‘Quién te cantará’, la consolidación de un cineasta y su muñeca rusa

En ocasión de la temporada de premios del cine español, revisamos Quién te cantará, una de las grandes sorpresas de las nominaciones de los finalistas a la 33 edición de los Premios Goya el pasado 12 de diciembre. Pues en contra de lo esperado, finalmente el nuevo filme de Carlos Vermut (después de la célebre Magical Girl, que le valió la Concha de Oro a mejor película y mejor director en el Festival de San Sebastián 2014 y el goya a mejor actriz para Bárbara Lennie) no logró las nominaciones a Mejor Película ni a Mejor Dirección, sí para las fantásticas Najwa Nimri, Eva Llorach y Natalia de Molina (mejor actriz protagonista, mejor actriz revelación y mejor actriz de reparto respectivamente) así como las de Mejor sonido, Mejor dirección de fotografía, Mejor maquillaje y peluquería y mejor diseño de vestuario; pues en total optarán a 7 estatuillas en la gala que se celebrará el próximo enero en Sevilla. 

Con este nuevo filme, el joven cineasta madrileño (Madrid, 1980), sigue siendo fiel a su singular universo; a esa belleza, misterio y oscuridad, a esa manera de concebir el cine y la condición humana que nos hace amar sus películas. De hecho, en él también encontraremos algún guiño a su primera película Diamond Flash (probablemente la menos conocida, pero en el que ya apuntaba lo que luego vendría). Un filme que no le hace sombra su anterior, y cuya composición- y esto es de lo que me interesa hablar aquí- hacen de él una bella y única película. 

Pues con Quién te cantará asistimos a la consolidación de uno de los cineastas más brillantes y singulares de nuestro tiempo. En su día, leí que ésta es probablemente la película más accesible de su filmografía. Si bien el tipo de filme (en parte una película musical, con excelente música de Alberto Iglesias, la voz de Amaral y la mítica canción de Mocedades que da nombre al filme) y su argumento (el regreso a los escenarios de una cantante amnésica, con la ayuda de su fan, quién le enseñará a volver a ser la cantante de éxito que era) pueden resultar más atractivos de cara al gran público, no termino de estar de acuerdo con tal afirmación.

Como comentaba, podemos ver Quién te cantará como una prolongación del universo Vermut: en él vuelven algunos de los temas, recursos y guiños de sus anteriores filmes (pues creo que en el arte siempre hay un reflejo de las obsesiones e inquietudes personales de su artista), sin embargo, en éste, los distintos elementos que lo construyen logran aquí una composición más compleja que las anteriores. Una pieza compuesta de muchas otras piezas, algunas diminutas y que tal vez en ocasiones, nos pueden pasar desapercibas o no les demos la importancia que merecen, pero que, sin duda la tienen, y mucho. Pues si algo hemos aprendido a lo largo de la filmografía de Vermut es que en su cine todo tiene un porqué, nada es fortuito; que son todas esas piezas, todos esos detalles y recursos, los que veladamente, van conformando una obra de gran profundidad y belleza; que es ese cuidado de la estética, de la imagen y del detalle lo que convierte algunas de sus secuencias en perfectas obras de arte. Pues como ya lograba admirablemente Hitchcock en Vértigo, en algunas de las imágenes de Quién te cantará el espectador puede tener la ilusión de estar ante un mismo cuadro, aquí, de Edward Hopper.

Con todo, en Quién te cantará, asistimos también a la consolidación de lo que podemos denominar “el cineasta del detalle”. Pues como en la vida, aún sin ser conscientes de ello, son todos esos detalles los que van conformando una historia, y que al girar la vista atrás, observamos como una única pieza. Y es ese cuidado por cada uno de los elementos que conforman el todo, lo que nos da esa sensación de totalidad y misterio al salir de la sala, de que siempre hay algo que se nos escapa detrás de lo que vemos.

Ahora bien, ¿Qué hace de Quién te cantará una bella y única película?

