¿Evolucionar o morir?
Thierry Fremaux, director del festival de Cannes, hacía una declaración hace unos días sobre su relación con Netflix. Comentaba que las grandes plataformas de streaming producen “híbridos” que no son ni cine, ni televisión, y que la historia del cine y de Internet son dos cosas diferentes.
Así pues, según Cannes, The Irishman (nuevo film de Martin Scorsese), Okja o Mudbound, que se coló en los Oscar de este año, no son consideradas películas. ¿El soporte debería definir la obra? Si un escritor, no consigue editorial y publica su novela en pdf para ebooks, ¿No podremos llamar a su obra “libro”? Para los exhibidores franceses la respuesta es no. Y es que según la federación de cines franceses, un estreno únicamente en online, pone en duda su naturaleza como obra cinematográfica.
Todo esto se remonta a la edición de Cannes del año pasado, en la que seleccionaron dos “películas” producidas por Cannes a competición. La federación se opuso a este hecho, puesto que Netflix se negó a aceptar su estricta regulación. Una vez estrenadas las películas en las salas de cine, tienen un plazo de 36 meses de espera, para estar disponible en streaming (plazo que la ley establece para la explotación digital en un servicio de subscripción VOD).
Estamos en el año 2018, y esta rigidez en las ventanas de exhibición son las causantes según muchos especialistas de la proliferación de la piratería audiovisual, además de ser considerada una práctica obsoleta al no adaptarse a la situación actual y negarse a coexistir con las plataformas VOD. Las películas quedan secuestradas y olvidadas durante 36 meses, cuando quizás solo han estado una semana en cartel. Si se adelantara la explotación online, se podría aprovechar las ventajas de mantener el recuerdo fresco de la campaña de promoción de la película.
Pedro Almodóvar, presidente del jurado en 2017, hizo un manifiesto donde comunicaba su intención de no premiar a las películas de Netflix, ya que estaba en desacuerdo con la manera de operar de la plataforma y transmitía ese miedo por los cambios en los hábitos de consumo audiovisual. El director manchego declaraba: “Bajo ninguna circunstancia, deben (las plataformas digitales) cambiar los hábitos de los espectadores.”
Pero es que ese cambio ya ha llegado, y como comentaba Will Smith, su compañero en el jurado, sus hijos de 16, 18 y 24 años consumen Netflix, también van al cine, pero hay algunas películas que prefieren ver en casa a través de la plataforma. A la vez, explicaba cómo el VOD, les había permitido ver películas que no habrían visto de otro modo, ya que no estaban disponibles en sus salas de cine cercanas, y sentenciaba, que sólo había hecho que extender el conocimiento cinematográfico de sus hijos. Lo que Smith quería transmitir, es que se trata de dos sistemas complementarios para disfrutar del cine de diferente manera.
Otra personalidad que entró el año pasado en la polémica, fue la actriz y productora ejecutiva Tilda Swinton. Tras su paso por el festival con Okja, comentaba que “ hay centenares de películas en Cannes que la gente no verá en salas de cine”. Películas que el público solo tiene la posibilidad de descubrir a través de las plataformas online como Netflix, que llega a 190 países consiguiendo democratizar el acceso al cine en todo el mundo. Por otro lado, Swinton hacía énfasis en la oportunidad que se le había brindado a Bong Joon-Ho desde la plataforma, ofreciéndole libertad creativa y apoyando la financiación con 30 millones de inversión, después de que el proyecto fuese rechazado en Hollywood y en Corea del Sur.
Otros festivales internacionales de clase A, como Venecia, han decidido no compartir la política de Cannes, siendo más flexibles. Su director, Alberto Barbera, declaró que Netflix y Amazon son dos nuevos actores del mercado internacional y que no es su deber vetar sus producciones por la forma en que se exhiben, sino seleccionar las películas por su valor cinematográfico. Según Barbera, “si directores famosos como los hermanos Coen o Martin Scorsese se dejan producir por plataformas online, aceptan las reglas del juego. No veo por qué tenemos que discriminarlo en la selección. Tenemos que acostumbrarnos a que las salas seguirán, pero también a otras formas de ver cine”. Venecia fue el primer festival, en aceptar en competición una producción de Netflix (Beasts of no nation).
Times are a-changing pero parece que Cannes aún no se ha enterado. La resistencia al cambio y el rechazo a los nuevos modelos de distribución cinematográfica, a corto o largo plazo, les traerá consecuencia negativas. Este año han continuado creando polémica prohibiendo el selfie en la alfombra roja, y no han mostrado demasiado empeño en trabajar por la igualdad de las mujeres en el cine (solo 3 de los 21 films a competición oficial están dirigidos por mujeres). El elitismo del festival y su inmovilismo van a tener que adaptarse a los cambios y actualizarse, si quieren seguir siendo el festival cinematográfico más importante del mundo, representativo de la actualidad del séptimo arte.
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