No hay una clara frontrunner este año en las apuestas sobre quién se llevará el premio a Mejor actriz protagonista, aunque la balanza se inclina un poco más hacia Jessica Chastain tras haber vencido en los premios otorgados por el Sindicato de Actores. Si bien de las 5 intérpretes que optan al preciado Oscar no hay ninguna que nos desencaje como sí ha sucedido en otras categorías, se han echado de menos caras como las de la protagonista de La peor persona del mundo, Renate Reinsve, ganadora del premio a la mejor actriz en Cannes, o la alocada y novel frente a las cámaras de cine Alana Haim por Licorice Pizza, también nominada a los BAFTA y a los Globos de Oro, entre otros.
Jessica Chastain, por ‘Los ojos de Tammy Faye’ (Michael Showalter)
Que la de este año sea solo la tercera nominación al Oscar para Jessica Chastain es una muestra de cómo de injustos pueden llegar a ser estos premios. Tras una década fulgurante en la que se ha convertido en una pieza fundamental del cine de Hollywood (además de actriz es productora) su papel en Los ojos de Tammy Faye puede llevarle a ganar su primer y deseado Oscar. Pocas veces en los últimos años hemos visto a una actriz esforzándose tanto para ser omnipresente y que todos los votantes se acuerden de ella al marcar la casilla de mejor actriz.
Aunque su papel ha sido bastante ridiculizado en redes sociales por, seguramente, personas que no han visto la película y a través de fotogramas descontextualizados, Chastain se entrega en cuerpo y alma en el que puede ser el papel de su vida. Tras capas de un excesivo maquillaje (que sin embargo puede ganar un Oscar en esa categoría), Chastain insufla humanidad a un personaje caricaturesco (así era en la vida real) y muy popular en Estados Unidos, el de la telepredicadora Tammy Faye. Su más que probable victoria sería no solo un reconocimiento a una interpretación si no también a una actriz carismática y trabajadora que merece siempre la mejor de las suertes.
Penélope Cruz, por ‘Madres paralelas’ (Pedro Almodóvar)
Dado que no hay una clara favorita: ¿por qué no sería factible la victoria de la española Penélope Cruz en estos Oscar de la mano de Almodóvar? Es toda una heroicidad conseguir colarse en la lista de nominados sin haber participado en una película angloparlante y recordemos que su andadura con Madres paralelas se inició hace ya meses con una colosal victoria en Venecia al llevarse la Copa Volpi a la Mejor actriz del festival.
Ya analizamos a la intérprete cuando fue candidata al Goya (finalmente este fue para Blanca Portillo), pero volveríamos a destacar la curiosa personalidad que la actriz de Volver (2006) ha sabido plasmar en un personaje con una historia claramente dramática (recordamos la frase “Sí… Es muy morena.” cuando sospecha que esa hija puede no ser suya). En los momentos más duros, Cruz nos sorprendía con un poder extraordinario para dar la vuelta a lo que esperábamos de ella aun sin que su papel sea característico por una transformación estética (como el de Chastain o Kidman) o deba adoptar un estado anímico tormentoso (como le sucede a Stewart).
Olivia Colman, por ‘La hija oscura’ (Maggie Gyllenhaal)
¿Cómo podíamos vivir sin conocer a Olivia Colman? Hace apenas tres años una casi desconocida Colman daba la sorpresa ganando el Oscar a la mejor actriz por su papel en La favorita. Un premio merecidísimo que, sin embargo, dejaba sin un Oscar cantado a Glenn Close, que se veía nuevamente derrotada. Tras ser nominada el año pasado como actriz secundaria por El padre, vuelve este año a los Oscar con la que es su tercera (y seguramente no última) nominación.
En La hija oscura, ópera prima de la actriz Maggie Gyllenhaal, Colman interpreta a Leda, una profesora de literatura italiana de vacaciones en Grecia. Observar la relación entre una madre y su hija, le hace retrotraerse a su juventud pasada, cuando era una joven madre con dos pequeñas niñas e intentaba abrirse paso en el académico mundo universitario. Estos flashbacks, protagonizados por la también nominada Jesse Buckley por su papel de joven Leda, arrojan la luz para entender el errático comportamiento de la Leda adulta. Colman ofrece, como de costumbre, una masterclass interpretativa que libera a su personaje de la confusión que arrojan sus incompresibles actos.
Nicole Kidman, por ‘Ser los Ricardo’ (Aaron Sorkin)
Otra de las candidatas que ya tiene un Oscar en su haber (junto a Cruz y Colman) y cinco nominaciones en total. La actriz de Moulin rouge (2001) se mete en la piel de Lucille Ball, la protagonista de I love Lucy, la serie que reinó en los hogares estadounidenses durante los años 50 y que co-protagoniza junto a Javier Bardem, también nominado. Con una caracterización mínima debido a los rasgos de Kidman, pero que se hace notar demasiado en según qué escenas, la actriz australiana adopta la aguda voz de Ball, que forzaba aún más en su show cómico, y se lanza a la cámara con un papel desvergonzado que nos indica que Kidman está también dotada para la comedia aunque algunos llegaran a dudarlo. Un papel memorable en su carrera, pero quizás no lo suficiente potente como para merecer, de nuevo, un Oscar.
Sorkin centra la apretada trama en una semana de grabación del famoso programa y trata aspectos como las sospechas de Ball hacia Arnaz, su marido, por una presunta infidelidad, las tensas lecturas de guion entre todo el equipo y el talento innato de la protagonista como guionista y creativa del show.
Kristen Stewart, por ‘Spencer’ (Pablo Larraín)
Spencer, del chileno Pablo Larraín, destaca por una música punzante que resalta el esperpento de algunas de las situaciones que, aunque sean una fábula, seguramente vivió la que fuera princesa de Gales en sus momentos más críticos hacia el final de su matrimonio con el príncipe Charles. La historia, que se sitúa en la amplia casa de campo de la corona británica, asfixia a pesar de que nadie se encuentra encerrado entre cuatro paredes y deja muy claro que por las venas de los monarcas no corre sangre azul, sino pozos de conservadurismo y tradición. Varias veces destaca la Diana del film que no viven pensando en el futuro, sino en un camino entre el pasado y el presente.
Kristen Stewart, esa actriz que parece no querer serlo ni sentir apenas interés por el glamour y la fama de Hollywood, está magnífica como animal enjaulado que, por puro desespero, es capaz de autolesionarse o dejar, por fin, la lengua suelta para incomodar a los cargantes empleados que la persiguen y hostigan sin descanso. Sentimos su pesadez y su cansancio y aunque apreciamos gestos propios de la actriz (esa tendencia a dejar caer la cabeza a los lados o no mirar directamente a los ojos) comprobamos que se ha adueñado de la angustia del personaje y que los delirios de esta Diana de fábula que es capaz de engullir las grandes perlas del collar que le ha regalado su marido son también los suyos.
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