‘Armas de mujer’: “Si quieres algo, ve a por ello”

El cine es historia viva de nuestra sociedad. La manera de ser y vivir, la forma de pensar, las convenciones sociales… Prácticamente todo queda reflejado de un modo u otro en los diferentes filmes que se realizan a lo largo de cada época. Armas de mujer, dirigida por Mike Nichols, es un pequeño reflejo de su tiempo, finales de los años 80; su sociedad, la norteamericana; y su contexto, el mundo laboral de los negocios. Aun así, hay muchos elementos que nos permiten identificar la historia de la protagonista con el tradicional argumento de superación en el que se cumple el sueño americano.

Tess McGill (Melanie Griffith) es una chica que apenas ha alcanzado la treintena y pese a llevar años intentando labrarse un futuro exitoso en el cual se sienta realizada, su condición de mujer le ha impedido cumplir con tan ansiado objetivo. Ahora bien, su perseverancia finalmente la lleva a caminos hasta entonces desconocidos. En el otro lado del tablero se encuentra Katherine Parker (Sigourney Weaver), una ejecutiva triunfadora que ha conseguido hacerse un hueco en un mundo lleno de hombres. Además es guapa, joven y está a punto de casarse, con lo cual todo parece irle bien. Las dos caras de la moneda justo se acaban de encontrar, cuando de pronto aparece la oportunidad de oro para Tess: Katherine sufre un percance durante sus vacaciones en la nieve. Una lesión en el pie la mantendrá apartada de su oficina de trabajo unas semanas.

La carrera por desmarcarse dentro de la empresa justo acaba de empezar. Hasta ese momento, somos testigos de todas las dificultades e incomodidades que debe afrontar Tess: las barreras sociales impuestas por unos compañeros que la infravaloran y se mofan de ella, la imposibilidad de ascender más allá del denominado techo de cristal (muy bajo en esa época) e, incluso, el acoso sexual de algunos hombres que ven una oportunidad de sacar provecho del interés de la joven por mejorar su situación laboral. Todo esto, que hoy en día es totalmente reprochable y hasta punible legalmente, se mostraba en una película de 1988 como una práctica habitual permitida y vista de forma condescendiente. Aunque lo peor está por llegar cuando su propia amiga le sugiere que si su novio (interpretado por Alec Baldwin con una conducta que raya lo machista en casi todo) le ha puesto los cuernos perdonarle es la mejor opción. Con amigas así, quizá tener enemigos esté sobrevalorado.

A través de Tess vivimos el reconfortante camino al éxito a base de esfuerzo y trabajo, como es de esperar, recompensado. En dicho proceso, aparece Jack Trainer (Harrison Ford), un hombre clave para sus negocios que la intentará seducir, aunque de forma más honesta que los demás. Es la figura del caballero que se promueve desde los despachos de Hollywood, que a su vez pondrá en cuestión la lucha de la mujer feminista con diálogos un tanto satíricos sobre el prejuicio que tanto hombres como mujeres tienen en reuniones informales. Armas de mujer dio alas al movimiento feminista, pero sin dejarle levantar el vuelo, no fuera a ser que la ‘pájara’ se acabara escapando.

El desarrollo de los acontecimientos, a caballo del thriller y la comedia romántica, se culminará con una habitual bajada a los infiernos de la protagonista para que, en este caso la heroína, pueda superar el último umbral y convertirse en aquello por lo que tanto había sufrido y batallado. He aquí como todavía resuenan en su cabeza las palabras de Katherine en uno de sus encuentros: “Si quieres algo, ve a por ello. Tienes que provocar que pase”. Por supuesto, como en toda película de Hollywood el premio no solo será profesional, sino que vendrá precedido de un éxito también personal, es decir, con pareja incluida.

Armas de mujer fue feminista y transgresora a su manera y en su época, aunque ahora haya aspectos que nos chirríen y hasta nos incomoden. Somos conscientes de que la protagonista le quita el trabajo a otra mujer y no a un hombre. Puede parecer una pelea de gatas y, realmente, la cuota de igualdad queda intacta. A modo de detalle, bastante subrayado en el film por cierto, cabe mencionar que en su primer día del nuevo trabajo, Jack infantiliza a Tess en una escena cotidiana durante el desayuno en vez de mostrarse como un apoyo de igual a igual en vez de seguir el esquema paternalista. Quizá a algunos les levantara una sonrisa a modo de complicidad en ese momento, pero ahora mismo más de una (y uno) se habrá molestado por una situación bastante gratuita y prescindible.

Han pasado más de tres décadas desde que se estrenara Armas de mujer, que consiguió un Globo de Oro a la mejor comedia, y, aunque nos parezca que la mujer ha conquistado mucho terreno vedado, todavía quedan patentes comportamientos inadecuados y situaciones fuera de lugar para una sociedad ya bien entrada en el siglo XXI. Parafraseando el título de la canción que cierra la película, Let the river run (Deja que el río fluya) de Carly Simon, ganadora del Oscar a la mejor canción, será mejor que fluyamos todos hacia un mundo mejor y, por ende, más igualitario en el que ya no tengamos que celebrar el Día Internacional de la Mujer.

Lídia Oñate
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Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Pompeu Fabra y Máster en Dirección de Redes Sociales y Marketing Digital por Fundeun – Universidad de Alicante. Actualmente me encuentro inmersa en la distribución cinematográfica, un sector que vivo de lleno desde la comunicación y el marketing. Me encantan las bambalinas del mundo televisivo y cinematográfico, viajar (tanto cerca como lejos), hacer fotos de paisajes y gastronomía que luego irán a mi Instagram, disfrutar con la Historia y echar una partidas al Monopoly, la Play o lo que se tercie. Porque sí, la diversión en la vida es importante. Y el cine ayuda. Me podéis contactar en lidiaonate@industriasdelcine.com.

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