En primer lugar, la forma de contar y abordar la(s) reflexión (es) que subyacen en el filme. En Quién te cantará el espectador verá, sobre todo, una lúcida e interesante reflexión sobre la identidad, sobre quiénes somos, sobre lo que Bergman denominó en el célebre monólogo de Persona “el sueño imposible de ser” de la diva. Sin embargo, como suele ocurrir en las buenas películas, las reflexiones quedan abiertas, siempre hay un margen de libertad para el espectador. En Quién te cantará yo vi sobre todo esa reflexión sobre la identidad, sobre lo que hay de más amagado en nosotros, sobre las máscaras que todos llevamos. Pero también una historia sobre la fama, los sacrificios de la misma, sobre los sueños y desilusiones de la vida, las relaciones materno-filiales, sobre el peso de la muerte en la vida. Sin embargo, probablemente otro espectador habrá visto otra historia distinta, o le habrá llevado a otras reflexiones, y es precisamente este estímulo a la imaginación, al pensamiento del espectador una de las cosas más fascinantes del arte. No caer en el moralismo fácil, en el dogmatismo o en maniqueísmos falsos creo que ya es de entrada un punto a favor. Las películas no están para decirnos como tenemos que ser o actuar sino para contarnos lo mejor posible una historia, y entonces sí, a través de ella hacernos reflexionar sobre los interrogantes que ésta plantea.

Eva Llorach (nominada como mejor actriz revelación) interpreta a Violeta

 ¿Y cómo consigue todo esto Carlos Vermut en Quién te cantará?

Probablemente aquí Vermut apuesta por el camino más difícil: querer contarnos algo a través de una composición que se asemeja a una muñeca rusa, donde como comentaba, dentro de cada pieza se esconde otra, donde las secuencias dialogan entre sí, cada escena es un interrogante y una respuesta a otra, y al mismo tiempo un guiño a otras películas y cineastas. Respecto a este último punto, trataré de no profundizar, pues además de que me llevaría un artículo aparte, entiendo que las referencias pueden ser distintas en función de la mirada. En Quién te cantará yo veo guiños a Persona, a Vértigo, a Blade Runner, a Nosferatu, a los personajes y atmósferas de Antonioni, e incluso a Los muertos, pero comprendo que para otro espectador serán otras. Y es este aspecto, lo que hace de Quién te cantará una reafirmación de sí misma. Pues también nuestras ficciones, como nosotros, son el producto único de aquello en lo que nos inspiramos, la variación de lo que quisimos imitar y lo que no.

Sin embargo, a pesar del riesgo de la apuesta, Vermut logra salirse con admirable éxito. Vayamos por partes.

“Somos seres que imitan y modifican eso que imitan. En ese margen esta la esencia de lo somos”; digamos que esta reflexión del propio Vermut para una entrevista en la revista de la Academia de cine, el deseo de hacer una película de fantasmas y las implicaciones y sacrificios de la fama (algo que vivió el mismo director con el éxito de Magical Girl) son los puntos de partida e hilos conductores del filme.

Pues lo cierto es que a pesar de construir una película más amable de lo que podría ser una película de terror, Quién te cantará no queda tan lejos de ese deseo inicial. En realidad, el filme es una película de fantasmas, pues habla de un proceso de vampirización y de cómo el pasado sigue influyendo en el presente, la muerte en la vida; de dos mujeres que se acaban fusionando en un una, que en realidad son la doble cara de una misma mujer (incluso sus nombres están ligados- Violeta y Lila- ambos nombres de flor). Y es esa perfecta dualidad, ese juego de espejos, lo que nos permite ver las dos caras de una misma historia: lo que podrían haber sido y no han sido.

Natalia de Molina (nominada a mejor actriz secundaria) interpreta a la hija de Violeta

En Quién te cantará descubrimos una dualidad entre todos los personajes y elementos, y es esa perfecta conexión, junto con los distintos recursos cinematográficos de los que se sirve el filme y una estructura en tres partes, lo que nos permite adentrarnos en las profundidades de sus personajes, en sus relaciones de poder, en sus sueños y frustraciones, en sus deseos y miedos.

