‘The Quiet Girl’, los hijos de otros

Tras su paso por una de las secciones paralelas del Festival de Berlín y, sobre todo, por la SEMINCI de Valladolid, donde recibió tanto la Espiga de Plata como los premios del público y de la crítica, la irlandesa The Quiet Girl, ópera prima del debutante Colm Bairéad rodada casi íntegramente en gaélico, se ha convertido en una de las sorpresas de la temporada de premios al acabar entre las nominadas al Oscar a Mejor película internacional. Ambientada en la Irlanda rural de los años 80, la película cuenta la historia de Cáit, una niña de pocas palabras cuyos padres envían a vivir, en un momento de apuro económico en el que además esperan la llegada de otro hijo, con la prima de su madre Eibhlín, algo más acomodada, y su marido Seán, quienes poseen una granja de terneros en el campo. Allí, Cáit deberá acostumbrarse a una nueva vida junto a esta familia adoptiva sin saber que, en el fondo, guardan un traumático secreto.

Sencilla, breve, directa y muy accesible en líneas generales para el gran público, The Quiet Girl es, ante todo, una película muy emotiva. Narrada a través de bellas y poéticas imágenes, a lo que convendría añadir también una banda sonora realmente hermosa, la película de Bairéad quizá pueda ser tachada de lacrimógena, cosa que algunos posiblemente harán, pero aún con todo es un film que, tal vez por el hecho de estar narrado siempre desde la perspectiva de su inocente protagonista, logra emocionar al espectador sin ninguna necesidad de caer en clichés ni en el sentimentalismo barato, ofreciendo a su vez en cierto modo – y como indica el propio título – una suerte de reflexión entorno al silencio. Pero, sobre todo, es una propuesta que nos descubre a una gran actriz de enorme proyección llamada Catherine Clinch, quien con tan sólo 12 años logra, con su interpretación como Cáit, ganarse por completo al público convirtiéndose así en toda una revelación dentro del panorama europeo actual. En definitiva, una pequeña joya cuyo único argumento en contra quizá sea un cierto remarque de una de las tesis de la película ya en los últimos minutos de metraje. Por el resto, resulta de lo más convincente.