‘Leap of faith: William Friedkin on The Exorcist’, el apóstol del cine

Hace dos años el Festival de Sitges vivió una jornada para la historia con la proyección de El exorcista en el cine Retiro con un turno de preguntas y respuestas con el director del clásico de terror, el ganador de un Oscar William Friedkin. En esa proyección también se encontraba el cineasta Alexandre O. Phillipe, de visita en Sitges para presentar su documental 78/52, donde analizaba minuciosamente los 52 planos que conformaban la famosa escena de la ducha de Psicosis

Phillipe contaba en la presentación de su nuevo documental el pasado lunes 7 de octubre en el cine Prado, cómo dos años antes en un restaurante de Sitges, Friedkin se le acercó para presentarse. A partir de ese momento iniciaron una relación de amistad que les llevó a plantearse trabajar juntos. La primera idea fue generar entre ambos un documento al estilo del libro El cine según Hitchcock, de François Truffaut. Tras hablarlo mucho, decidieron filmar una entrevista durante seis días centrada exclusivamente en El exorcista, la obra maestra de Friedkin, si bien es autor de otras grandes películas como The French Connection, Carga maldita, A la caza y Killer Joe.

Leap of faith, como decíamos, es una larga entrevista y un documento excepcional donde se analiza detalladamente multitud anécdotas y significados de su película, y lo primero que nos llama la atención es su afirmación de que todo lo que sucedió en torno a la película y todas las decisiones que instintivamente tomaba, estaba supeditado a una fuerza mayor, que Friedkin denomina “el Dios del cine”. Un dios al que conoció de joven, cuando visionó en un cine de su Chicago natal Ciudadano Kane. Desde entonces, parece que Friedkin no ha dejado de buscar su ‘Rosebud’ particular. Tal vez la propia Ciudadano Kane sea ese Rosebud, ese elemento transformador de su juventud, pero que al recordarlo siempre lo devuelve a sus orígenes.

Dos aspectos centran una parte importante del relato de un Friedkin que pese a sumar más de 80 años se muestra lúcido, jovial y divertido. La primera de ellas es la que hace referencia a la música, uno de los elementos del film que más hondo ha calado en la cultura popular durante las últimas décadas. Friedkin, que visualizaba muy bien la película, incluidos sus sonidos, encargó la composición de la banda sonora a su buen amigo Lalo Schifrin. El argentino, reconocido el pasado año con un Oscar honorífico, presentó una banda sonora magnífica, pero que no se adecuaba al tono que Friedkin quería impregnar a su película, y al igual que hiciera Kubrick con la música que había compuesto y grabado Alex North para 2001, fue finalmente rechazada. Los amigos Friedkin y Schifrin no se hablan de ese día. Tras escuchar cientos de discos, Friedkin topó con el Tubular bells de Mike Oldfield. El resto ya es historia.

La segunda, el reparto, con cambios incluidos, como el del actor que interpretó al padre Merrin Karras, que fue finalmente representado por el dramaturgo y ex-seminarista Jason Miller, que se había sentido muy identificado con el personaje al leer la novela. El primer actor contratado fue despedido. Aunque quién primero pujó por interpretar al personaje fue el autor de la novela, William Peter Blatty, quién ofreció a Friedkin todo sus beneficios por la película a cambio de interpretarlo.

Otro apunte curioso que hace Friedkin es en relación a Max von Sydow. El actor sueco, que por entonces ya contaba con una dilatadísima carrera, no se veía capacitado para rodar la escena del exorcismo. Friedkin puso todo a su disposición para conseguirlo, incluso le propuso traer a Ingmar Bergman por si lo necesitaba para darle indicaciones en el plató. Pero no, el actor que en la década anterior había interpretado a Jesús en La historia más grande jamás contada, no se veía capaz de efectuar el exorcismo (ficcionado) por ser ateo.

Una de las cosas que Friedkin quiere dejar claras desde el primer momento es que en ningún momento quisieron hacer una película de terror, si no que se trataba de una película sobre el misterio de la fe. Es al padre Damien Karras a quien el diablo reta a través de la posesión de la pequeña Regan. Friedkin reflexiona sobre el final de la película, en el que el padre Karras se suicida (pecado en el cristianismo) para de esta manera vencer sobre el mal, después de haber sido poseído él tras salir el diablo del cuerpo de la niña. Un final que aún hoy el propio Friedkin no termina de entender, pero que filmó así por respeto a la obra original de William Peter Blatty. Desde una absoluta modestia, inusual en un artista de su categoría, Friedkin continúa reflexionando sobre si en el final de su película es el diablo quién vence o quién pierde, y anima a los espectadores de Leap of faith a resolverle una duda que, seguramente, no tiene una única respuesta. Por suerte, de lo que no hay duda es que El exorcista es una obra cumbre de la historia del cine, a quién hay que agradecer tanto al Dios del cine como el propio Friedkin, uno de sus apóstoles más aventajados.

Pablo Sancho París
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Licenciado en Historia del Arte y Comunicación Audiovisual por la U.B., Master en Ficción de Cine y Televisión por la U.R.L. y Master en Film Business por ESCAC. He sido presidente de la Federació Catalana de Cineclubs entre 2015 y 2017, siendo actualmente responsable de proyectos de la entidad. Además, soy el programador de Cine Club Vilafranca, que gestiona la Sala Zazie y el Cine Kubrick de Vilafranca del Penedès. Además, he compaginado estas tareas con la de cronista cinematográfico, profesor de cine en talleres para niños y adolescentes, y la realización de audiovisuales y cortometrajes de ficción. Me podéis contactar en pablosanchoparis@industriasdelcine.com.

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