De nuevo, observamos un cineasta que sabe hacer uso de la metáfora y el simbolismo, del juego entre lo animado y lo inanimado, entre ficción y realidad. Pues ese recurso a lo simbólico forma parte de su forma de entender el cine y a su público, de querer sugerir más allá de mostrar o decir. Símbolos como la papiroflexia, los cisnes, el mar, las uñas, las hormigas, los tacones, los huevos fritos, los ojos, la apelación a la mitología clásica, la metáfora de un Karaoke, o los discos de la madre de Lila escondidos detrás de la imagen de la cantante de éxito, nos permiten ir más allá de lo que vemos, de las mismas palabras o imágenes.

Detengámonos en tres de los principales símbolos del filme: el mar, la papiroflexia y el Karaoke.

El mar es un símbolo que aparece constantemente en la película, la abre y la cierra, y también marca los tiempos, las olas son como una música lejana que acompaña la película. El mar habla de ese contraste entre luz y oscuridad, verdad y falsedad, realidad y ficción. Pero sobre todo veo en él una preciosa metáfora sobre la identidad y los límites humanos. Pues en palabras del mismo Vermut “el mar es tan claro como misterioso”, siempre nos queda una sensación de que “debajo de la superficie hay algo que no sabemos que es”. De algún modo, ocurre lo mismo con nuestra identidad. Para bien y para mal, todos llevamos una máscara, siempre hay algo en nosotros que permanece amagado. Y como ya nos decía Sófocles en Edipo Rey, siempre habrá algo que se escapará al conocimiento humano. Y es el modo de plantear esta reflexión sobre la identidad que recorre el filme una de las cosas más bellas y sugestivas del mismo: ¿Qué somos cuando absorbemos lo que admiramos, a los seres que amamos e idolatramos?

Al mismo tiempo, también hay algo de renovador y mitológico en el mar, del mito del renacer del cisne y del mito de Andrómeda que se sacrifica frente al mar. Símbolos que nos llevan a la reflexión sobre los sacrificios de la fama, el mito de la diva, y de nuevo, a la construcción de la identidad a través de esa renovación. El mito del renacer del cisne se enlaza al mismo tiempo con otro de los símbolos que recorren el filme: la papiroflexia, y que remite claramente a Blade Runner. Símbolos que nos cuestionan si podemos reconstruirnos a través de nuestros recuerdos, ¿qué queda de nosotros si los perdemos?, si podremos volver a ser quiénes éramos.

Por último, el Karaoke, uno de los espacios en los que discurre el filme. El Karaoke es en realidad una metáfora de lo que es la vida. Pues allí también imitamos a otros, creemos escapar de nosotros mismos.

‘Quién te cantará’ es la tercera película de Carlos Vermut.

En segundo lugar, la otra cuestión por la que creo que Quien te cantará es una película única, es por el juego de géneros que Vermut logra encajar en la película. Quién te cantará no es un melodrama clásico, tampoco una película de terror clásico ni un thriller psicológico, sino una creación muy personal a caballo entre todos ellos, con toques de humor y de filme romántico, pues la misma también es una bella y oscura historia de amor.

Resulta admirable la elegancia con la que Vermut resuelve el cambio de tono entre algunas secuencias, de la risa que logra sacar al espectador en algunas escenas, a la seriedad, la oscuridad, el misterio e incluso al terror que logra en otras. Recuerdo con especial estima, la escena de la playa en la que ese juego de espejos y fantasmas alcanza su máxima tensión. Una escena profundamente bella y terrorífica, y que su vez, remite a otra de las secuencias más inquietantes del filme.

En definitiva, lograr todo esto a través de lo que el cine tiene de más estimable: el uso inteligente de las demás artes, del lenguaje cinematográfico, es lo hace de Quién te cantará una gran película.

Pues las buenas películas (entre otras cosas), o al menos, las que tienen algo que decir, son aquellas que se quedan con nosotros mucho tiempo después de haber abandonado la sala de cine; que nos llevan a reflexionar sobre lo que uno ha visto en la pantalla, y con ello, a múltiples reflexiones conexas. La belleza de la imagen, la música y los interrogantes que plantea Quién te cantará sin duda lo consiguen. Una película que, a pesar de no haber logrado las merecidas nominaciones a Mejor Película y Mejor Dirección para los Premios Goya 2019 estoy segura que habrá logrado el que probablemente es uno de los mayores éxitos del arte: el de ser duradero.

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