Fue tan independiente como controvertida. Pese a haber dirigido nueve largometrajes, sostenía que la dirección no era lugar para una mujer. Por eso, en lugar del cargo, en su silla podía leerse “The Mother of All of Us” (‘La madre de todos nosotros’). Se entregó al cine negro en un momento en que el género, como Hollywood entero, era un lugar hecho por y para hombres. Coincidiendo con el centenario de su nacimiento, la Filmoteca de Catalunya -de la mano de la Mostra de Cinema de Dones– ha programado un ciclo dedicado a Ida Lupino que arrancó con la proyección de The Hitch Hiker.
Actriz, directora y productora -llegó a tener su propia compañía, The Filmakers [sic]-, Ida Lupino fue alguien que se sintió siempre “incómoda” con los cánones que la gran meca del cine intentaba imponer. “Fue un referente en la complejidad del papel de la mujer en Hollywood y en el conflicto con las formas industriales del sector”, subraya la programadora de la Mostra de Cinema de Dones, Marta Nieto.
No fue la única, tampoco la primera, pero sí una excepción. La única superviviente en el Hollywood de los 50. “Una independiente delante y detrás de la cámara”. La ‘madre’ de un cine negro que moldeó su carrera en ambas facetas y que continuó practicando incluso en su vertiente televisiva. The Twilight Zone fue una de sus producciones más destacadas. Hasta el próximo 17 de marzo, la Filmoteca programará seis de sus cintas como directora y otras tres en las que mostró su mejor faceta interpretativa.
Dicen que Ida Lupino estaba llamada a triunfar en el cine: la rama italiana de su familia escondía una dinastía de marionetistas y ella tenía sólo 14 años cuando se puso por primera vez delante de la cámara como la lolita de Her First Affaire. Sin embargo, su debut como directora llegó por casualidad. Era 1949 y Elmer Clifton sufría un ataque al corazón en pleno rodaje de Not Wanted. Su carrera acababa de despegar.
Una figura transgresora
“Fue una figura transgresora en el Hollywood de los años 40 y 50 por tener una productora, por su ruptura estética y por sus formas cinematográficas”, explica la crítica cinematográfica Violeta Kovacsics. Sus películas, con la apariencia de un drama social, tenían siempre un “punto de fuga” hacia el género: en sus manos, Outrage rozaba el cine de terror y El bígamo volvía a insertarse en el cine negro que tanto cultivó. The Hitch-Hiker, ya en 1953, supuso una ruptura precisamente en ese género. “Por los paisajes abiertos, áridos y rurales. Por una propuesta más cercana al western tanto en el escenario como en su manera de filmar”, añade Kovacsics.
Una revisión a su filmografía desde la perspectiva de género devuelve un puñado de personajes femeninos poco convencionales asociados a temas, de nuevo, polémicos y transgresores para un cine que vivía instalado en el código Hays: la bigamia, la maternidad, la violación. Una amplitud de miras que llevó a considerarla la madre del melonoir o el home noir.
Quizá esos personajes eran un reflejo de su propio desasosiego por el sistema hollywoodiense. “Como actriz fue siempre alguien demasiado incómoda en el arquetipo que le querían dar, por eso nunca fue una gran estrella de los 40”, apunta la periodista y profesora de ESCAC, Maria Adell. Se autodenominó “la Bette Davis de los pobres” porque a Ida iban a parar todos los papeles que ella rechazaba. Pero sin embargo, había algo en su figura menuda que la hacía capaz de sostener la mirada y dar la réplica a los tipos duros que le ponían enfrente. Humphrey Bogart entre ellos.
“Tenía facilidad para humanizar lo que en manos de cualquier otra actriz habría sido un arquetipo”, asegura Adell. En su carrera -en gran medida de la mano de Raoul Walsh y la Warner- sobresalían personajes que combinaban “la dureza exterior con la vulnerabilidad interior”. Su fachada de voz áspera, la femme fatale que dibujó en They Drive by Night, acababa por hacerse añicos y desmoronarse.
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