Juan Diego Botto cuenta que Penélope Cruz le propuso escribir una historia “de celos” para interpretar juntos, pero el actor argentino-español fue incapaz de escribirla y, entonces, junto a Olga Rodríguez, periodista y escritora especializada en derechos humanos (también su pareja), fraguó En los márgenes, su primer largometraje. La cinta se estrenó el pasado 7 de septiembre tras pasar por los festivales de Venecia y San Sebastián y, aunque es una clara herramienta para la concienciación social (tampoco hay nada de malo en ello, ¿no?), consigue mantener al espectador en vilo y, al más sensible, impotente y lacrimógeno.
Existe una frase, de esas que se atribuyen a varios y muy dispares celebridades, que reza: “El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad”. Un ser bondadoso es un ser con una inclinación natural a hacer el bien. Así es Rafa, el personaje interpretado por Luis Tosar y quien resulta el hilo conductor de una historia que, durante unas escasas 24 horas, nos aproxima a varias familias en situación de vulnerabilidad. Tosar es un sacrificado abogado y activista a costa de restarle tiempo a su familia: y no porque no le importe, sino porque le es muy difícil obviar y no atender los problemas de las personas a las que ayuda. Así, consigue hacer perder la paciencia de su mujer, una trabajadora social interpretada por Aixa Villagrán, quien deja, por esta vez y muy satisfactoriamente, la comedia a un lado. No obstante, se gana la simpatía de su hijastro (Christian Checa), un chaval que tiene la oportunidad de verle en acción durante una de sus jornadas de trabajo y constatar que su padrastro es lo que describiríamos como un “buen tipo”.
Tramas que contribuyen a mostrar las desigualdades de nuestra sociedad
Otra de las tramas que sostienen la historia nos presenta a Penélope Cruz, una madre a punto de perder su casa, y a su lucha, junto a una plataforma antidesahucio, por evitarlo. La consagrada actriz agrava la voz y adquiere los síntomas propios de la ansiedad para que olvidemos a la glamourosa estrella internacional que se pasea por los grandes festivales del mundo. Si bien es complejo: nos atrevemos a decir que solo un actor completamente desconocido nos lo permitiría, la intérprete de Madres paralelas (Pedro Almodóvar, 2021) vuelve a dar la talla. Adelfa Calvo, ganadora de un Goya por El autor (Manuel Martín-Cuenca, 2017), también forma parte del elenco y ofrece una de las escenas más emotivas gracias a la apabullante presencia con la que se deja llevar ante la cámara.
Durante sus casi dos horas, la ópera prima de Botto nos fija la mirada en la vida de familias con existencias duras, angustiosas por inciertas y que nos recuerdan a algunas de las tramas sociales de films de finales de los 90 y principios de los 2000 que tuvieron lugar en España: Solas de Benito Zambrano, Mataharis, de Iciar Bollain o No tengas miedo, de Montxo Armendariz, compartiendo también cierta estética austera y gris que brinda todo el protagonismo al mensaje. Las intenciones del director, quien tiene algunas escenas como actor rescatando su casero acento argentino, son buenas y no podían ser otras; el padre de Juan Diego Botto fue uno de los desaparecidos durante la dictadura de Videla en Argentina y el intérprete siempre ha demostrado tener un fuerte compromiso social dentro y fuera de la pantalla. Durante sus casi dos horas, nos acercamos a esa parte de la sociedad que desespera y que tiene problemas re-a-les. La verdadera magia vendría en hacer algo más que flagelarnos en el metro de camino a casa mientras volvemos a nuestras vidas y pensamos en qué hacer para cenar. Quizás una sopa, que ya refresca.
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