El periodista y escritor Toni Garcia Ramon (Mataró, 1971) dejó el mundo de los festivales de cine hace unos años, cansado por la rutina de los viajes y el vaivén de películas y entrevistas con actrices y actores, directores y guionistas. Afirma no sentir nostalgia ni melancolía por volver a ese ruedo, aunque ahora nos deleita con un libro muy especial, Mata a tus ídolos, fruto de sus veinte años de trayectoria. En él nos relata más de una treintena de anécdotas vividas junto a grandes nombres de la Meca del Cine. Tom Hanks, Helen Mirren, Philip Seymour Hoffman, Willem Dafoe, Scarlett Johansson y Donald Sutherland son algunas de las celebridades que se han sentado frente a él y que ahora tenemos ocasión de conocer un poco más de cerca aunque sea a golpe de chascarrillos.
El libro es un buen cóctel de grandes nombres de la interpretación. ¿Te imaginabas tener tal colección de estrellas en tu libro?
He trabajado en muchos medios grandes y he tenido la oportunidad de entrevistar actores, directores y guionistas de gran calibre, pero lo que me sorprendió es acordarme de tantas anécdotas con ellos. Y eso fue gracias a mi amigo y compañero Xavi Torres, que menciono en el libro e hizo la primera corrección del libro, afinando fechas, nombres y lugares.
Un día un buen amigo mío, Malcolm Otero, me comentó que todas esas anécdotas que iba contando entre amigos podrían ser un libro. Fue insistiendo y entonces empecé a tomar notas y escribí el primer capítulo, dedicado a mi madre. El gran reto era lograr contar lo que me pasaba cuando iba a festivales y hacer que la escritura captara el humor que yo le suelo dar a la anécdota cuando la cuento.
Con este libro no solo ‘matas’ a tus ídolos sino que también revelas las bambalinas de un mundo edulcorado y eclipsado por el brillo de las celebridades. Habiéndolo vivido de cerca, ¿crees que hay más tela que cortar?
Siempre hay más tela que cortar, pero no la voy a cortar yo. (Ríe) Hay una percepción muy elevada del glamur, las alfombras rojas y el mundo del estrellato y la realidad es que hay actores que huelen mal, actrices que son maleducadas y entrevistas que son un auténtico desastre. Pero en la mayoría de casos no te vas a centrar en esas cosas. He querido jugar un poco a ser el gamberrete que te explica cosas que los demás no te han contado o que te han contado muy por encima y he aprovechado para ponerlas por escrito porque he estado allí.
En el libro hablas de las diferentes experiencias que te ha reportado cada uno. ¿Con cuál de ellos repetirías (incluso en el caso de las que han venido con sorpresa) y cuál definitivamente lo dejarías en el olvido?
He tenido ocasión de repetir con muchos de ellos, con lo cual no tengo intención de dar más oportunidades. Me he llevado muy bien con Al Pacino, Geoge Clooney o Bill Murray, por poner algunos ejemplos, mientras que no repetiría con Tommy Lee Jones, Denzel Washington, Melissa Leo ni Anthony Hopkins, entre otros. Todos tenemos malos días, pero cuando ves que un actor tiene cinco de malos seguidos, a lo mejor el malo es él y no el día.
La pasión por el cine te viene de pequeñito y gracias a los videoclubs. Ahora con tantas plataformas ¿te gustaría ser un niño del siglo XXI?
No, en absoluto. No tiene ninguna gracia porque ahora te pasas el rato haciendo scroll en una plataforma, mientras que antes tenía mucha más emoción. Mirabas las carátulas de las películas, esperabas a ver si alguien devolvía alguna que te interesaba, te pasabas horas esperando… Nadie te recomendaba películas con un algoritmo, sino que te lanzabas a la aventura del videoclub. Celebro muchísimo haber sido un niño de finales del siglo XX, me parece una mierda que hayan cerrado casi todos los videoclubs y me jode muchísimo que haya casi desaparecido el formato doméstico porque yo sigo teniendo mis películas, que algunas de ellas no están en ninguna plataforma, y de vez en cuando me las pongo en mi reproductor de Blu-ray.
