‘Flee’, crónica de una odisea contemporánea

Recostado sobre el sofá de una austera habitación, el refugiado afgano Amin cierra los ojos y comienza a narrar, por primera vez, la verdadera historia de su vida. Al otro lado de la sala, el cineasta Jonas Poher Rasmussen le escucha atentamente. El segundo largometraje del director danés, Flee, es un documental de animación que relata la historia real del joven refugiado. Estamos, por tanto, ante un tema de mucha actualidad que requiere cierta delicadeza, y Poher Rasmussen lo sabe, por lo que recurre por primera vez en su carrera a la animación, un formato que le permite recrear al detalle las vivencias de Amin y, a su vez, proteger su identidad. Flee, que aterriza hoy en nuestros cines, nos introduce en una historia real a través de algo muy íntimo: una conversación privada. Una escena de confianza y vulnerabilidad que el espectador presencia cual sigiloso observador.  Durante los próximos noventa minutos, cineasta y narrador nos sumergen en un intenso relato de pérdida, soledad y redescubrimiento que, aún hoy, sigue siendo la realidad de muchos.

El pasado martes, la Academia del cine estadounidense anunciaba las nominaciones a los premios Óscar, donde Flee recibió tres nominaciones en las categorías de Mejor Película de Animación, Mejor Película Documental y Mejor Película Internacional, convirtiéndose en la primera película en cosechar esas tres nominaciones. Y es que más allá de ser un documental de animación, Flee es un proyecto internacional y colectivo: una coproducción entre Dinamarca, Francia, Suecia y Noruega, fruto de una colaboración entre las productoras Final Cut for Real, Sun Creature, Vivement Lundi, Most Film y Vice Studios, entre muchas otras. El proyecto también ha contado con la participación de los actores Riz Ahmed y Nikolaj Coster-Waldau, que ejercen de productores ejecutivos. Ganadora de más de 40 premios internacionales incluyendo el Gran Premio de Sundance, Mejor Película en Annecy, los de Mejor Película de Animación y Mejor Documental de la Academia del Cine Europeo, Flee también estuvo seleccionada en los festivales de Cannes y San Sebastián del año pasado.

En los últimos quince años, el género del documental ha hallado en la animación un terreno fértil sobre el que plasmar crudas realidades. Al mismo tiempo que la crisis financiera de 2008 sacudía la sociedad global, largometrajes animados como Vals con Bashir (2008, Ari Folman) revolucionaron el género documental. Al exitoso filme de Folman le siguieron otros títulos como Crulic – El camino al más allá (2011, Anca Damian), 30 años de oscuridad (2011, Manuel H. Martín) o La Imagen Perdida (2013, Rithy Pahn). En un momento de incerteza y receso económico, el documental había encontrado un refugio en la animación; nutriéndose de nuevas posibilidades creativas sin depender exclusivamente de imágenes y localizaciones físicas. En ese sentido, Flee no innova demasiado; se limita a seguir el canon establecido por Folman sin arriesgar ni sorprender en el aspecto formal.

No obstante, la verdadera magia de Flee reside en su humanismo. Su estructura narrativa, que combina el flashback con la conversación que protagonista y director tienen en el presente, nos deja entrever toda la complejidad y vulnerabilidad de Amin, adentrarnos en sus pensamientos y acompañarle en su odisea. Bajo la batuta de Poher Rasmussen, Amin se convierte en un Ulises contemporáneo, embarcado en un doble viaje para encontrar, no sólo un nuevo hogar, sino también su verdadera identidad. En ese sentido, la película gana fuerza en las escenas de mayor peso emocional, como la catártica secuencia del club nocturno al son de Daft Punk; una escena capaz de encoger cualquier corazón.

En su conjunto, Flee es un proyecto hecho con una ternura sobrecogedora. Tiene algunos puntos débiles en lo formal – la decisión de mezclar imágenes de archivo con animación en ocasiones interrumpe el relato y lo enfría – pero quedan eclipsados por su capacidad de retratar una crisis global desde un punto de vista tan íntimo. Como si se tratara de una matriohska rusa, Flee alberga en su interior un deslumbrante relato del devenir adulto.

Sara Vega
Acerca de Sara Vega 7 Articles
Licenciada en Periodismo y Máster en Estudios del Cine y Audiovisual Contemporáneos por la Universidad Pompeu Fabra. También estudié Cine y Medios en la Universidad de Stirling. Me entusiasma el género de terror, al que he dedicado mi disertación final del máster, y siento especial debilidad por Possession de Żuławski. He escrito sobre el mundo del cine en El País y actualmente colaboro en el programa de actualidad cinematográfica Última Sessió. Miembro del XVII Jurado Joven del Festival de Sitges.

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