‘En la hierba alta’, laberinto sin salida (para el espectador)

De nombre italiano y nacionalidad canadiense, Vincenzo Natali es de esos directores que parecen abonados a Sitges, hagan lo que hagan. En la edición 52 del festival, En la hierba alta, su nueva película, tenía el honor de ser el film inaugural. El propio Natali, que se dio a conocer mundialmente con Cube, ganadora de la edición de Sitges 1997 y de visita por quinta vez en el festival, presagiaba en la presentación del film lo que muchos pensamos al salir de la proyección: “Hace 20 años en Sitges empezó mi carrera, y puede que hoy termine”.

No le deseamos nada malo al bueno de Natali, que leyó un divertídisimo y esforzado discurso en castellano, un idioma que demostró que no habla pero sí lee, de más de cinco minutos. Pero el salto del canadiense a la plataforma Netflix no dejó el poso que se esperaba para una película inaugural, después de encadenar en ediciones anteriores aperturas como Suspiria, La forma del agua o La bruja.

En la hierba alta adapta un relato escrito por Stephen King y su hijo, Joe Hill. En el film, dos hermanos de viaje en coche por la profunda Norteamérica (Kansas) se adentran en un interminable océano de hierba (alta) tras escuchar los gritos de un niño pidiendo auxilio. Gritos procedentes del interior del laberíntico, y visualmente imponente, campo. Los hermanos se separan, se pierden, sus voces se encuentran mientras sus cuerpos se alejan. Se encuentran con nuevas caras, el niño perdido y sus padres, y un personaje que viene del futuro (dos meses) pero que se adelanta a los hermanos en su llegada. Natali, al igual que en Cube, continúa sumergido en historias de escapismo.

Este laberinto en el que los personajes son incapaces de encontrar una salida, parece simbolizar al propio Natali a los mandos de su película. Se sumerge en un bucle del que no consigue salir, y en el que el espectador nunca acaba de entrar. Una acertada premisa que es incapaz de desarrollar sin caer en múltiples lugares comunes que hacen de una propuesta aparentemente original en una película más. En ese sentido, el film recuerda a la serie Perdidos, actuando el campo como una isla desierta en donde nadie, ni los propios responsables de la propuesta, han anticipado como salir. Afortunadamente el film encuentra una salida al final, pese a ser demasiado conservador, redimiendo a la vida a los inocentes, castigando a los malos y sacrificando a aquellos que, pese a sus comportamientos heroicos, han cometido penas insalvables a ojos de esa fuerza superior (la roca) que todo lo ve y todo lo puede.

El film además funciona, eso sí, como metáfora de la familia, pues son dos núcleos familiares los que se encuentran encerrados en este campo de hierbas altas: por mucho que intentes escapar de los problemas de tu familia, eres incapaz de salir de ella y te arrastran.

En la hierba alta está disponible para todo el mundo desde el pasado viernes 4 de octubre en el catálogo de Netflix.

Pablo Sancho París
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Licenciado en Historia del Arte y Comunicación Audiovisual por la U.B., Master en Ficción de Cine y Televisión por la U.R.L. y Master en Film Business por ESCAC. He sido presidente de la Federació Catalana de Cineclubs entre 2015 y 2017, siendo actualmente responsable de proyectos de la entidad. Además, soy el programador de Cine Club Vilafranca, que gestiona la Sala Zazie y el Cine Kubrick de Vilafranca del Penedès. Además, he compaginado estas tareas con la de cronista cinematográfico, profesor de cine en talleres para niños y adolescentes, y la realización de audiovisuales y cortometrajes de ficción. Me podéis contactar en pablosanchoparis@industriasdelcine.com.

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