El cineasta madrileño Juan Cavestany presentó en el último Festival de Sitges su última película ‘Un efecto óptico’, una comedia con componentes de ciencia ficción.
El pasado viernes 26 de marzo llegó a las carteleras y de la mano de la distribución de Filmin la película Un efecto óptico, protagonizada por Pepón Nieto y Carmen Machi.
Su director, Juan Cavestany, es conocido por películas como Dispongo de barcos y Gente en sitios y es el creador de la serie Vergüenza.
Un efecto óptico es una comedia de ciencia ficción protagonizada por Alfredo y Teresa, un matrimonio de Burgos que viaja de vacaciones a Nueva York para realizar todos los planes que aparecen en la guía turística. Pero al aterrizar, empiezan a sospechar que no se encuentran en la ciudad que la guía les vendía. Pero si no están realmente en Nueva York, ¿dónde están?
La película, presentada en los pasados festivales de San Sebastián y Sitges, llega a los cines de la mano de la plataforma Filmin, que en los últimos meses está apostando también por la distribución tradicional.
En Sitges pudimos hablar con su director, Juan Cavestany, de la película, la pandemia, el futuro del cine y las ciudad que son como Burgos pero más grandes.
‘Un efecto óptico’ se estrena justo en un momento de nuestra historia donde el tiempo ha cambiado, la realidad ha cambiado y lo que parece que era ya no es. Menuda casualidad.
Totalmente. Entiendo la pregunta, aunque es difícil de formular una respuesta. No sé si es la casualidad, pero está claro que es algo. Por supuesto, sí es casualidad la coincidencia con Tenet o la nueva película de Charlie Kaufman Estoy pensando en dejarlo. Cuando yo escribí Un efecto óptico y la rodé eran películas de las que no tenía noticia. Con el cine de Nolan directamente es muy loco comprarnos y con el de Charlie Kaufman sí que en algún momento hablé comparándolo con nuestra película sobre todo cuando intentaba venderla buscando financiación, ya que yo contaba que era como una película de Spike Jonze o Kaufman hecha aquí. Pero poco más hay en esa casualidad, solo referencias lejanas.
Sobre lo que nos ha tocado vivir al mundo entero en estos momentos, nosotros rodamos esta película en noviembre del 2019 por una especie de empeño mío y de los actores de no postergar más esta película porque no sabíamos en qué otro momento podíamos coincidir. Y efectivamente, si no nos hubiésemos lanzado a hacer la casa por el tejado, como se ha hecho esta película, sin financiación porque la he pagado yo, igual no se habría hecho, no habríamos podido viajar, rodar hubiese sido más costoso y más complicado. Cuando se decretó el estado de alarma estábamos montando. Y con toda la oscuridad e incertidumbre que ha caído sobre el mundo, yo entré en crisis con la película. ¿En este momento el mundo necesita una peli más sobre el desconcierto? Lo que hacen falta son médicos más que ver a gente perdida en ciudades y haciendo chistes. Entré en una crisis con la película, pero luego como nos hemos acostumbrado a esto y vemos por donde va a ir la cosa y he conseguido terminar la película, me he relajado un poco.
Creo que hubiéramos llegado a tiempo de meter el coronavirus en la película, a gente con mascarilla, en la tele podríamos haber puesto noticias, pero hubiese sido un truco fácil y hubiese hecho que la película tratara sobre esto, y no lo trata. Quedó como una casualidad que sean viajeros en aviones, ciudades vacías y hoteles en que no sabes quien anda por ahí.
Hay una frase que dice Carmen Machi en la película que me llamó la atención: “Nueva York es como Burgos pero más grande”. ¿Crees que las ciudades intentan parecerse cada vez más a Nueva York? ¿Hay una parte de crítica en esa frase?
Lo de que Nueva York es como Burgos pero más grande, lo he oído, no con Burgos pero si no con otra ciudad española. Gente muy orgullosa de su pueblo que dice que esto es como mi pueblo, pero más grande.
La película no pretende denunciar la globalización, pero sí que hay un comentario de que si Madrid se parece cada vez más a Nueva York y Burgos cada vez más a Madrid, por lógica Burgos se parece cada vez más a Nueva York.