“Me encantaba lanzarme a la aventura del videoclub. Ahora con las plataformas no tiene ninguna gracia elegir películas”
Muchas personas desconocen cómo se desarrollan las entrevistas con famosos. Con tu libro les abres una ventana fantástica para vivirlo más de cerca. ¿Temes romper ilusiones con tus anécdotas?
No lo creo porque lo trato con sentido del humor. Ahora bien, quizá se repiensen salir de copas con su ídolo.
Yo siempre aconsejo acudir a cualquier encuentro con pocas expectativas porque así es casi seguro que saldrás ganando. El problema con las estrellas es que muchos se consideran casi dioses del Olimpo y no tienen a nadie que les rechiste o les cuente las verdades.
Si eres capaz de manejarte en el mundo de la mitomanía y tener bajas expectativas verás que te irá bien.
En algunos casos confiesas haber tenido la sensación de que en los próximos años ese mismo actor o actriz dejará de tener tanta frescura. Te pasó con Scarlett Johansson a quien tuviste ocasión de entrevistar por su película, Lost in translation, que la catapultó finalmente a la fama. Es una lástima que pierdan naturalidad.
Cuando llegan a cierto nivel de ganancias o estrellato todo se vuelve mucho más robótico porque a su alrededor se genera una especie de dinámica de control de daños permanente que tiene que ver con la fiscalización de lo que dicen. Tienen una lupa tan grande encima de ellos todo el día, acrecentada por el uso perverso de las redes sociales, que les obliga a controlar todo lo que dicen y hacen cada día. Y eso los vuelve muy aburridos. No es que diga que lo sean sino que lo parecen.
Las estrellas de Hollywood siempre han tenido un aura de glamur y misterio a su alrededor. ¿Crees que con las redes sociales ese halo se perderá para siempre?
Cuando empecé no había redes sociales y es cierto que todo era un poco más espontáneo, mientras que ahora la fiscalización es mucho más exhaustiva. Las redes sociales tienen un problema y es que amplifican cualquier estupidez que puede convertirse en una polémica mundial. Algunas estrellas intentan mantener un perfil bajo por ello y así evitar que nadie te pueda meter en un lío, ya que el escrutinio actual es salvaje.
¿Y en tu caso también te has tenido que censurar en redes sociales?
Yo no me censuro, no (ríe). En mi caso, por ejemplo, no mezclo el trabajo con mi Twitter. Tampoco suelo hacer autobombo de las cosas que hago. Quizá algún día publico algo sobre mi podcast, pero poco más.
“Hollywood tiene la suficiente entidad para crear estrellas sin necesidad de las redes sociales”
Y en este sentido, ¿en qué ha quedado la esencia de estrella para las nuevas generaciones?
Tenemos una visión sesgada de lo que son las redes sociales. Todavía hay mucha gente que no tiene perfiles o que apenas publica nada allí. Las grandes estrellas del futuro prescindirán de ellas y quizá tendrán a alguien que las gestione. Bajo mi punto de vista, que en una producción se tenga en cuenta sumar millones de seguidores de los actores no sirve para nada. Hollywood tiene la suficiente entidad para crear estrellas auténticas sin necesidad de recurrir a las redes sociales, que no son ningún factor decisivo a la hora de hacer cine.
Tanto la industria en general como los medios de cine cada vez destinan menos presupuesto al periodismo in situ. ¿Te ha afectado especialmente en los últimos años de profesión?
Siempre se han hecho muchos phoners (entrevistas por teléfono), pero no tengo la impresión de que se viajara menos. Hasta hace poco, que me dedicaba a ello, viajaba constantemente para hacer entrevistas presenciales. Ahora bien, por el Covid-19 sí es cierto que se hacen más phoners y zooms, lógicamente.
