TARIQ PORTER: “Las salas comerciales tienen mucho que aprender de los cineclubes”

Hace casi un año Tariq Porter Astorga tomó las riendas al frente de la Federació Catalana de Cineclubs (FCC), una entidad que actualmente aglutina a una cincuentena de cineclubes en Cataluña y que justamente hoy empieza a celebrar los actos de su 40 aniversario.

Nieto del profesor, historiador y crítico cinematográfico Miquel Porter, este barcelonés de 30 años, licenciado en Bellas Artes en la Universitat de Barcelona y Máster en Ficción en Cine y TV en la URL, ha sido uno de los más jóvenes en alcanzar la presidencia de la FCC, que gestiona programaciones y servicios cinematográficos a los diferentes cineclubes que la conforman.

Durante su trayectoria, Porter ha trabajado en los festivales chilenos FEMCINE y FIDOCS, en la Acadèmia del Cinema Català y como programador en el CCCB y el Festival de Cinema de Menorca. Además, gestiona campañas de comunicación y prensa de películas y festivales (Docs, Most, Americana) junto a Ana Sánchez bajo el nombre de Trafalgar.

Históricamente, los cineclubes siempre han sido un lugar de resistencia, equidistantes a las tendencias del mercado. ¿El cine de autor e independiente le debe mucho a los cineclubes?

Lo bonito de los cineclubes es que es público organizado; colectivos de amantes del cine y como tales, personas inquietas, que buscan siempre nuevas expresiones en este arte y que lo encuentran en el cine de autor. Por lo tanto, podríamos decir que hay un beneficio recíproco; que los cineclubes deben mucho al cine de autor y viceversa.

Con la crisis que han vivido las salas de cine en la última década, muchos cineclubes han decidido dar un paso adelante y tomar las riendas de aquellas salas que tuvieron que cerrar o que estuvieron a punto. ¿Este cambio de rol se ha traducido en una alteración de su función principal, que giraba en torno a la programación de cine de autor y eventos culturales?

No. La definición de cineclub no es estática. De hecho, se caracteriza precisamente porque, como colectivo que representa a un público activo, se adapta a las necesidades e inquietudes de cada momento, siempre alrededor de la exhibición de cine.

¿Cuál es la situación actual de los cineclubes después de esta época llena de cambios?

Actualmente los cineclubes tienen varias funciones y plena vigencia. Programan películas de todo tipo donde ya no quedan salas comerciales, instigan a través del cine a la formación de espíritu crítico y, en definitiva, siguen siendo asociaciones esenciales en la vida cultural de muchos pueblos y ciudades.

Actualmente, ¿cuántos cineclubes aglutina la FCC y cuántos espectadores reúnen entre todos ellos al cabo de un año?

En este momento somos unos 50 cineclubes y cada año, de media, reunimos unos 80.000 espectadores.

La línea de programación es el buque insignia de los cineclubes y aquello por lo que se han diferenciado a lo largo de los años. ¿Cuáles son las bases para elaborar una buena programación de cine?

Un cineclub, cuando se funda, responde a una necesidad colectiva. Si es solo una persona que quiere ver otro tipo de películas, puede hacerlo en su casa. Por lo tanto, hacer una buena programación es simplemente corresponder a las motivaciones de ese colectivo siendo sensibles y receptivos a nuevos públicos. No se trata de renunciar a un cine más comercial; tampoco más arriesgado; se trata, como un buen dj, de leer bien ese colectivo y ofrecerle algo estimulante.

“El cine y el arte en general son los registros más ricos de la contemporaneidad porque retratan e interpretan nuestro pasado, presente y futuro.”

Con las nuevas tecnologías se ha democratizado el cine de tal forma que ha aumentado exponencialmente la oferta de cine de autor. ¿Ahora se ha vuelto más fácil programar este tipo de cine? O, por el contrario, ¿es más complicado porque no se puede abarcar tanta oferta?

Por lo general, el mundo de los cineclubes no es un mundo profesionalizado, por lo que nadie pretende, ni ahora ni creo que en ningún momento, abarcarlo todo. Las nuevas tecnologías han facilitado que se puedan proyectar películas en buena cualidad sin necesidad de la logística del analógico, pero también han precipitado el cierre de cines pequeños en ciudades y pueblos por imposibilidad de afrontar la transición, haciendo más importantes a los cineclubes. Las nuevas tecnologías simplemente han cambiado las dificultades.

Hay un concepto que en los últimos años se está escuchando mucho que es el de la creación de nuevos públicos. Y una de las vías para llegar a ello surge a través de la formación para transformar aficionados al cine en cinéfilos conversos. ¿Cómo se intenta conseguir este cambio?

Ofreciendo cosas estimulantes, pero sobre todo intentando encontrar la fórmula para que esos nuevos públicos lleguen a ti. Digamos que lo más difícil no es que se lo pasen bien en la cita, sino que se enteren y acudan, especialmente la gente más joven.

Los programas educativos son una de las principales medidas que desde la FCC se han puesto en marcha. ¿En qué consisten y qué se ha alcanzado con ellos hasta ahora?

Su objetivo es precisamente ese: potenciar la cultura cinematográfica. Si hay gente joven que no llega a ella es porque no se considera –como pasa, por desgracia, con la mayoría de expresiones artísticas– como algo esencial para la formación y comprensión de las personas. Desde la Federació intentamos contribuir a remendar eso ofreciendo cursos a niñas y niños y a personas de todas las edades en colaboración con otras instituciones, sean ayuntamientos, escuelas, diputaciones, bibliotecas… El abanico de cursos es muy extenso, pero creo que es una contribución consistente y necesaria que ojalá siga creciendo.

