De realizar muchos cortometrajes, videoclips y publicidad al paso del largometraje. Albert Pintó, uno de mis primeros profesores en ESCAC, cuenta hoy con dos películas firmadas como director.
El primer tema sobre la mesa. Saliste de ESCAC especializado como director y en 2020 firmas tu segundo largometraje, Malasaña 32. ¿Cómo ha sido esa causa y efecto para llegar hasta ahí?
Salí de ESCAC en 2007. Soy de la décima promoción y cerré mi aprendizaje en la escuela con Lucille, mi cortometraje de final de carrera. Lo rodé en 35mm y le tengo mucho cariño, pero no funcionó muy bien en festivales, más o menos fue a 15 y ganó entre 3 y 5 premios. Entonces, mientras estaba distribuyendo el corto, rodando algunas cosas de publicidad, videoclips y colaborando en Arròs Covat S01, apareció en la ESCAC el “Base New Talent”; una iniciativa que consistía en hacer pitchings de proyectos delante de la industria española. Allí me seleccionaron gracias a un teaser/trailer que hice de un largometraje titulado Mental, una película de ciencia ficción un poco loca. El pitch gustó mucho y así conocí a Luis de Val, productor de Media Films. Él quería hacer la película pero resultó ser muy cara, y mucho más para un novel (porqué ni de broma te van a confiar mucho dinero para tu opera prima), así que me puso a trabajar en otra peli, una comedia adolescente escrita por Joaquín Oristrell y Albert Espinosa, que pintaba muy bien. Para aquél entonces entramos en el 2008 y… ¿qué pasó en ese año? La crisis. Se redujo la cuota que las cadenas invertían en el cine y eso desmontó la ecuación económica para rodar la peli, así que el proyecto cayó. Recuerdo que a consecuencia de eso entré en una laguna en mi vida bastante grande. De estar haciendo publicidad y a punto de levantar un largometraje con 24 años, de golpe y porrazo me quedé en terreno de nadie. Pasó ese momento dulce y todo quedó en nada. Tuve que seguir haciendo algo de publicidad pero entendí que tocaba empezar de cero y volver al cortometraje para volver a llegar al largo.
Para vivir, me puse a trabajar en una productora que hacían vídeos de todo: corporativos, teletiendas, cosas para internet…etc. Estuve allí cinco años y eso me permitió no alejarme del todo del sector (como digo yo ¡haciendo músculo!). Compaginé eso con la escritura de mis cortos como por ejemplo Aún hay tiempo, que funcionó bastante bien y un poco después rodamos Nada S.A. co-dirigido con Caye Casas. Inesperadamente, ese corto funcionó con un tiro y eso nos permitió viajar a muchos festivales y conocer a mucha gente del gremio. Algo altamente recomendable. A través de este éxito, Norbert Llaràs, de Alhena Producciones, se animó a producirnos un largometraje que habíamos escrito con Caye, pensado para rodar con muy muy poco dinero (de hecho estábamos dispuestos a rodarlo con nuestros ahorros). Y así nació Matar a Dios. Vimos que levantar un proyecto de largometraje, si eres novel, era muy difícil así que nos centramos en idear algo factible. Las plataformas aún no tenían tanto peso, prácticamente todo lo que se rodaba iba directo a cines y ser nuevo y hacer algo de mucho presupuesto era inviable. Ahora parece que hay mucha variedad. Tu película puede ir directa a Netflix, HBO, Amazon, Movistar y un largo etcétera.
Quería hacer una película, para aquél entonces había rodado ya unos 60 cortos de los cuales 6 o 7 habían gozado de más presupuesto, por lo que para mí era una necesidad vital saltar al largo. Matar a Dios era una película muy pequeña, de una sola localización, con cinco personajes y fácil de rodar en pocos días. ¡18 días tuvimos! Por suerte funcionó muy bien en Sitges y ganamos el premio del público y muchos otros festivales en todo el mundo. Todo eso convergió con otro corto, R.I.P., que lo rodamos justo un mes antes de Matar a Dios porque nos dieron la primera subvención de nuestra vida. Fue muy estresante hasta llegar al nivel de pensar “¿de verdad ahora tenemos que rodar este corto?”. Pero como he comentado, nos habían dado el dinero y no ibas a decir que no. ¡Llevaba toda mi vida pagándome los cortos! Entonces tanto el corto como la película fueron conjuntamente por festivales de género y funcionaron muy bien juntos.
