La pasada edición del BRAM! tuvo como invitada especial en su inauguración a Sara Calderón, la pintora madrileña que ha formado parte del equipo que ha hecho realidad Loving Vincent, la película nominada a un Oscar y a un Globo de Oro que recrea los últimos días de Van Gogh y los misterios que rodearon su muerte. Además, se trata de la primera película de animación pintada íntegramente al óleo por 125 artistas llegados de todo el mundo. Hablamos con ella de cómo llegó a la película y de la experiencia de, por primera vez, participar en una película.
Eres una de las 125 artistas que han pintando alguna de las 65.000 pinturas que componen Loving Vincent. ¿Cómo llegaste al proyecto?
Salió un artículo en un periódico gratuito que reparten por las mañanas en las grandes ciudades. Mi padre cogió ese periódico y venía un artículo que hablaba de la película, que se estaba haciendo en Polonia, y que, viendo lo trabajoso que era, empezaban a buscar artistas de todo el mundo, porque en un principio empezaron a trabajar con pintores polacos únicamente. Pero, viendo todo el trabajo que llevaba, empezaron a buscar más artistas, de todo el mundo. En su web había un link donde se podía mandar un dossier y probé suerte. Me pareció muy interesante. Soy licenciada en Bellas Artes y lo que más me gusta es pintar. Así que preparé mi dossier, con las obras que tengo, y lo mandé pensando en que ahí quedaría todo. Pasaron cuatro meses hasta que me llegó el primer e-mail. Estaba dando clases de fotografía en un colegio con niños y me dijeron que viniera al estudio en Gdansk para hacer una prueba y si les gustaba ya me podía quedar. Así que me fui con mis dos maletas.
¿Tuviste que pasar algún tipo de casting?
Era una prueba de tres días. Ellos te ponían delante del equipo (ordenador, tabla y pinturas) y me indicaban lo que tenía que hacer, aunque con pocas pautas. Y durante tres días estuve haciendo esto. Sé que al principio, con los compañeros que empezaron a trabajar antes, fue una prueba igual de tres días pero la formación que les daban fue un poquito más larga que la que nos daban a nosotros, pero porque el tiempo apremiaba.
¿Y qué pensaste cuando viste de qué tipo de proyecto se trataba?
Te vas dando cuenta muy poco a poco en realidad. Después del tercer día, me dicen que he pasado la prueba y que me quedaba con ellos. Dos semanas de formación, todo gente joven… era como una especie de Erasmus, y lo que se respiraba en el estudio, como éramos todos pintores y estábamos haciendo lo que nos gusta y disfrutando, es que tampoco teníamos la sensación de estar trabajando. Era como una mini facultad. Es verdad que cuando pasaba el tiempo, las semanas, los meses, los directores venían más, había más reuniones, nos pedían unas escenas concretas porque tenían que presentarlas en festivales o mercados. Entonces ahí es cuando te ibas dando cuenta de lo que era. Y venía la BBC o el New York Times. Venía gente importante a interesarse en todo aquello que estábamos haciendo. Éramos conscientes de que estábamos haciendo un largometraje pero al estar ahí dentro vivimos como en una burbuja.
¿Cuánto tiempo estuviste?
Estuve seis meses.
¿Y cómo se coordinaba el trabajo?
Ellos lo tenían distribuido en escenas, pero no en las escenas reales de la película, si no por ejemplo en frases. Estaba muy medido. En la etapa de formación observaban a quién se le daba mejor o quién era más ágil en las escenas de diálogo, o en el paisaje, por ejemplo. Y también la rapidez de ejecución de cada pintor.
En función de eso nos repartían las escenas, como secuencias pequeñitas. Yo por ejemplo tuve cuatro secuencias pero todas ellas pertenecen a la misma escena. Me hace gracia porque cuando mis padres la estuvieron viendo, seguían sin entender que dentro de esa escena grande tengo cuatro miniescenas pequeñas, cortadas.
Te distribuían esa pequeña escena, con los segundos que tuviese y, de acuerdo a eso, ellos tenían estipulados unos tiempos de trabajo, es decir, si la escena tiene un nivel de dificultad X, tienes que terminar el trabajo en X tiempo. Era todo orientativo porque luego cada uno lo hacía al ritmo que podía.
¿En qué año te fuiste?
Me fui en mayo de 2016 a Polonia, donde estaba en el estudio más grande y la mayor parte del equipo de postproducción y donde normalmente estaban los directores, junto a unos ochenta pintores, a la vez, trabajando.
