El debut en la dirección de Pilar Palomero, Las niñas, fue presentada en el pasado Festival de Berlín y consiguió la Biznaga de Oro a la mejor película en el Festival de Málaga
Zaragoza, 1992. Celia, interpretada por la revelación Andrea Fandós, es una niña de 11 años que vive con su madre. Una edad que todos recordamos, pues a menudo nuestros primeros grandes recuerdos provienen de ese momento en el que el sentido común empieza, lentamente, a tomar las riendas de nuestras acciones, pensamientos y cuestionamientos, dejando atrás la ingenuidad y frecuente irracionalidad de nuestra infancia.
A la clase de Celia llega Brisa, una chica procedente de Barcelona que acaba de perder a sus padres y que tal vez sea un año mayor que ella. Un año que en estas edades es una eternidad. La aparición de Brisa obliga al grupo de amigas de Celia a precipitar su adolescencia, a veces adquiriendo actitudes que solo tienen sentido cuando perteneces a un grupo y no quieres quedarte atrás. Alguna de estas acciones provocará en Celia fuertes discusiones con una madre que no puede evitar que la curiosidad se abra camino en la vida de su hija y que llene de preguntas sobre su pasado, primero en sus pensamientos y más tarde en sus conversaciones.
Las niñas es un minucioso retrato en primera persona de las vivencias de la joven Celia. Solo vemos lo que ven sus grandes ojos, siempre abiertos, siempre atentos. Es la mirada de una persona a la que se le abre un mundo nuevo ante sí, que intenta añadir a sus rutinas continuas novedades.
Una película sencilla en su narrativa, pero ambiciosa en su planteamiento formal. La cámara sigue a Celia en formato 4:3, enmarcando siempre su rostro, sin apenas planos generales, sin distracciones, en una puesta en escena muy conductista. La directora focaliza en los ojos de Celia su mirada y también la del espectador en una meticulosa dirección.
1992, el año en el que caímos de pie
Palomero no esquiva la nostalgia por una época entrañable, la infancia de la generación millennial a la que ella también pertenece. Los nacidos en los 80 acarreamos ya nuestra propia historia, y no debe extrañarnos si vemos una película de reconstrucción histórica ambientada en nuestra niñez.
La ambientación del film en 1992 no es gratuita. Un año histórico para España, con los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Expo de Sevilla y el tren de alta velocidad. Un momento similar al que vive Celia, pues la aún tierna democracia se hacía mayor y debía afrontar las responsabilidades de crecer. El mundo miraba a España y aprobó con nota, por mucho que ahora veamos con recelos el pasado, aunque no nos falten motivos para sentirnos decepcionados, porque al igual que pasa cuando crecemos, no todo es bonito al hacerse mayor.
Un año, 1992, que nos empujó a un salto como sociedad en el que caímos de pie, por mucho que nuestras instituciones, hoy, casi treinta años después, sufran una importante crisis de valores y liderazgos. La madre de Celia, a la que interpreta Natalia de Molina, es un personaje apestado hasta por su propia familia. Una madre soltera que hoy, en 2020, no sería señalada si no que sería considerada una víctima que, tal vez, podría vivir sin ese sentimiento de culpa que acongoja su existencia.
Por suerte, y por mucho que nos quede por avanzar, cada vez quedan menos mujeres como la madre de Celia. Que ese tiempo de educación sesgada y moralista quede definitivamente atrás y no vuelva, por muchas que sean las veces que desde el presente nos intentan hacer creer que cualquier tiempo pasado fue mejor. No lo fue, por mucho que la nostalgia intente engañarnos.
Pilar Palomero, un nuevo talento para el cine español de la mano de Inicia Films y Bteam Pictures
Las niñas es la ópera prima de la zaragozana Pilar Palomero (1980), un nombre a tener en cuenta a partir de ahora y que en verano de 2021 rodará su segunda película, La maternal, otra vez de la mano de Inicia Films, productora de Estiu 1993, y Bteam, distribuidora y productora de la Concha de Oro Entre dos aguas. El próximo mes de marzo Palomero tiene todos los números de convertirse en la cuarta directora que consigue de manera consecutiva el Goya a la mejor dirección novel, tras Carla Simón, Arantxa Echevarría y Belén Funes. Time’s up y bienvenidas, la historia del cine español os esperaba.
En este extraño 2020 en el que los cines están viviendo el peor de sus años de historia, las salas necesitan algo más que la luz que irradia del proyector y acaricia la pantalla. También esa luz debe estar llena de contenido, de emociones e imágenes, de historias y personajes que, una vez se haya proyectado, persista en las retinas de los espectadores. Una de esas luces, tal vez la que más ha brillado en estos últimos seis meses, se llama Las niñas.
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