Todo esta movida la compaginé con clases que imparto en la ESCAC desde 2013 así que Sergi Casamitjana y Aintza Serra, director y directora curricular de la escuela, que ya me conocen muy bien y que saben como trabajo, me recomiendan para rodar Malasaña 32. En plena época del boom de las plataformas, los directores empiezan a estar muy solicitados para rodar largos y series para dichas plataformas, de ahí que Sergi y Aintza me propongan hacer Malasaña 32 producida por Ramón Campos de Bambú. La película ha funcionado muy bien y hemos recaudado en salas casi cuatro millones. ¡No puedo estar más contento!
El resumen sería que rodar muchos cortos me llevaron a las películas, mantener siempre un músculo rodando a todas horas y dando clases para estimular el cerebro, me ayudaron a llegar hasta hoy. Noté mucha diferencia de cómo rodaba antes de dar clases a después; ser profesor te obliga a ordenar las cosas en tu cabeza para poder explicarlas y eso repercute en que entiendas mejor los porqués de todo tu cine.
Veo que tu carrera es bastante guionizable de personaje que quiere algo pero siempre sale una cosa que le impide conseguir eso que desea.
Tal cual. Siempre me he sentido así. Malasaña 32 fue bien pero ahora con la pandemia ha caído el próximo largometraje en el que estaba trabajando. Lo iba a rodar este año y de pronto el vacío otra vez. De nuevo vuelvo a estar buscando qué hacer y dónde meterme. Creo que esta vida siempre será así. Nunca hay una seguridad garantizada.
Tirando un poco hacia atrás… En ese vacío, tan común, en el que comienza la crisis, se te cae el proyecto de la comedia romántica que ibas a rodar…
Sí, el típico vacío del cineasta, del artista…
Sin embargo encontraste maneras de no parar. Por ejemplo, la entrada a aquella productora de comerciales. ¿De qué manera llegaste ahí? Al final esas cosas son las que te pagan el alquiler al principio.
Sí, básicamente. Yo no ganaba mucho dinero pero era lo justo para vivir como podía vivir. Al cineasta lo que le sucede de normal es que sus propios proyectos no le dan para vivir de manera que tiene que hacer otras cosas que le desvían del camino y su objetivo final. A mí me funcionó el tener cortos resultones. En general, funcionaban. Ya te digo, había hecho muchos. Cada fin de semana yo rodaba lo que fuera. Claro, llega un momento en que cada vez que haces algo, quieres hacerlo mejor… pero a su vez también puede ser un engaño porque de pronto cada vez necesitas más dinero, una cámara mejor, un equipo más grande… cuando a veces es inteligente volver a los orígenes; cuando estabas con tus colegas, una cámara sencilla y te lo pasabas bien probando cosas sin estrés ni presión. Pero sí, yo creo que tenía un reel con varias piezas interesantes, y el reel es lo que te vende como director. Así pude llamar a la puerta de bastantes productoras de Barcelona. En ningún momento pensé en ir a Madrid porque yo sabía que si me iba tenía que costearlo, eso significaba que tendría que ganar más dinero… problemas. Así que intenté buscar la oportunidad más cerca.
Así encontré esta productora, Adhoc Producciones, que me mantuvo unos cinco años. Aún así te diré que me parece difícil entrar en un lugar así porque no era una productora de publicidad de las grandes que tienen realizadores en plantilla y te llaman de vez en cuando. Yo tenía un sueldo mensual, que era algo complicado de encontrar, y hacía como diez vídeos corporativos al mes. Hubo momentos en los que pensaba que estaba muy lejos de lo que yo quería ser pero aprendí truquillos para los rodajes y tocaba mucho material de cámara. En mi tiempo libre me dedicaba a escribir mis cortos. Yo sabía que ese trabajo era para mantenerse de modo que no podía pararme y que la forma de acercarme al mundo del cine, como he dicho, era a través de los cortometrajes.
¿Qué haces para mover tus proyectos y encararlos a la industria?
¿Tú qué harías para mover un guion?
Para empezar se lo pasaría a mis compañeros, en los que confío, para que me lo comenten y me puedan señalar fallos. Una primera versión puede ser floja así que vigilaría eso en primer lugar. Ya después miraría varias opciones. Una de ellas podría ser intentar acercarme a las productoras a través de sus mails de contacto. Difícil porque no me conocen y reciben demasiados guiones al día. Otro camino sería contactar con alguien, seguramente ex-profesores míos, por si saben de algo. También se me podría hacer un poco raro. No siento que haya una manera concreta.
