El bombazo saltaba hace apenas unos días: Luca Guadagnino (Io sono l’amore, A Bigger splash y la esperadísima Call me by your name) dirigirá a Jennifer Lawrence en Burial Rites: un filme sobre la última mujer condenada a muerte y ejecutada en Islandia: Agnes Magnusdóttir. Pero, ¿quién fue de verdad Agnes y cuál es la historia real de este proyecto?
Alias Grace es el primer título que les ha venido a la mente a muchos después de conocer Burial Rites. Pero lo cierto es que la película no sale a rebufo de la serie de Netflix como muchos se han apresurado a asegurar, sino que lleva años en preparación. Lionsgate confirmó que la ponía en marcha en 2013 cuando, además de Lawrence como protagonista, tenía a Gary Ross en la dirección, responsable de la primera parte de Los juegos del hambre. La reunión del tándem era uno de los platos fuertes.
Tras cuatro años de silencio, Variety publicaba la exclusiva de que TriStar Pictures retomaba el proyecto y Guadagnino relevaba a Ross como director. Las razones no han trascendido, pero lo cierto es que el italiano aún tiene pendiente el estreno de su remake de Suspiria y el rodaje de Rio con Jake Gyllenhaal, Benedict Cumberbatch y Michelle Williams.
Jennifer Lawrence, eso sí, se mantiene como la actriz encargada de dar vida a Agnes Magnusdóttir, ejecutada en enero de 1830, acusada junto a Friðrik Sigurðsson de haber asesinado a dos granjeros dos años antes. Ella tenía 32 años, su cómplice sólo 17.
La historia real es digna del mejor capítulo de Game of Thrones. Los dos hombres fueron golpeados con un martillo y apuñalados 12 veces antes de que Agnes prendiera fuego a su granja en marzo de 1828. Después, alertó a los vecinos del incendio con el que intentó tapar su asesinato. No coló. Tanto ella como su cómplice acabaron detenidos, condenados a muerte y ejecutados una más que fría mañana de enero en Húnavatnssýsla, donde un memorial recuerda aún sus muertes. El hacha con la que los ejecutaron llegó desde Dinamarca y sigue hoy en el Museo Nacional de Islandia. Cuentan que las cabezas de Agnes y Friðrik colgaron durante días de dos troncos para escarnio público y tranquilidad de los granjeros vecinos. El verdugo no fue otro que el hermano de una de las víctimas.
Segunda adaptación cinematográfica
Parece que a Hollywood no debió de gustarle mucho la adaptación cinematográfica que el islandés Egill Eðvarðsson hizo del caso real en 1995 con Maria Ellingsen como protagonista y el hoy célebre cineasta Baltasar Kormákur en el reparto. La major esperó a que en 2013 –casi 20 años después del filme– la australiana Hannah Kent convirtiera la historia en una novela y así comprar los derechos.
Kent, que tampoco debía de haber visto la película, descubrió la historia de Agnes por casualidad mientras, a los 17 años, era estudiante de intercambio en Islandia. La historia la fascinó hasta tal punto que la convirtió en el objetivo de su proyecto de posgrado sobre mujeres asesinas a lo largo de la historia.
“Traduciendo varios documentos sobre el caso vi que en múltiples ocasiones se la describía con palabras como demonio, bruja o araña”, explicaba la autora. Su intención era acabar con la demonización de Agnes Magnusdóttir por un crimen del que ella fue considerada la cabeza pensante pero que, en realidad, tuvo dos condenados más.
Sigridur Gudmundsdóttir fue la otra criada acusada del doble asesinato. Tanto ella como Agnes defendieron durante el juicio que todo había sido idea de Friðrik Sigurðsson, que tenía una enemistad manifiesta hacia uno de los asesinados. El tribunal nunca entró a analizar los motivos que pudieron llevar a las dos mujeres a participar en un asesinato así. Sin embargo, hay sospechas de que las víctimas, Natan Ketilsson y Pétur Jónsson, habrían abusado de ellas. Sigridur, que tenía sólo 16 años, fue condenada a cadena perpetua en Dinamarca.
Islandia nunca ha olvidado un caso tan estremecedor como éste, en el que, además, un representante masculino de cada granja fue enviado para ser testigo de la ejecución. Hacía 40 años que nadie era condenado a muerte en el país, pero pasaron otros muchos, concretamente hasta 1928, hasta que la pena de muerte fue abolida oficialmente.
“Luca Guadagnino es un narrador magistral que capta de forma brillante la condición humana en sus películas”, aseguraba la presidenta de TriStar, Hannah Minghella. Nadie mejor que el director italiano, aseguraba, para retratar “la crudeza, brutalidad y poesía” de la historia de Agnes. Como admiradora de Guadagnino creo que, pese a sus excelentes retratos femeninos, el proyecto parece corresponderse mucho más con Ross. Habrá que esperar para ver si Burial Rites está más cerca de Los juegos del hambre, o El piano, o La letra escarlata.
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