Yo no creo que Burgos se parezca a Nueva York, pero sí creo que hay algo en la globalización que es hacer todo más mediocre, más insulso, menos estimulante. Se ha acabado con la sensación de distancia y yo creo que el meollo del viaje es la experiencia de la distancia, de alejarse realmente de donde uno viene. Pero como vivimos en un mundo hiperconectado y globalizado la distancia no existe. Y ya no porque haya tiendas iguales en todo el mundo, si no porque estás al alcance de cualquiera en cualquier momento, por el móvil o el avión. Eso es una experiencia que se ha perdido en gran medida. E incluso nos parecemos cada vez más en como pensamos, en como ironizamos sobre las cosas, en como respondemos a la información… tú te vas a Estados Unidos, a Wisconsin, te pones a hablar con alguien de la pandemia y seguro que hablas parecido, a no ser que te encuentres con un terraplanista.
‘Un efecto óptico’ incluye una escena en el mismo lugar donde se rodó la famosa escena de las escaleras del Joker, supongo que no será casualidad al tratarse del último hit turístico de Nueva York.
Hay un guiño, una referencia, un subrayado de que la película es una película, y que es consciente de lo que tiene de película. Joker no es que sea mi película de cabecera pero como localización me parece espectacular y ahí hicimos esa especie de persecución muy peliculera. Y efectivamente sí, es un destino turístico de primer orden.
La película, si no tengo mal entendido, primero nace como un cortometraje y va creciendo al largo. ¿Cómo fue el proceso?
Esto surge como un largo que yo no pude sacar adelante financieramente, y lo convertí en un corto. Se lo llevé a Pepón y Carmen y les propuse hacerlo. Ellos lo leyeron y les gustó. Tenía mucho que ver con el largo del cual provenía.
Yo me puse a preparar el corto y en un momento me dijeron ”no te vas a montar en un lío económico para hacer un corto, nos ponemos con la peli”. Yo les propuse un corto para no quitarles tiempo, porque vi que sería difícil, pero les gustó tanto la idea que volví a hacerlo largo, que ya lo había sido antes, pero es cierto que un largo muy distinto del que era originalmente.
A pesar del éxito crítico que tienen tus trabajos como ‘Vergüenza’ sigues haciendo un cine bastante al margen y autoproducido.
Yo creo que el éxito de crítica o de prestigio no te garantiza la continuidad profesional para nada, son dos cosas que van en paralelo y lo he comprobado yo mismo. Nada de lo que he hecho ha servido para que alguien a continuación me diga: “ya que has hecho esto podríamos hacer lo otro”.
Vergüenza, que es lo más mainstream que he hecho y que ha llegado a más gente, era un proyecto tan personal como cualquiera de mis películas. Es verdad que lo hice con otro compañero, que es Álvaro Fernández Armero, pero surgió como una cosa totalmente independiente y acabó creciendo hasta ser una serie potente de Movistar. Con ‘Un efecto óptico’ lo que quise hacer es mantener el entorno, el ambiente de un rodaje muy pequeño, muy casero, muy controlado, pero con condiciones. En ‘Gente en sitios’ y en estas películas que hice yo con mi cámara eran de una precariedad para la que yo ya no tengo años. Llega un momento de la vida en que no tienes energía para eso, pero yo quería mantener lo bueno de rodar de forma tan libre, aunque con una red.
Salas cierran y las plataformas ganan suscriptores… es inevitable que te pregunte por la situación que estamos viviendo. Yo el futuro del cine no lo pongo en duda porque creo que este año se ha consumido muchísimo en plataformas, pero ¿cuál es tu opinión sobre el futuro de las salas y del cine como arte de consumo colectivo?
No sé si a los que nos gusta ir a la sala de cine proyectamos la fe que tenemos en eso hacia los demás. No sé si en general existe esa necesidad de que sea una experiencia compartida. Eso parece insustituible, pero parece estar en declive. Sobre eso no me atrevo a vaticinar mucho.
Lo que a mí sí que me atañe, la reflexión que sí hago es como va a afectar a lo que yo hago, a lo que yo escribo. Y no sé cómo gestionar esto. Ahora estoy escribiendo con Álvaro Fernández Armero una nueva serie. Es una comedia diferente a Vergüenza, pero también es una comedia que ocurre en la actualidad de ahora, del día a día. Y nos preguntamos, ¿pero la gente va con mascarillas? Para escribir ficción e imaginarse el mundo que vas a contar, si no cuentas esto no estás contando una verdad, y si lo cuentas estás contando una realidad que a lo mejor es coyuntural. Para mí el dilema como escritor está ahí, pero tengo fe en que la gente tenga hambre de ficción.
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