Estaba este estudio, después otro más pequeño en otra ciudad polaca, donde había entre quince y veinte pintores, y luego otro estudio en Atenas, donde había unos veinte pintores.
¿Cuántos cuadros pintaste de la película?
Trescientos setenta y cuatro.
¿Antes de entrar a formar parte del equipo de la película habías probado de imitar el estilo de Van Gogh?
Como te he dicho envié la poca obra que tenía porque, desgraciadamente, después de terminar la carrera me había dedicado poco a producir obra, así que envíe lo que había hecho en la facultad. Yo creo que cogieron pintores de todo tipo, porque vi obras de otros compañeros y cada uno tenía un estilo totalmente diferente. Yo he trabajado mucho realismo pero también mucho collage. Un poco lo que me llamaba en cada momento. No buscaban a imitadores, si no ver en la obra de alguien algo que les llamará la atención. Yo por ejemplo trabajo con mucho color. Entonces a lo mejor vieron en mis cuadros algun color o alguna pincelada que les interesaba. Y lo que siempre dejaron claro es que buscaban pintores y no gente que supiese hacer animación.
¿Te costó mucho adecuar tu estilo al de Van Gogh?
En los primero días me resultó complicado el hecho de tener que buscar exactamente los colores que él usó, hacer las pruebas de color, ponerlos en el lienzo, hacerle una fotografía, ampliar al máximo la prueba y ponerla al lado del original y comprobar si el color es exacto. Pero después el pintar no me resultó difícil ni de entender ni de hacer, porque es un estilo que me gusta. Disfruté. Es un estilo que tal vez para otro artista le pueda resultar más complicado o aburrido. En la prueba estaba otro español que la pasó pero no se quedó porque vió que eso no era para él.
¿Fue difícil desprenderte de tu estilo y evitar plasmar tu propia pincelada cuando la de Van Gogh es tan representativa?
Sí, sobre todo porque las pinceladas de él son muy concretas, en longitud y en anchura. Además tienes la parte anterior, que ha hecho otro pintor, y la posterior que hará otro, así que todo es muy milimetrado, siendo fiel a Van Gogh y al trabajo que han hecho tus otros compañeros. Yo disfruté porque es una pintura con carga, con color, pero sí es verdad que tienes que tener cuidado, y no pintar como te apetece si no respetando el trabajo colectivo.
Antes de pintarse, la película se filmó.
Sí, ellos filmaron la película con un croma verde y en otras partes con un croma Van Gogh, pero todo muy digital. Entonces sobre el lienzo se proyectaban esas escenas. Nosotros trabajamos con un proyector encima de nuestras cabezas y sobre esa escena proyectada íbamos dando el color.
¿Se había filmado mucho antes?
Sí, cuando yo llego estaba todo filmado y mucho estaba pintado ya. Ellos empezaron con la idea hará unos siete años, sé que empezaron a pintar hace unos cinco años y cuando yo entré ya llevaban unos tres años pintando.
¿Habías tenido anteriormente algún tipo de relación con el cine de animación?
Ninguna.
¿Y para animar esos cuadros cómo se hizo?
Tu tenías tu escena. Si hay 24 fotogramas por segundo, nosotros pintábamos 12 cuadros y hacíamos dos fotos para conseguir los 24. Empezabas la escena con un cuadro, y lo pintabas a la perfección porque la primera escena tiene que ser la más perfecta de todas para cuadrar con la anterior que haya hecho otro compañero. Una vez terminas ese primer cuadro, haces dos fotos y tienes que borrar las partes de la escena que se mueven, y a continuación pintas el siguiente fotograma. En realidad todo el rato repintabamos la escena en ese mismo lienzo.
¿Osea que hay 65.000 pinturas pero hay 65.000 lienzos?
Reales no sé si cuentan los lienzos o las pinturas, pero lienzos hay menos porque se repintaba sobre el lienzo. Por ejemplo una escena de diez segundos lo pintaba siempre sobre el mismo. El trabajo consistía en pintar lo que se movía en esa escena. Si la parte de la esquina del fondo no se movía, tú no la borras, pero puedes mover la pintura, por ejemplo si es una nube.
Entonces tú hacías la foto y la recibían en montaje.
Sí, teníamos la cámara de fotos encima, junto al proyector. Así que cuando terminabas el cuadro te agachabas para no modificar la luz, porque cada habitáculo tenía la misma iluminación para que fuese coherente. Hacías las dos fotos, comprobabas que habían salido bien y te ponías con el siguiente cuadro. Así con todos, y cuando tenías la secuencia hecha lo mandabas a los compañeros de edición y ellos la montaban.
