El pasado 28 de junio se estrenó Els dies que vindran, el nuevo largometraje del director catalán Carlos Marqués-Marcet que escribe junto a Clara Roquet y Coral Cruz. A la película le ha tocado compartir cartel con mil y un blockbusters (refritos de Disney, superhéroes eternos, monstruos titánicos…) pero se confirma como un proyecto de valientes y para valientes, como si lo realmente bravo hoy en día fuera ir a una sala de cine en busca de la sencillez y la belleza. ¿O es que siempre ha sido así?
A Marqués-Marcet le atraen las películas íntimas y es esa característica una de sus especialidades como realizador: el interés que muestra ante la dificultad de entender al otro. En 10.000 Km, su primer y muy premiado film, nos habló de la imposibilidad de mantener una relación, a priori en buen estado, desde la distancia. En Tierra firme, su segunda creación, nos adentró en lo complejo que es remar a la par cuando los deseos de tener un hijo ganan al amor entre la pareja. Su último film, Els dies que vindran, parece materializar con un embarazo real todo lo planteado anteriormente y pone en el punto de mira, nuevamente, la fragilidad de las relaciones de pareja, el individualismo y las preocupaciones de una generación enfocada a sentirse siempre realizada.
Su nueva obra muestra los meses de embarazo de Vir y Lluís, interpretados, en un magistral proceso de alienación para que su historia no pareciera un reality show, por María Rodríguez Soto y David Verdaguer, pareja en la vida real. Acostumbrados a un bromista Verdaguer, sorprende ver lo contenido que resulta en este nuevo papel y como Rodríguez Soto acapara casi todo el protagonismo del film con su naturalidad y sus cuidadas dosis de humor. La sensación de proximidad es también provocada por el delicado encanto de poder vivir con ellos el proceso de un embarazo verdadero y las emociones que brotan de la experiencia primeriza de los cuatro: María y David y Vir y Lluís.
Uno de los rasgos más bellos de Els dies que vindran no es solo la historia-proceso “a lo Boyhood” o de la reciente Entre dos aguas, sino el uso de un VHS casero sobre el nacimiento de la propia María y el embarazo de su madre: algo que, indudablemente, eleva el film y crea un maravilloso lazo entre el pasado y el presente. Otro de los puntos fuertes de la obra es la incapacidad por parte de Vir de poder dar a luz de forma natural, algo en apariencia poco trascendental pero que vive de manera casi tormentosa, como si antes de ser madre ya hubiera fallado en ese rol tras ser sometida a una cesárea que no puede evitar. Son estos detalles los que hacen del cineasta catalán un pequeño genio de lo naturalista (y de la dirección de actores), algo que ya se apreciaba desde 10.000 Km con el uso bastante sorpresivo de los portátiles como contenedores de lo vivido y la decisión de un final triste y ambiguo similar a la inolvidable última escena de El graduado. Que el gato de Tierra firme se llame Chorizo, permitidme, es otra genialidad cuando lo pronuncia, además, Geraldine Chaplin.
Carlos Marqués-Marcet parece cerrar una etapa, una trilogía, con Els dies que vindran: un film en apariencia minúsculo, rodado durante un año y medio de manera artesana, de contenido mayúsculo. La exquisita canción de Maria Arnal y Marcel Bagés (Tú que vienes a rondarme) junto a las imágenes de Vir y la pequeña Zoe acaban de redondear una obra de arte que será recordada durante mucho tiempo.
4 Trackbacks / Pingbacks