Las entrevistas in situ dependen mucho del medio para que trabajes, del peso de tu país en la taquilla mundial, del impacto que generen tus publicaciones, de tus contactos en las distribuidoras… Son un montón de factores que van sumando en una ecuación un tanto extraña.
En este sentido, en el libro comentas que España ha ido perdiendo importancia en el mercado mundial.
Sí, pero todo coincide con la eclosión de países como China, Japón, la India, Rusia o incluso Corea del Sur, un país que se ha vuelto más estratégico que España. No sé si vamos a recuperar el peso que teníamos antes, aunque tampoco es que lo hayamos perdido del todo porque somos un país importante, pero, claro, ya no es lo mismo.
En los contratos de promoción normalmente la estrella firma unas seis paradas, con lo cual España suele quedarse fuera. También ocurre con el sorteo de las nominaciones (plazas para periodistas que hagan entrevistas). Antes España era un país potente y se notaba porque tenía más nominaciones y ahora tiene casi la mitad o menos. Eso se traduce en qué menos periodistas de medios españoles tienen acceso a entrevistas a actores internacionales.
¿Por qué dejaste el mundo de los festivales? ¿Te aburría?
Soy muy ecléctico y me canso bastante de las cosas rutinarias. Además llevaba ya más de veinte años, cosa que me sorprende viniendo de mí, y se había hecho algo muy rutinario: coger el avión, ir al hotel, hacer la entrevista, volver, luego otra vez… Al final me aburría y creo que es mejor dar paso a nuevas generaciones que tengan las ganas que a mí ya me faltaban. Aunque me sigue apeteciendo escribir. Por eso todavía vuelvo a entrevistar si las circunstancias son “proclives”. También escribo en la revista online Serielizados y cada dos años voy a los estudios de Pixar a entrevistar al director de la siguiente película. Tengo buenos amigos que me invitan y voy encantado.
Pero volver a los festivales lo descarto porque me parecen larguísimos, implacables con el cerebro porque tienes que ver cinco películas al día y yo ya estoy mayor.
Gran parte de las experiencias que cuentas tienen lugar en el Festival de Venecia. ¿Es el que más jugo ofrece a los periodistas?
El que más jugo da es Cannes por el número de estrellas, pero el más cómodo es el de Venecia, todo un espectáculo. Es más reducido y accesible, mientras que en Cannes el sistema de clases que tiene es un rollo.
Sitges, sin embargo, es el Festival más emotivo para ti. ¿Te ha quedado algún festival de cine pendiente por descubrir?
La verdad es que no, aunque sí que me gustaría ir al Festival de Sundance de Estados Unidos. He estado en la ciudad, pero no durante el festival, ya que es muy complicado. Necesitas invitación y justo cuando tenía una no pude ir por cuestiones personales. Puede que si surge una nueva oportunidad en el futuro lo cubra.
A más de uno, como era el caso de tu madre tal y como cuentas en el libro, le puede sorprender que se pueda vivir de este mundo de las entrevistas de cine. ¿Alguna vez te han preguntado cómo lo haces para sobrevivir sin caer en el intento?
Uno se apaña con lo que puede y cuando trabajas para un medio potente como fue mi caso todo es un poco más fácil. Mi madre no entendía nada de lo que hacía porque tampoco le interesaba mucho el cine. Conocía a George Clooney porque le gustaba la serie Urgencias y luego conocía a Tom Hanks porque le encantaba Forrest Gump, pero no entraba en temas cinéfilos. Todo este mundillo le importaba muy poco.
Ahora es verdad que todo se ha vuelto más precario. Por eso, cuando vi que perdía dinero en festivales y no me salía a cuenta lo dejé.
También tienes oportunidad de retratar en el libro la falta de profesionalidad por parte de algunos actores. ¿Son estos los peores momentos de tu oficio?
