Ennio Morricone ha fallecido en Roma a los 91 años de edad días después de sufrir una caída
Cuando anocheció ayer 5 de julio de 2020, los cinéfilos y melómanos no sabíamos que, al día siguiente, al amanecer, el mundo sería un poco más oscuro. Las trompetas de la muerte llegaron de madrugada para llevarse al mejor compositor europeo de música para cine. Y sin lugar a dudas, uno de los mejores de toda la historia. Ennio Morricone ya forma parte de la eternidad, la misma que acogió a Verdi, Beethoven y Mozart.
¿A caso alguien duda que dentro de uno o dos siglos músicos como Morricone y John Williams no tendrán el reconocimiento que hoy tienen los más brillantes compositores de música clásica?
Ennio Morricone nació en Roma el 10 de noviembre de 1928 y hace justamente un mes le fue concedido el Premio Princesa de Asturias de las Artes, juntamente con John Williams. El último de los reconocimientos que recibió Morricone en vida: dos Oscar, tres globos de Oro, seis BAFTA, diez David di Donatello, dos Premios del Cine Europeo, dos Grammy, un León de Oro Honorífico…
Un artista internacional profundamente italiano
Más de 500 bandas sonoras, muchas de ellas inolvidables. Trabajó con Sergio Leone, Roland Joffé, Giusseppe Tornatore, Brian de Palma, Pedro Almodóvar, Quentin Tarantino, Terrence Malick, Pier Paolo Pasolini, Gillo Pontecorvo y Bernando Bertolucci. Un artista internacional que nunca dejó de ser puramente italiano. Que viajó a Hollywood en multitud de ocasiones, pero en donde nunca se estableció.
En 2007 Clint Eastwood le entregó un tardío, aunque merecido Oscar honorífico, cuando todavía se entregaban en la ceremonia de los Oscar. Un momento inolvidable, un discurso emocionado en italiano, aunque una ovación demasiado corta para sus innumerables logros.
En su discurso, Morricone dijo que para él ese premio no era un punto de llegada si no un punto de partida para continuar escribiendo música con la misma pasión y dedicación que al principio. Y no mentía, porqué en 2016 ganó su primer Oscar competitivo por Los odiosos ocho de Quentin Tarantino. Sin ser su mejor composición, aunque es excelente, la Academia quería corregir décadas de agravio contra uno de los más brillantes músicos del siglo XX.
Reinventando la música de cine
Un autor que con sus composiciones fue reinventando la música de cine a través de su obra, un autor siempre nuevo, atrevido, padre de multitud de hijos musicales sin uno predilecto. Tampoco los cinéfilos tenemos una composición favorita suya. Imposible escoger solo una.
En lo que todos nos ponemos de acuerdo es en encumbrar a un músico que vivirá siempre con nosotros, gracias a La misión, a El bueno, el feo y el malo, a Cinema Paradiso, a Los intocables de Elliot Ness, a Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha, a Los odiosos ocho, a Novecento, a Érase una vez en América y su Amapola… ¿Hace falta hablar de ellas? Mejor escucharlas. Cada una de ellas merecería un artículo.
Y, para terminar, la composición con la que se cierra Cinema Paradiso, uno de los mejores finales de la historia del cine. Una partitura que baña decenas de besos. Besos que hoy van al cielo.
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