Jodie Foster encarna en The Mauritanian la abogada estadounidense encargada de defender a un mauritano encarcelado sin pruebas en Guantánamo
Pese a la condena social a todo tipo de violencia terrorista, Guantánamo sigue siendo uno de los puntos oscuros de EE UU. Fue una cárcel creada principalmente para acoger a terroristas islámicos tras los atentados del 11-S y que dos décadas más tarde es una mancha en el Estado de derecho que tanto dice defender la gran potencia mundial.
En el filme The Mauritanian, el director Kevin Macdonald centra la historia en el caso de Mohamedou Ould Slahi (interpretado por Tahar Rahim), un mauritano que dos meses después del atentado contra las Torres Gemelas fue detenido por el Ejército estadounidense por haber recibido una llamada de su primo desde el móvil de Osama Bin Laden. Ese fue el indicio que EE UU utilizó para conectarlo con la cúpula terrorista y acusarlo de ser el principal reclutador de los ataques del 11-S. TY 14 años después, fue puesto en libertad ante la falta de pruebas concluyentes contra él.
Atropello a las libertades
Slahi es uno de los más de 700 prisioneros que han pasado por Guantánamo sin ser sometido a juicio, según se denuncia en el propio filme. Un auténtico agujero negro en el Estado de derecho estadounidense, que fuera de sus fronteras trata de esquivar cualquier tipo de garantía jurídica para llevar a cabo atropellos contra la libertad de las personas.
Jodie Foster es la encargada de defender el procedimiento legal a través de su personaje, Nancy Hollander, aunque para ello deba enfrentarse no solo al Gobierno, sino a una ciudadanía que ve en ella a una traidora a la patria. En su camino se encontrará con el fiscal militar Stuart Couch, interpretado por Benedict Cumberbatch, adalid de los valores y la dignidad supuestamente americanas, que toma el caso como una justicia vestida de venganza. Sin embargo, ambos se toparán con el muro de los secretos de Estado, centenares de archivos clasificados y censurados que tornan casi imposible entrever la verdad en todo este asunto. Macdonald nos sitúa la trama en un escenario oscuro en el que las entrañas del Estado toman una forma tan irreconocible como desalmada en la que el fin justifica irremediablemente los hechos.
Este es un filme de denuncia de lo que sucede en la otra orilla del Atlántico, pero también una invitación a reflexionar sobre el papel que debe tomar el Estado como garante de los derechos de los individuos y el poder de la justicia para imponerse sobre los abusos que se puedan producir en determinados contextos.
Inspirada en el libro de memorias de Mohamedou Ould Slahi Diario de Guantánamo, la película de Macdonald es también un documento en sí mismo que retrata los límites que no deben sobrepasarse en la búsqueda de la verdad, aunque el fin sea hacer justicia.
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