero sobre todo lo viví con muchísima alegría. Primero fue La peste. Recuerdo perfectamente cuando me llamaron para darme el personaje de Teresa. Hacía medio año que había hecho las pruebas y yo ya pensaba que el personaje era para persona. Me acuerdo perfectamente lo que estaba haciendo en ese instante, en el que me llaman y me dicen “Teresa es para ti”. A Alberto Rodríguez lo admiro muchísimo así que sentí alegría total y celebración.
He tenido muchísima suerte en ese aspecto. Y con Medem igual. Me acuerdo que la primera reunión con él fue como una cosa así muy urgente. De un día para otro me dijeron “tienes que ir a Madrid para comer con Medem, que quiere hablar contigo de tal personaje a ver si te interesa el proyecto“.
Julio Medem fue para mí, además, en la veintena, que es un momento tan apasionado, como un mito. Películas como La ardilla roja están dentro de mí, con esa poesía que a me movía tantísimo. Y de repente estas ahí con él.
¿Y el trabajo con Jone Laspiur? ¿De qué manera os comunicáis para trabajar esa incomunicación entre los personajes?
Realmente tuvimos bastantes ensayos, es uno de los aciertos de David. Él lo dice mucho y creo que nos fue bien el haberle dado un tiempo de ensayos generosos. ¿Sabes lo que pasa? La peli está muy bien escrita, la incomunicación está en las escenas, en las secuencias, en la narrativa. Entonces entre nosotras realmente lo que trabajamos fue el vínculo. Y de hecho si le hubieses preguntado a David por esto, te hubiese respondido lo mismo que te voy a decir ahora, porque hace poco hablamos de este tema.
Uno de los ensayos fue una improvisación que nos propuso David. Una improvisación sin texto. Cuando ya habíamos trabajado otras escenas para crear vinculo, hicimos este ejercicio, la una frente a la otra sin poder hablar, mudas. Lo que pasó ahí fue súper bonito. Él dice que lo recuerda como uno de los momentos más bonitos de todo el proceso de la película, yo creo que es porque realmente los dos personajes están tan bien planteados tan bien planteados y tan bien escritos que solo tenemos que mirarnos y cada una contactar con su mundo, con lo que le pasaba a la persona que tenía delante. Hubo muy buen encuentro desde el primer día entre las dos y se formó la relación entre ahí. Jone tiene una presencia muy potente, tiene algo como misterioso ya en sí misma. Por carácter es algo que a mí me provoca al verla, hay algo como de secreto en las miradas, con lo que esconde, con lo que no se dice. Yo creo que hubo muy buena química entre las dos.
De ganar el Goya serías la primera actriz vasca en hacerlo, además con un papel en euskera. ¿Qué significa para ti?
Es algo que no he considerado hasta que me lo dijeron hace poco. Yo no tengo mucho conocimiento de la historia de los Goya, y no había pensado en ese hecho. Yo lo recibo como si fuese algo significativo, pero actores y actrices vascas ha habido toda la vida buenísimos. Mira a Elena Irueta recibiendo los premios que está recibiendo este año. Es una actriz que a mí me ha encantado siempre y cuando la veo incluso en personajes pequeñísimos llena de vida la pantalla. Los premios al final son subjetivos y hay un montón de factores que intervienen en quién es premiado. Y actores y actrices vascas merecedores de premios siempre ha habido.
¿Qué está pasando en el País Vasco para que nos estemos acostumbrando a que un hecho casi exótico, que era ver una película en vasco nominada a los Goya, se convierta en costumbre, compitiendo por los principales premios?
Creo que a los Moriarty les debemos mucho, a Aitor Arregi, Jon Garaño y José Mari Goenaga. Han hecho una apuesta muy fuerte por el euskera. Han abierto una autopista de muchos carriles, con una calidad que ha hecho evidente la producción que puede venir de aquí y eso a ha abierto un camino para los demás. No sé si antes lo estaba, pero que a ellos les debemos yo lo creo. Son unos grandes y han hecho un cine en euskera de una categoría brutal.
También estamos en un momento en el que se están contando historias locales, lo mismo en gallego, en catalán o en andaluz. Y creo que es el momento de historias muy locales. Se ve que a la gente le gusta ver toda la diversidad que hay.
Uno de tus próximos proyectos a estrenar es ‘La cima’, que acabaste de rodar hace unas semanas. He leído que tu personaje se inspira en Edurne Pasabán, que me parece una persona extraordinariamente interesante.
El objetivo de la película no es contar su vida. Es una historia de dos alpinistas, un hombre y una mujer y a la hora de dibujar el personaje de ella se han inspirado en Edurne. Es una mujer que hay hecho los 14 ochomiles y que tiene una mochila importante, una mujer que ha hecho algo increíble, una bestialidad, y que luego tiene otras vulnerabilidades.
Arranca la película en el que ella está en momento bastante delicado y en un momento de in pass en su vida, con un conflicto interno, pero la película tampoco quiere entrar mucho en hablar qué le pasa a esta mujer. Simplemente es el material con el que tu trabajas para contar la historia, aunque la historia es otra.
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