Este 2021, se cumplen 25 años del estreno de Tesis, la primera película de uno de los directores más internacionales del cine español: Alejandro Amenábar.
Amenábar debutó en el cine ganando los Goya a Mejor Dirección Novel, Mejor Guion Original y Mejor Película en la 11ª edición de los premios anuales de la Academia.
Tesis es una de las 125 películas imprescindibles de la historia del cine español elegidas por ‘Industrias del Cine’.
En una escena de Tesis, Chema, personaje interpretado con mucha soltura y personalidad por un entonces desconocido Fele Martínez, comenta que la película que debería estar viendo su profesor a la hora de morir era “Española, seguro”. Este sutil pero ligeramente malévolo comentario aparece también en el libro La aventura del tocador de señoras, de Eduardo Mendoza, donde el protagonista, pensando que morirá y recordando la extendida idea que dice que nuestra vida, antes de perecer, pasa como una película por nuestra mente, maldice que esta deba ser “de cine español”. Tomando la ópera prima de Amenábar como ejemplo, solo podemos estar en desacuerdo con las dos sentencias anteriores que tan mal dejan al cine made in Spain.
Tesis es un artefacto de alguien que, aun contando con 24 escasos años, irrumpió con genialidad en el panorama audiovisual español de 1996. Dirigida y escrita por el propio Alejandro Amenábar, la película cuenta con un guion fresco -lo sigue siendo después de esas más de dos décadas-, y muy ágil, que consigue estar en perfecta armonía con la imagen, como si fuera esta una consciente intención y fotografía y diálogo hubieran sido creados conjuntamente. Lugares como la habitación de Chema, fiel reflejo de sus gustos y pasiones, o el laberinto tenebroso que acaba siendo la universidad, muestra de los secretos que guarda, son escenario de conversaciones muy sustanciosas como las improvisadas réplicas que intercambian los protagonistas o el cuento de la princesa y el enano. El director de Mar adentro (2004) consigue también que cualquier estancia resulte un lugar gris y hostil gracias a la falta de luz natural y espacios exteriores; desde el tren donde se inicia el largometraje hasta el archivo donde se guarda el audiovisual de la universidad.
No hace falta ver sangre o personajes demoníacos para que una historia resulte oscura
Son muchas las películas que han tratado sobre hacer cine o vivirlo -pensamos en La niña de tus ojos (1998), Ed Wood (1994) o Cantando bajo la lluvia (1952), entre tantas otras-. El argumento de Tesis, sin embargo, no se centra en la creación cinematográfica entendida como algo artístico, pero el séptimo arte está presente en toda ella. Quizás una de las reflexiones más claras que se extraen de la cinta es la conciencia de la morbosidad que causan las imágenes de violencia y cómo el público, aún rechazándolas, no puede evitar sentirse atraído de alguna manera, como fatalmente le sucede a Castro, el profesor para el cual el cine es una industria que debe dar al público todo lo que este quiere ver, justificando así los videos snuff en el film, pero siendo viable para todo tipo de creaciones.
Amenábar supo bailar entre la demanda de la industria -más bien artesanía en el caso español si se compara con otros gigantes como la americana- y la aportación de un toque propio en forma de señales autobiográficas para su primera película, a la que le seguirían otras del género como Abre los ojos, que fue adaptada en Estados Unidos y titulada Vanilla sky (2001).
Sin ninguna imagen explícita que pueda trastocar a los más sensibles y con una violencia muy medida, Tesis juega con las elipsis y el zoom digital de aquella Sony XT500 citada en el film para insinuar y no enseñar, sugiriendo así que no hace falta ver sangre o personajes demoníacos para percibir que la historia que se nos presenta es tan oscura como notoria.
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