Si no me equivoco, Santiago Segura se fue a Sitges con un maletín con sus guiones y un altavoz gritando: “quiero ser director” y míralo, le salió. ¡Un crack! O sea que hay maneras y maneras, entiendo. Si tienes un proyecto de largometraje o de corto… Tienes que hacer algo que te permita contactar con la gente que tiene la capacidad de levantarlo. Una manera sería lo que hice yo, hacer cortos que no te cuesten mucho, que tengan buenas ideas, tal vez parecidas a lo que tú tengas en mente para tu gran proyecto. Es decir, imagínate que tienes un largometraje. Escribe un corto que pueda ser una escena de ese largo o algo del mismo mundo. Sobretodo, no te gastes mucho porque lo más importante en los cortos es la idea. Ese corto lo intentas mandar a todos los festivales del mundo. En España hay muchísimos. No necesitas ganar festivales, lo que necesitas son selecciones. Luego vas a esos festivales, a lo mejor te invitan incluso, y conoces a directores, a productores, a guionistas… Toda esa gente verá tu corto. ¡Es una gran ventana! Si lo ven y está bien, porque a ver, partimos de una verdad como un templo, si no eres bueno, no vas a llegar… Si al principio tu estilo no funciona, depúralo. Al final funcionará. A veces escucho a gente que quiere levantar un largometraje pero resulta que no han hecho un corto que funcione. Empieza con algo que dure 5 minutos, luego 10, luego 15… y cuando ya te hayas hartado de hacer cosas de 15 minutos… ya pasas al largo. Si vieras mis primeros cortos, te partirías de risa. Penosos. Cuando ya llegues a un buen nivel, es cuestión de tiempo que alguien te lleve a alguien y llegues a la fase de “pásame lo que tengas, que me lo leo”.
Paralelamente no es mala idea aprovecharse de la escuela de cine. Yo en mi caso tiré de mis profesores: Toni Carrizosa, Kike Maíllo, Guillem Morales, Enrique Urbizu, etc. En un momento dado, cuando sentí que tenía un proyecto un poco armado y lo había testeado entre amigos, el proceso lógico fue llamar a la puerta de esta gente más próxima.
Más adelante, conociendo a más gente en los festivales, amplié mis contactos a quien mandar mis proyectos. Es muy distinto ponerte en la web de una productora y mandar un guion al mail “info@loquesea.com” (que probablemente eso quede ahí perdido entre millones de otros mails), a conocer a la persona y tener un trato más personal. Se lo leerán con más amor.
Resumiendo: tirar de festivales, tirar de gente que conoce a gente, tirar de profesores que te pueden recomendar a alguien o pasar a alguien porque están más conectados con la industria y eso es lo que he hecho yo. En el fondo es una mezcla de moverte, de estar activo, de generar cosas y de tirar de contactos. No por enchufismo, sino porque te será más fácil llegar a la persona que decide qué proyectos se hacen.
Hablemos un poco de Malasaña 32. Cuéntame un poco cómo te llega el proyecto como director y de qué manera. En los créditos figuran cuatro guionistas, ¿cierto?
Sí pero es porque Bambú, la productora de la película, funciona así. Ellos tienen un equipo de guionistas que trabajan conjuntamente los guiones y eso les da frescura en sus conversaciones.
A mí me llega el guion en una fase en la que está aprobado por Warner Bros y Atresmedia al nivel de “es la película que queremos hacer”. Me pareció muy positivo y creo que es una cosa que está en auge en España; llamar a directores y preguntarles “oye, ¿quieres hacer esta peli?”. Para mí es mucho mejor que tener que levantar tú mismo el proyecto que amas y enfrentarte a la página en blanco. Yo me sentí comodísimo pero entiendo que no sea la fórmula para todos.
También es cierto que tuve margen creativo antes de comenzar a rodar. En el mundo del director, siempre hay un margen de hacerte tuyo el guion. Pude cambiar bastantes set pieces de terror, focalicé la historia en un personaje principal (antes la historia era más coral), modificamos el final… Hubo cambios pero no variaron nunca la esencia de la película. Fue todo muy exprés y creo que el cine va hacia ahí: a mí me llaman en abril y ruedo en junio. Tres meses que no fueron ni de preproducción porque el primer mes fue de conocer al equipo, ir a Madrid y reuniones con el guion. ¡Una locura muy estimulante!
Tres meses antes no te lo veías venir, entonces.
Qué va. Yo estaba en mi casa escribiendo una (otra) película de terror. Yo pensaba que era un género que se pedía mucho (y así es, especialmente hoy en día). Lo mismo pasa con la comedia. Como a mí me encanta el terror, me siento cómodo -y suele ser barato-, me puse a escribir algo con pocos personajes y una localización. Pero de pronto me llamaron para Malasaña 32 y la dejé apartada. Quizá ahora debería retomarla…
Con los años aprendí que si quieres llegar a dirigir, una decisión muy inteligente es situarte en un nicho/género que defina tu estilo (o uno en el que te adaptes bien) y puedan llamarte para eso en concreto. Me di cuenta de que intentando levantar proyectos más personales, de género menos definido, tardaría más en llegar a dirigir y después pasaria muchos años en lograr levantar el siguiente.
