La historia nos ha enseñado que reunirse para invocar espíritus nunca ha sido la idea más inteligente del mundo. Y que otro confinamiento de interminables videoconferencias con la prima, el cuñado y la tía abuela podría ser devastador para la salud mental. Bromas a parte, a estas alturas de la película sobran palabras para definir lo miserable que fue 2020. Al género de terror, como a la gran mayoría de géneros, también le ha pasado factura y aunque en la red abundan listas y tops con lo mejor del año, son pocas las producciones que el pasado año han provocado una repercusión mediática.
Una de ellas fue Host de Rob Savage. Proyectada en la sección Seven Chances del pasado Festival de Sitges, Host convierte algo cotidiano en estos tiempos que corren como una llamada vía Zoom en una auténtica pesadilla. La historia gira entorno a Haley y a su grupo de amigas que, encerradas en pleno confinamiento, realizan una sesión de espiritismo. Con la ayuda de una experta en material espiritismo y del plano astral (¡trago de chupito!) darán con un invitado poco amigable…
Uno de los aspectos más gratificantes de Host es la demostración (por enésima vez) de que el talento no está supeditado al manejo de capital. Y lo afirma alguien que es carne débil para determinadas superproducciones, pero cuando un equipo rueda una película con cuatro duros, con rostros desconocidos (el nombre de los personajes es el mismo de los actores), consigue entretener, asustar y jugar con tus miedos en la vida real no me queda otra que levantarme del sofá después de cambiarme el pañal y aplaudir.
Un trabajo estupendo del director británico que se mueve como pez en el agua en esa mezcla de lenguaje audiovisual de última generación con recursos del género vistos hasta la saciedad. Savage es capaz de mantener al espectador en alerta incluso en el momento más banal de la conversación y de crear momentos épicos como el juego con los filtros y esa máscara que será carne para los bazares en los próximos Halloween.
Host, que actualmente podéis encontrar en Filmin, se postuló como uno de los mejores films de terror de 2020 y fue una bocanada de aire fresco dentro del género, un poco parecido con lo que está ocurriendo estos últimos años como The Babadook, It Follows, The Witch y Bone Tomahawk, por mencionar algunos ejemplos, películas que se salen de lo convencional y aparecen como toque de atención para quienes dudan que el terror sigue estando al pie del cañón.
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