La simbiosis entre las salas de cine de autor y su público

Patio de butacas del cine Kubrick, en Vilafranca del Penedès (Barcelona).

El sector de la exhibición está copado por grandes cadenas de multisalas que cada fin de semana aglutinan la mayor oferta de títulos de estreno y, a su vez, concentran el mayor número de espectadores. En el otro lado de la balanza se encuentran las salas especializadas en cine de autor como pueden ser las salas alternativas, los cines de barrio y los cineclubs, que tienen como objetivo ofrecer una programación basada en cine de calidad, catalogado en su mayoría como ‘cine de autor’ y de difícil acceso por salirse de lo común. ¿Pero cómo consiguen resistir frente a la hegemonía asfixiante de los grandes exhibidores?

De la misma forma que un artista se debe a su público, un cine se debe a sus espectadores. La simbiosis que se establece entre ambos es esencial para la supervivencia de cualquier sala de cine de autor. Solo así se puede entender que pueda perdurar en el tiempo.

A lo largo de su trayectoria deben proyectarse películas bajo una programación que busque no solo cumplir con el deseo de traer lo mejor del cine, sino también ofrecer al público las propuestas cinematográficas que a menudo no están a su alcance. Con las nuevas plataformas se han roto barreras y cada vez resulta más difícil competir en la exhibición cinematográfica, pero por ese motivo cada sala de cine debe hacerse valer por su valor añadido: la proyección en un espacio diseñado y creado exclusivamente para que se luzca el cine con todo su esplendor, porque, al fin y al cabo, allí es donde mejor se disfrutan las películas.

En los últimos años hemos podido ver cómo iniciativas que podían parecer una utopía, como es la apertura de una sala de cine, han podido sobrevivir gracias al empuje de sus impulsores, pero sobre todo al público que se ha ido volcando con ellas. La sala Phenomena en Barcelona, la Sala Equis en Madrid (antiguo Cine Alba, la última sala de cine X que cerró), el cine Rambla d’Art de Cambrils, y la más reciente de todas ellas, el Cinema Edison en Granollers, son algunos ejemplos de este movimiento que se ha ido generando por amor al cine. De todas ellas podemos decir que han nacido con el denominador común de encontrar su propio público y fidelizarlo con cada nueva proyección y/o evento organizado. Para algunos de ellos la clave de todo reside en buscar la diferenciación respecto de la feroz competencia de los multicines y conseguir crear nuevas experiencias entorno al conocido como séptimo arte.

Sin embargo, no es una tarea fácil encontrar a tu público y, aun menos, atraer de nuevo. Pero sea de una forma o de otra, lo que está claro es que el cine sigue cautivando espectadores y la dificultad está en saber construir un nicho de público con el cual poder llenar el vacío que genera un sector de la exhibición demasiado influenciado por las majors y sus franquicias.

Lídia Oñate
Acerca de Lídia Oñate 93 Articles
Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Pompeu Fabra y Máster en Dirección de Redes Sociales y Marketing Digital por Fundeun – Universidad de Alicante. Actualmente me encuentro inmersa en la distribución cinematográfica, un sector que vivo de lleno desde la comunicación y el marketing. Me encantan las bambalinas del mundo televisivo y cinematográfico, viajar (tanto cerca como lejos), hacer fotos de paisajes y gastronomía que luego irán a mi Instagram, disfrutar con la Historia y echar una partidas al Monopoly, la Play o lo que se tercie. Porque sí, la diversión en la vida es importante. Y el cine ayuda. Me podéis contactar en lidiaonate@industriasdelcine.com.

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