En el caso de los cineclubes, ¿qué pueden hacer para conseguir que el cine llegue a más personas?

Esa es la pregunta del millón y la respuesta es parecida a la de la anterior pregunta. A corto plazo, depende de los mismos cineclubes y de lo sexies que consigan ser sus programas, así como su capacidad de difundirlos. Sin embargo, todo depende de lo inteligentes que seamos todos a largo plazo. Sonará grandilocuente, pero el cine y el arte en general son los registros más ricos de la contemporaneidad porque retratan e interpretan nuestro pasado, presente y futuro. Nuestra voluntad, potenciando la formación, es que el cine llegue a edades tempranas para alcanzar una cuota mucho más alta de cultura cinematográfica, y con ella mucha más actividad en ese sentido y por lo tanto más interés por esta expresión artística.

Entre los grandes atractivos de los cineclubes destacan aquellas actividades que cuentan con la presencia de miembros del equipo de la película proyectada, algo bastante complicado en muchas ocasiones. ¿Es un esfuerzo que se traduce en una mayor asistencia del público?

Depende bastante, pero evidentemente el hecho de que alguien presente la película acerca mucho la obra al público. Hace a las películas algo menos sagrado, más accesible y atractivo.

“La bajada del IVA en salas de cine no se ha notado”

La FCC suele presentar nuevos proyectos a favor del cine de autor y de proximidad. Uno de los más recientes es el de Filmoxarxa. ¿En qué se basa y cómo surgió la idea?

La Filmoxarxa es una iniciativa de la Filmoteca de Catalunya vehiculizada a través de los cineclubes, otra forma de descentralizar la oferta cinematográfica para democratizarla. Consiste, básicamente, en un buen catálogo de cine reciente inédito, algunos clásicos catalanes y títulos que posee la Filmoteca, que se ponen a disposición de los cineclubes de Catalunya gratuitamente. Estamos muy ilusionados con este proyecto, que empieza este otoño y en el que ya se han inscrito una veintena de cineclubes.

Después de la crisis económica y del propio sector hemos visto un cierto agotamiento de público en las salas comerciales. ¿Cómo cree que podrían reactivar el interés por el cine visto en salas?

Es algo que pasa por muchos factores. La bajada del IVA en salas de cine no se ha notado, y sea más o menos justo, la percepción de mucha gente es que ir al cine es caro. Iniciativas como la Fiesta del Cine, nuevas salas como el Texas de Barcelona, sesiones especiales, la Fiesta del Espectador en los cines Verdi o similares ayudan a reactivarlo. También ayudaría flexibilizar el circuito; que las salas se prestaran a programar de un modo más activo, menos pasivo. En ese sentido, las salas comerciales tienen mucho que aprender de los cineclubes.

Con la fuerte irrupción de las plataformas de VOD en la producción de cine ha quedado bastante patente de que el cine no solo no ha muerto, sino que sigue más vivo que nunca. A pesar de ello, eso no quiere decir que todavía se respire cierto temor a que el cine visto en sala de cine vaya disminuyendo. ¿Vamos camino de perder la sala de cine como primera opción de exhibición?

Ningún arte ha muerto nunca. Detesto esas frases lapidarias. Todos tememos a los cambios, y el cine no es inmune. Posiblemente la manera de consumirlo vaya cambiando, y posiblemente el modelo de negocio también. Quizás sí que la sala pierda peso, poco a poco, y se convierta en algo más excepcional. Personalmente, espero que no sea así, y desde la FCC y los cineclubes siempre se intenta subrayar el valor colectivo del cine.

“El mayor reto de los cineclubes es llegar al punto en que no sean necesarios como entidades supletorias de un déficit cultural”

¿Cuáles son los retos actuales a los que tienen que hacer frente los cineclubes?

Aquí respondo a título muy personal, y seguramente mucha gente me lo discutiría, pero creo que el mayor reto de los cineclubes es llegar al punto en que no sean necesarios como entidades supletorias de un déficit cultural, sino simples grupos de amigos a los que les gusta ver y hablar de cine.

Del 2 al 7 de octubre tendrá lugar la V Setmana del Cineclubisme, uno de los eventos más importantes de la entidad, que además, este año celebra su 40 aniversario. ¿Cuáles son los principales actos que se han organizado para tal ocasión?

De momento, la Setmana cuenta con una programación fantástica confeccionada para atraer a cineclubistas y nuevos públicos con seis películas entre las que hay cine inédito en nuestro país, el clásico indio El salón de baile, escogido y presentado por Paco Poch, el documental La república de la llibertat i el bon humor sobre un ilustre cineclubista, Miquel Porter i Moix, y la que para mí es ni más ni menos la mejor película catalana de siempre, Estiu 1993. ¡Valdrá la pena acercarse a la Filmoteca esos días! Seguiremos con la Jornada del cineclubisme, que este año se celebra en Mallorca, y en la que asistirá para la ocasión Jaime Rosales en el preestreno de Petra, y algunas sorpresas más que iremos anunciando a lo largo del año.

Lídia Oñate
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Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Pompeu Fabra y Máster en Dirección de Redes Sociales y Marketing Digital por Fundeun – Universidad de Alicante. Actualmente me encuentro inmersa en la distribución cinematográfica, un sector que vivo de lleno desde la comunicación y el marketing. Me encantan las bambalinas del mundo televisivo y cinematográfico, viajar (tanto cerca como lejos), hacer fotos de paisajes y gastronomía que luego irán a mi Instagram, disfrutar con la Historia y echar una partidas al Monopoly, la Play o lo que se tercie. Porque sí, la diversión en la vida es importante. Y el cine ayuda. Me podéis contactar en lidiaonate@industriasdelcine.com.

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