Operación Fortune: El gran engaño es la quinta colaboración entre el cineasta británico Guy Ritchie y su actor fetiche Jason Statham. Fruto de esta relación tenemos los mejores trabajos que ambos nos han podido brindar, pese a que dicha unión tuvo un “divorcio” profesional que duró 16 años, que fue el período que pasó entre los filmes Revolver (2005) y Despierta la furia (2021).
Operación Fortune es un Guy Ritchie haciendo de Guy Ritchie, pero a medio gas. Es un filme que se me mueve a medio camino entre James Bond y Misión imposible, pero le falta el estilo y el encanto propio del espía creado por Ian Fleming, algo que sí que habíamos visto antes en la filmografía de este director como fue en Operación U.N.C.L.E. (2015). Asimismo, la película carece de ese punto socarronería típico de su autor; no es lo suficientemente macarra y desinhibida como uno puede esperar en el típico producto de lucimiento de Guy Ritchie.
Es un filme sin pretensiones más allá del mero divertimento, cosa que sí consigue, pero dejando una sensación agridulce de que podía haber sido más, porque Guy Ritchie tiene talento de sobra, y aquí no despliega todo su potencial. Evidentemente, Operación Fortune se sitúa en la parte media de la tabla de la filmografía del director; es decir, no es tan fallida como fueron Rey Arturo: La leyenda de Excalibur (2017) o Aladdín (2019), pero al mismo tiempo está lejos de cintas como Lock & Stock (1998) o Snatch. Cerdos y diamantes (2000).
Guy Ritchie va sobre seguro, y no pierde la apuesta, pero tampoco arriesga nada, como sí hizo en su filme anterior, Despierta la furia; aquí el cineasta nos mostraba su cara más sobria y madura, y nos regalaba una de sus mejores películas. El problema está en que el propio cineasta rompe su racha positiva, ya que Operación Fortune es un pasito atrás después del excelente nivel que había encadenado con The Gentlemen: Los señores de la mafia (2019) y Despierta la furia.
Con respecto al reparto, además de Jason Statham, que está en su línea, pero que no brilla tanto como en otras colaboraciones con este director, tenemos a la siempre interesante Aubrey Plaza, que pone el punto divertido y picante a la cinta, al renacido Josh Harnett (al que Guy Ritchie rescató en Despierta la furia al más puro estilo Tarantino) que junto a Hugh Grant ponen el toque justo de metacine que ya habíamos visto en la filmografía de este director con anterioridad, también de la mano de Hugh Grant en esa carta de amor al séptimo arte que era The Gentlemen: Los señores de la mafia. Si bien la química entre Harnett y Grant funciona perfectamente, no se puede decir lo mismo entre Statham y Plaza, ya que al rudo actor le falta sex appeal para entrar en el juego que propone tanto a medias Plaza como el propio filme.
La dirección de actores está bastante lograda, pero destaca una figura por encima de todas: Hugh Grant. He de reconocer que durante un tiempo no le veía la gracia a este actor, pero con el paso de los años me ha demostrado que estaba totalmente equivocado. La sola presencia de Hugh Grant hace que valga el precio de la entrada de no solo de esta película, sino de cualquier otra en la que salga este actor. El intérprete está en un momento muy dulce dentro de su carrera, y sabe explotar como nadie la vis cómica, el timing y la flema británica. Además, es un villano adorable como demuestra no solo aquí, sino en la maravillosa Paddington 2 (2017).
Pese a que arranca el filme con fuerza y con atrevimiento narrativo y de montaje, esto se torna en mera ilusión, ya que la primera escena de la película es la única que apuesta por esto, siendo todo lo que viene después más rutinario, y alejado del mejor Guy Ritchie. Por otro lado, a nivel de guion, no solo carece de profundidad y complejidad, sino que este se resuelve de forma estéril: el macguffin con el que arranca de forma brillante la película se revela con torpeza y demasiado pronto; la carencia de una intriga verdadera sobre la identidad de los distintos villanos de la película, ya que esta se vuelve demasiado previsible, y además la ausencia de un villano real. Hugh Grant es demasiado entrañable para lo bueno y para lo malo.
Operación Fortune: El gran engaño podrá hacer las delicias de los fans del cineasta británico que no le exijan a este demasiado. Si alguien no se ha iniciado todavía en la filmografía de este autor, mi recomendación es que mejor empiece por otra película, porque sin ser mala de por sí, la sensación una vez vista es que podría haber sido mejor si Guy Ritchie se hubiera esforzado más.
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