He leído que los directores de Loving Vincent están preparando una nueva película pintada al óleo, esta vez sobre Francisco de Goya. ¿Te veremos trabajando en ella?
No sabemos nada. Sé que los directores lo dijeron porque me enteré viendo los Globos de oro, porque lo explicaron en la alfombra roja, cuando los entrevistaron. En la distribuidora de la película, Karma films, se enteraron de que los directores estuvieron en el Prado viendo las pinturas negras, pero no sé nada más. Supongo que hasta que no termine toda la promoción de Loving Vincent y se tomen un descanso no se pondrán a trabajar en ello. Pero espero, ojalá, que nos llamen. Yo repetiría.
¿Qué se ha hecho de las pinturas que sirvieron para animar la película? ¿Te has podido quedar con alguna?
Todo pertenece a la productora. Incluso preguntamos si nos podíamos llevar las pinturas que hicimos en el test, pero tampoco pudimos. Hay pinturas que forman parte de una exposición sobre la película que ahora está en Holanda, donde han recreado el esquema de trabajo que utilizamos, y una compañera pinta en directo pinturas como lo hacíamos en el estudio para que la gente lo vea. Hay más exposiciones que se han ido haciendo en diferentes localidades de Polonia y hay otros muchos cuadros que se han vendido o están en venta. Y sé que todavía hay muchos más guardados.
Me gustaría que nos hablases también de ti como artista, ¿qué supone para tu carrera participar en la película? ¿En qué estás trabajando y en qué estilo te gusta trabajar?
Terminé un máster y junto con siete amigas creamos un colectivo, llamado La rueda invertida, trabajamos con la educación y el arte en el ámbito social y cultural, y de vez en cuando hacemos proyectos y nos presentamos a eventos en Madrid. Es complicado porque unas vivimos en Madrid, otras en Ibiza, en La Rioja… nos vemos poco e intentamos trabajar mucho a distancia, pero es complicado. Pero es algo que siempre tienes ahí y que te obliga a seguir haciendo cosas en el ámbito que te gusta. Y ahora mismo he decidido hacer un parón en el trabajo que estaba realizando por la promoción de la película y he decidido hacer algo de lo mio. La idea es hacer obra propia, centrarme y pensar qué quiero hacer, para qué lo quiero hacer. Tomarme este tiempo que desde que salí de la facultad no me he tomado porque me obsesioné con trabajar, vivir y conseguir un sueldo, y no he hecho nada que a mi me llene de verdad y dedicar mi tiempo a conseguirlo.
El hecho de participar en Loving Vincent te habrá dado una visibilidad como artista que antes no tenías, y que más gente se interese por tu obra.
Sí, y es por eso que me he decidido a pintar por mi cuenta, porque mejor oportunidad de la que estoy teniendo ahora no la voy a tener nunca, para moverme, conocer a gente… hay que moverse porque nunca sabes donde te puede surgir un proyecto. Próximamente a lo mejor voy a Colombia para presentar la película porque los directores no pueden ir y han dicho que mejor que vaya alguien que hable español.
¿Con los directores teníais mucha relación o había mucha distancia entre vosotros y ellos?
Eran muy cercanos. Al principio estaban menos, porque estaban más dedicados a trabajar en la financiación y en la producción de la película, para que la gente fuese conociendo la película, pero en los últimos meses sí estaban a tope. Eran muy cercanos. Y salíamos a tomar algo con ellos por la ciudad, Gdansk. También hicimos una exposición los pintores que trabajabamos en la película con nuestra propia obra y ellos vinieron a la inauguración.
Y de vez en cuando en mitad de una escena que estabas haciendo te llamaban e ibas al despacho a revisar con ellos la escena. Eran muy cercanos en todo, la verdad.
¿Te imaginabas que la película llegaría a los Oscar?
Pues la verdad es que sí que me lo imaginaba, porque fui a trabajar con un director que tenía un Oscar ya, por el corto de animación Pedro y el lobo, de 2006. Y además en el estudio teníamos el Oscar y lo veíamos cada día. A medida que vas viendo cómo avanza el proceso y los medios se interesan cada vez más por la película, el equipo siempre pensamos que llegaríamos a los Oscar. Lástima que estaba Coco, que además es Disney y Pixar… nosotros fuimos la cuota europea, pero estar nominados fue el premio.
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