En 1961 el inmigrante Paul Schäffer fundó en Chile la Colonia Dignidad, un asentamiento religioso en el que se instalaron cientos de personas reclutadas entre iglesias evangélicas alemanas. Schäffer, antiguo miembro de las Juventudes Hitlerianas que huía de acusaciones de pederastia en su país, organizó el enclave como una secta en la que se separaban a los habitantes por sexo y edad, de manera que las familias se disgregaron. El control sobre los miembros era total e incluía palizas arbitrarias y abusos sexuales continuados.
Durante la dictadura de Pinochet, con la complicidad del fundador y los “jerarcas” que dirigían la Colonia, se instaló un centro de torturas de la policía secreta del régimen, donde murieron y fueron enterrados en fosas comunes cientos de prisioneros políticos. La llegada de la democracia posibilitó la denuncia de la situación, que acabó con el procesamiento de Schäffer, su extradición desde Argentina, y el juicio y sentencia a cadena perpetua. El fundador de la Colonia Dignidad murió en prisión en 2010.
Durante todos los años que duró la pesadilla los miembros de la colonia cantaban. Cantaban como jilgueros himnos religiosos, canciones infantiles y de exaltación de la naturaleza, en grupos corales de uno u otro sexo, los días de fiesta y los laborales, de la mañana a la noche. Cantaban al trabajar y al pasear, en los hogares que no eran suyos y en los talleres que no poseían, ajenos al mundo exterior, viviendo en su burbuja de paz y armonía.
Songs of repression muestra la situación actual de la Colonia Dignidad, ahora rebautizada como Villa Baviera, que trata de subsistir con los miembros que no se marcharon después de la fuga de Schäffer. Acostumbrados a una manera de vivir autárquica siguen trabajando sus tierras, pero han abierto el lugar al turismo, organizando tours de la vergüenza donde muestran su sufrimiento pasado. El interés del documental obvia cualquier explicación del pasado y se centra en las relaciones entre los habitantes, con el telón de fondo de los magníficos paisajes de la inmensa finca.
Dirigido por Marianne Hougen-Moraga y Estephan Wagner, presentado en la sección Panorama del festival DocsBarcelona, cuenta con Joshua Oppenheimer, el director de The Act of killing, como productor ejecutivo; algo de su estilo se nota en las entrevistas con los residentes, donde encontramos todo un catálogo de reacciones: desde los convencidos, que reivindican el pasado y se sienten orgullosos –“aprendimos a distinguir entre el bien y el mal, fuimos bien educados”, llegan a decir, sin modo irónico-, hasta los que, abrumados por la culpa, se apartan de la comunidad y se preguntan, a la manera de Adorno, “como se puede seguir cantando después de lo que sucedió”.
Todos se presentan como víctimas de un sistema que los redujo a la sumisión por medio del miedo, y muchos esperan “perdonar y olvidar”. La mayoría exhiben problemas de salud, físicos y mentales, producto de sus experiencias. Pero no deja de ser inquietante una pregunta que los directores van haciendo durante las entrevistas: “Schäffer no pudo hacer todo esto solo, ¿verdad?”. “No, no pudo hacerlo solo”.
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