Según me cuentas, para desarrollar tu carrera como director, tu plan es dirigirte más hacia el género de terror.
Con los años aprendí que si quieres llegar a dirigir, una decisión muy inteligente es situarte en un nicho/género que defina tu estilo (o uno en el que te adaptes bien) y puedan llamarte para eso en concreto. Me di cuenta de que intentando levantar proyectos más personales, de género menos definido, tardaría más en llegar a dirigir y después pasaría muchos años en lograr levantar el siguiente. A la industria le cuesta absorber proyectos personales sino eres un director muy consagrado: Almodóvar, Coixet, Medem… Yo al final he apostado por hacer cine de thriller, acción, ciencia ficción o terror porque eran esos los géneros que me hicieron querer dedicarme a esto. Además, actualmente las plataformas tienen muy claros los apartados por género. Consideré que era bueno acercarme a eso y ya después, con el tiempo y con más películas a mis espaldas (toquemos madera), investigar un poco más y probar cosas diferentes. Sé que no quiero hacer terror toda mi vida, incluso nunca pensé que haría algo de terror pero si al final es el género que me permite entrar en la industria y me permita crecer, que así sea.
Muchos directores españoles dieron su primer pelotazo con una película de terror. Bayona con El orfanato, Guillem Morales con Los ojos de Julia, lo mismo con Balagueró y Paco Plaza… Al final el terror vende.
Y tanto. Por cambiar un poco hacia un aspecto más creativo… como director, ¿qué aportas tú personalmente a un proyecto? ¿Qué es lo que más te interesa cuando te enfrentas a una escena, por ejemplo?
Hostia qué pregunta. Yo intento ponerlo todo. Que todo tenga de todo: que la puesta en escena sea rica, que la dirección de actores sea creíble, que la forma aporte al fondo, que los colores de la paleta de la película digan cosas, que la óptica sea la adecuada para contar lo que quiero y así un largo etcétera. No me gusta dejar ni un aspecto al azar. Soy bastante controlador y me gusta que todo tenga un porqué. Quizá sí que la forma me tira más que otras cosas porque el guion, en el caso de Malasaña 32, ya me vino dado.
Me leo el guion y pienso “esto que estoy leyendo, ¿de qué va? ¿qué hay que contar aquí? y a eso es a lo que sirvo. Siempre busco el alma mater de la historia para apoyar toda mi dirección a través de eso. ¿Qué me está queriendo decir esta película? Para poner un ejemplo con Malasaña 32, lo que me atrajo fue todo el concepto de maternidad, la familia desestructurada, el crecimiento de una niña que se convertirá en mujer, la represión…
Siempre vas a pensar que no tienes todos los recursos necesarios, que no se puede hacer, que falta dinero, que falta tiempo… Pero eso siempre será así. Por lo que tienes que hacer la mejor película que puedas con todos esos condicionantes,
¿Qué crees que tiene que saber esa persona que vaya a convertirse en director o directora?
Si eres un director que va a salir a dirigir un proyecto de encargo, uno de esos que trabajan en la industria a los que le llegan proyectos, no sé, un Dani de la Orden, un Javier Ruiz Caldera, un Bayona… creo que una de las cosas más importantes que tienes que tener, y que yo aprendí en el camino, es que tu encargo real consiste en hacer posible la película. Es decir, tienes que tener la cualidades, el temple y la sangre fría de, con lo que te van a dar, ser capaz de hacerla. ¿Por qué? Porqué siempre vas a pensar que no tienes todos los recursos necesarios, que no se puede hacer, que falta dinero, que falta tiempo… Pero eso siempre será así. Por lo que tienes que hacer la mejor película que puedas con todos esos condicionantes, No seas un quejica porque será muy difícil. Malasaña 32 la hicimos en cinco semanas. A mí cuando me lo dijeron pensé “no puedo” pero mi faena fue pensar: vale, cómo lo hago. ¿De dónde quito cosas? ¿A qué le dedico más tiempo? ¿Qué batalla voy a perder? ¿Qué batalla no puedo perder?
No hay que pensar que todo va a ser un camino de flores y que algún día tendrás el dinero para hacer tu gran película. Eso es raro que pase. Un buen director saca un buen resultado con los medios que le dan. Es algo que hay que meterse en la cabeza porque sino siempre estarás frustrado y aquí, en la industria, no valen las excusas de lo muy difícil que fue hacer el proyecto. ¿Es difícil? Sí. Pero tienes que sacarlo adelante porque sino lo haces tú, lo hará otra persona.
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