Que en un país de más de 30 millones de habitantes solo haya existido una mujer cineasta es insultante, pero si ese país es Arabia Saudí parece casi un milagro. Porque en un país en el que las mujeres no han podido conducir hasta 2018, el hecho de ponerse tras una cámara para contar una historia puede ser considerado altamente peligroso.
La candidata perfecta es la cuarta película de la cineasta Haifaa Al-Mansour, que debutó en 2012 con La bicicleta verde, un film protagonizado por una niña que desea tener una bicicleta para jugar con su amigo, pero se encuentra con la oposición de unas leyes y de un pensamiento social bastante generalizado que apoya esas mismas leyes restrictivas que no permiten a la pequeña tener una bicicleta, por poner en peligro su dignidad.
Tras haber firmado dos películas en inglés (Mary Shelley y Desmelenada, para Netflix), Al-Mansour vuelve a su país natal para contar la historia de una mujer que se presenta a las elecciones locales para ser alcaldesa de su municipio. Ella es Maryam, una joven y ambiciosa médica que trabaja en el centro de la salud de la ciudad. Sueña con trabajar en la capital del país, Riad, cansada de ver como en su pequeña ciudad debe ganarse continuamente el respeto de sus compañeros y sus pacientes, mucho de los cuales no aceptan ser tratados ni tocados por una mujer. Además, el acceso a la clínica no está asfaltado lo que dificulta el acceso a coches y ambulancias. Con esta premisa, la de asfaltar el camino que lleva de la carretera a centro sanitario que Maryam recorre conduciendo un nuevo y llamativo coche azul, decide presentar su candidatura, a la que llega tras unas azarosas circunstancias. Huérfana de madre y con un padre músico y de gira por la península, con la ayuda de sus hermanas pequeñas intentará hacer llegar su mensaje, intentando derribar todas las barreras que hasta entonces han impedido a una mujer acercarse a presidir el consistorio.
Pese a que la premisa y el punto de partida es interesante, a Al-Mansour le falta atrevimiento para ser más punzante. Aunque hay que reconocer igualmente la valentía de dirigir un film así en una sociedad como la saudí. La película, que se presentó en la Sección Oficial del pasado Festival de Venecia, peca de ingenua en muchos aspectos, ya que la protagonista, a la que no dudamos en tildar de heroína, presenta un programa demasiado simple sustentado en la única premisa de asfaltar un camino, por mucho que detrás de este hecho se encuentre la voluntad de una mujer de romper con las reglas que han convertido a Arabia Saudí en uno de los países donde más limitados están los derechos de las mujeres.
Si queremos creer que Maryam es la candidata perfecta para la alcaldía de su ciudad, el film debería mostrarnos además contra quién se presenta, porqué invisibilizando al contrincante la película conduce a veces al espectador a un posicionamiento al que acabaría llegando de todas formas, pues el mensaje que el film transmite es incontestable.
La candidata perfecta posee un mensaje muy potente, pero demasiado simplista y en ocasiones poco creíble, por bien que las buenas intenciones queden por encima de los defectos que tiene una película que se queda corta en el combate, hecha más para divulgar una denuncia que para el propio hecho de denunciar, aunque en ocasiones es inesperadamente emotiva, como en una de las escenas finales en la que Maryam se reencuentra con un paciente anciano quien había primero repudiado como médica pero que finalmente acepta como candidata otorgándole su voto. Aún así, queremos reconocer que el camino abierto por Al-Mansour con La candidata perfecta (que pese a lo dicho, no es para nada una mala película) debe incentivar la aparición de más voces femeninas en una sociedad que hasta ahora las ha silenciado.
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