Industrias del Cine identifica a la desconocida directora de ‘Mallorca’ como cupletista, esposa y colaboradora habitual de Ramón Úbeda
En apenas un día Google atesoró el pasado lunes todas las menciones a María Forteza que esta desconocida directora no tuvo en un siglo de historia. La Filmoteca Española había descubierto que suya era, en realidad, la primera película sonora de nuestro país dirigida por una mujer: el cortometraje documental Mallorca. Su nombre, sin embargo, seguía siendo un misterio. Ningún historiador del cine tenía pista alguna sobre esta pionera. Hasta hoy, que Industrias del Cine ha conseguido identificarla: una cupletista mallorquina de origen ‘xueta’, esposa y colaboradora habitual del productor Ramón Úbeda.
“María Forteza era mi tía, la mujer del tío Ramón”, relata Teresa, sobrina de Úbeda, desde su casa de Barcelona. La familia de este productor y operador de cámara había vivido ajena al revuelo causado por el descubrimiento de la Filmoteca Española. En pleno confinamiento, los trabajadores habían revisado una de las películas digitalizadas justo antes de la declaración del estado de alarma. En dicho visionado comprobaron que los datos con los que se había registrado la película eran erróneos: ni era muda ni la había dirigido Francisco Aguiló Torrandell (El secreto de La Pedriza). Se trataba, en realidad, de un cortometraje de poco más de siete minutos y medio con paisajes de Mallorca que, como aseguraban sus propios créditos, había dirigido una tal María Forteza.
Investigadores, historiadores y especialistas se pusieron a rastrear entonces cualquier pista del metraje que pudiera dar más información. “Las imágenes que muestra de Palma, la vestimenta de la gente, nos hizo datar el film a principios de los años 30. Desde la Filmoteca, estudiando la tecnología sonora [“registro sonoro. Úbeda Sistema Español”, rezan los créditos] afinaron y la situaron entre 1933 y 1934”, explica el director del Arxiu del So i la Imatge del Consell de Mallorca, Xisco Bonnín, colaborador en la investigación. Eso adelantaba en dos años el título de primera directora de una película sonora en España que hasta entonces ostentaba Rosario Pi por El gato montés.
Pero los rastreos no sacaron a la luz ninguna pista de quién podía ser aquella María Forteza. “No encontramos a ninguna mujer con ese nombre vinculada a la escena artística de Mallorca en la época. Ni siquiera en el teatro o en la literatura. Y sabemos que en cine no hizo ningún proyecto más. El hecho de que firmara el documental también fue sorprendente, porque no era habitual entonces que figurara un director en los cortometrajes”, añade Bonnín. El hecho de que Mallorca nunca llegara a salas no sólo añadía más misterio al caso sino que eliminaba cualquier rastro en la prensa. “Estos cortometrajes se hacían con una intención comercial, su objetivo era estrenarse en cines, pero lo cierto es que éste se guardó en un cajón”, continúa el responsable del archivo. ¿Existía María Forteza? ¿Era quizá un pseudónimo?
La cupletista y el cámara: una historia de cine
María Forteza era, en realidad, Maria Mercè Forteza, mallorquina de origen xueta. “Cupletista y artista de variedades. Cuando conoció a Ramón enseguida conectaron porque tenían muchas afinidades en común. Se podría decir que él era el ingeniero técnico del negocio familiar”, explica un sobrino nieto del productor. Porque ya en 1927, como recogía el investigador mallorquín Cristòfol Miquel Sbert, la acompañaba como operador en el registro de sus actuaciones. “En realidad las cupletistas cantaban unos veinte minutos, pero sus espectáculos podían durar tres horas. Para completar comenzaron a proyectar documentales sobre ellas mismas”, detalla Sbert.
Maria Mercè, según un artículo de la revista Santanyí de 1958, “se distinguía por la elegancia y riqueza de su vestuario”. “Cantaba Fumando espero echando bocanadas de humo que chupaba de un cigarrillo egipcio, con pasmo del respetable”, describía el periodista. En aquellos años “sin radios y pocos fonógrafos” hizo popular La Java. Y también era colaboradora y ayudante incansable de Úbeda en sus aventuras cinematográficas.
Fueron sus años de amor y cine. Sbert sitúa a Úbeda como parte de un tribunal de operadores de cámara en Palma en 1925 en El cinema a les Balears des de 1896. Uno año después, sería operador de El secreto de la Pedriza como recoge Maria Magdalena Rubí en La construcció de la imatge turística de Mallorca a través del cinema (1920-1936). Seguirían otros títulos como La bala siniestra, El tiro de gracia, Celler cooperatiu de Felanitx, Islas Baleares: el General Marqués de Pinedo llega al Puerto de Pollensa o un documental sobre las fiestas de Palma filmado en 1929 e impulsado ya desde su productora: Film D’Arte.
Y en 1933 llegaría Mallorca. Siete minutos y cuarenta segundos de paisajes de la Isla. El convento de Santa Clara de Palma, el claustro de Sant Francesc, la exposición en La Lonja, la espalda del tranvía recorriendo el Borne, Sa Foradada… “Mallorca, cuya belleza fue tantas veces cantada por los poetas, también hizo sentir el influjo de su mágica luz en el ánimo del genio de la música”. Genio que no era otro que Isaac Albéniz -que tuvo una estrecha relación con la Isla-, a quien iba dedicado el documental “como un fervoroso y sencillo homenaje”.
“La imagen que se está vendiendo de ella como cineasta pionera no nos cuadra”, reconoce la familia.
“En las imágenes se nota mucho el oficio, hay una fotografía muy cuidada, también la iluminación. Eso no era algo muy frecuente, porque no todos los cortometrajes de la época los realizaba gente profesional, pero en este caso se nota la mano de un especialista. Sin duda Úbeda fue también el operador aquí”, asegura Bonnín. Aunque apareció en los créditos como productor, además del director musical Rafael Parellada y de la directora, la ya identificada, María Forteza.
“Lo más probable es que ella fuera su colaboradora y que trabajara como coordinadora en este proyecto”, matiza Bonnín. “La imagen que se está vendiendo de ella como cineasta pionera no nos cuadra”, reconoce la familia.
De Barcelona a las Américas
“María y Ramón se casaron en Sant Gervasi y estuvieron viviendo unos años en la zona, en la década de los 30, haciendo doblaje de películas”, relata su familia. Era la época en la que sus recién fundados Estudios Fono Palma -bautizados en claro homenaje a su mujer- aparecían en las Páginas Amarillas de la época -año 1935 y 1936- con sede en el mismo Paseo de Sant Gervasi. También del inicio de sus registros de patentes para la impresión de películas sonoras.
La Guerra Civil trastocó aún más sus planes empresariales, pero no los fílmicos. Así, en octubre de 1936 Úbeda aparece en los registros del POUM en el frente de Huesca, en el destacamento de Tierz, dentro del “grupo cinematográfico”. “Muchos de sus proyectos eran desestimados por los inversores, que no confiaban en que fueran comerciales. Quizá era demasiado vanguardista”, añade el sobrino nieto de Úbeda.
En los años 40 la familia se traslada a Lisboa. Allí, según la investigación de la Filmoteca, aparece como sonidista de diálogos en la película portuguesa José do Telhado de Armando de Miranda en 1945. Pero el tiempo pasa y no hay más registros de Ramón Úbeda, que en los 50 decide emigrar solo a Sudamérica.
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