Pues no del todo, ya que puedes superar a un mal actor, pero no a un mal compañero. Lo peor que te puede pasar en esta profesión es que tengas que compartir entrevista con alguien que no sepa desenvolverse en este oficio.
Porque al final si un actor está de mala hostia también puedes aprovecharlo si sabes hacerlo bien.
“En una entrevista puedes superar a un mal actor, pero no a un mal compañero”
Es como lo que se cuenta de que con un mal guion nunca harás una buena película, mientras que con un buen guion puede salir una mala película.
Bueno, depende porque también puedes hacer una buena película con un mal guion. No creo que sean ecuaciones fijas, ya que influyen un montón de factores. Hay personas con una capacidad visual como David Fincher que con guiones con giros flojos como el de The Game sabe cuadrar el círculo todo el rato.
¿Te han quedado anécdotas suficientes en el tintero para hacer una segunda parte?
Estoy escribiendo un nuevo libro, pero de este no habrá secuelas ni remakes. Porque simplemente no tengo más material. Lo que creo que tenía potencial ya está en este libro. Sí que es verdad que me he guardado algunas, pero las he descartado porque o bien no tienen suficiente entidad o son demasiado salvajes y quizá en determinados contextos se podía malinterpretar por ser racistas o sexistas.
Mi libro se enmarca dentro del género frívolo y punkie, que en España no se había tocado mucho. Recuerdo los libros de Jaume Figueras y Diego Galán, pero uno con este tono faltón que yo he utilizado creo que todavía no se había hecho. Creo que es el primero de su especie en España y me gustaría sentar un precedente para que compañeros míos se sumen como Luis Martínez, Sergi Sánchez, Gregorio Belinchón… Me encantaría ser el padre de todos sus libros.
“Hay que pensar cómo podemos revitalizar los cines sin tener la gran carta de Hollywood”
La industria del cine está viviendo tiempos convulsos marcados por el Covid-19. ¿Cómo ves la evolución del sector a corto plazo?
Creo que 2020 está perdido y 2021 también. Mi única duda reside en si el ecosistema de salas que conocemos ahora va a sobrevivir. Lo que estamos viendo es un proceso que ya estaba pensado y estructurado, pero se ha acelerado como cien veces por culpa de la pandemia. Lo que iba a acontecer en un lustro se ha producido en tan solo unos meses. Tenemos rumores de que la nueva de James Bond va a ir directamente a streaming y que la de Wonder Woman también va a saltar de su fecha prevista para Navidad. No creo que haya blockbusters en el cine hasta primavera del año que viene y estoy siendo muy optimista. Mi faro en este asunto es Steven Spielberg, que tenía que estrenar su nueva versión de West Side Story para estas Navidades y la movió un año entero.
Lo que no soporto y no entiendo es el discurso de algunos exhibidores diciendo que no es para tanto y que en enero todo cambiará. Creo que tienen que hacerse a la idea de que este paisaje puede durar mucho tiempo y que empiecen a poner en valor otros patrones de conducta en los cines y otras dinámicas para programar en las salas que no estén siempre a merced de los blockbusters. Porque el problema es que hemos montado un sistema que depende únicamente de las grandes películas de Hollywood. Y cuando no las hay este sistema se va a tomar viento. Entonces, lo que tenemos que intentar ahora es poner en valor el cine español, el cine independiente, las sesiones dobles, volver un poco a ese espíritu de que cuando vas al cine vas a tener una experiencia, a vivir un evento. Los cinéfilos vamos a seguir yendo al cine. El problema es el público ocasional y este no va a volver a los cines a menos que le des algo que le apetezca. Hay que ver cómo conseguir que vuelva ese público a las salas y creo que esa es la cuestión primordial, más allá de seguir mirando el calendario a ver cuándo viene el primer blockbuster. Porque te puedes pasar siete meses esperándolo. Hay que pensar cómo podemos revitalizar los cines sin tener la gran carta de Hollywood y pensar en reinventarse porque sino el resultado será mucho peor.
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