El pasado treinta de enero el cineasta inglés Ken Loach visitó la Filmoteca de Cataluña para presentar el ciclo que desde el pasado día once de enero le ha dedicado, siendo ésta la primera gran retrospectiva que la institución dedica a un cineasta en 2018.
El cineasta presentó su última película, Yo, Daniel Blake, por la que consiguió su segunda Palma de Oro en 2016, diez años después de la primera, El viento que agita la cebada. Loach tiene el honor de ser uno de los pocos directores que han sido reconocidos doblemente por la máxima distinción que otorga el jurado del Festival de Cannes.
Antes, atendió a la prensa durante una hora en la que Loach pudo conversar de diferentes aspectos de su cinematografía y en los que la actualidad social y económica tuvieron un papel preponderante. Loach, conocido por sus películas de carácter social y con un marcada tendencia izquierdista, no sé considera, en contra de lo que muchos podrían pensar, un heredero directo del Free cinema, el movimiento cinematográfico que en los años sesenta puso el acento en las clases populares y obreras de la sociedad inglesa. Ken Loach opina que “nadie habló de él hasta después de unos años. Existió más en los libros de historia del cine que no en nuestra propia experiencia. Sí que hubo cinco o seis películas entre finales de los 50 y principio de los 60 sobre la clase trabajadora en el norte de Inglaterra. El gran triunfo fue hablar de esta gente, porque también son gente importante. Lamentablemente, la mayoría de directores marcharon a Hollywood rápidamente y Lindsay Anderson volvió al teatro. Con la arrogancia de la juventud, pensaron que era más una moda que un compromiso. Pero es justo decir que hicieron avanzar la historia del cine y que todos nos beneficiamos de ello”.
Ya en referencia a su obra, Loach habló de los guionistas con los que ha trabajado con más asiduidad, debido a la reciente muerte de Barry Hines, uno de los primeros con los que trabajó: “todos son especiales, y tres lo han sido en particular durante un largo período de tiempo. El primero Barry Hines, el segundo fue Jim Allen, que entre otras escribió Tierra y libertad, y el tercero, con quien ha trabajado en los últimos 25 años, es Paul Laverty. Todos tienen cosas en común, pero el talento de cada uno de ellos es muy especial. Hynes captaba perfectamente el lenguaje y la cultura de la gente de las regiones donde sucedían sus historias. El tipo de compasión, la calidez y la humanidad con la que escribía era muy propia y especial en él. Básicamente era un novelista. Lamentablemente, y demasiado joven, sufrió una enfermedad que le hizo perder su capacidad de escribir. En cada película hay muchas asociaciones y una de las esenciales es entre guionista y director. Son alianzas y con cada escritor la relación cambia.”
A menudo en sus películas, Ken Loach ha trabajado con actores no profesionales, que procedían de la realidad que él quería retratar en su cine: “junto al guion, escoger a los personajes es la decisión más importante a tomar. Hay que escoger a gente que sea creíble para el público, que sean del lugar y de la clase social que retratan. Y eso se nota en la manera de hablar, en la piel, en la manera de estar… la burguesía no puede interpretar a un trabajador, y seguramente al revés tampoco. La película se convierte en documental de las personas que participan. Si tienes una buena historia y un buen guion, por lo sencillo que parezca, han de saber transmitir la esencia del conflicto y que ésta te ayude a entender el contexto y la coyuntura de la sociedad que hay detrás”.
Daniel Blake como votante del Brexit
Sobre la inevitable cuestión del Brexit, a la pregunta de qué hubiese votado Daniel Blake, el personaje protagonista de su última película, Loach afirmó que “la mayoría de gente que votó por el Brexit era del partido conservador. Fue un voto principalmente de derechas, porque el voto de izquierdas a favor solo fue una tercera parte. Es cierto que una parte de la clase trabajadora votó a favor del Brexit, pero es gente que se siente alienada, dejada de lado, en áreas donde muchas fábricas se marcharon o cerraron y no han sido regeneradas. Ese sentimiento de abandono provocó un voto de castigo y decidieron dejar la Unión Europea”. Y añade “su juicio sobre la Unión Europea es justo, porque su prioridad son los beneficios para las grandes empresas, y la protección de los trabajadores es algo secundario, como también lo es la protección del medio ambiente. Las empresas se sitúan donde la mano de obra es más barata, donde la gente está predispuesta a cobrar menos. No hay ningún intento en equilibrar el mercado entre el trabajo y la recompensa. Lo triste es que a ésta visión de Europa se ha sumado la visión anti-migración de la extrema derecha. En lugar de apostar por la solidaridad, lo que la derecha consiguió es introducir más división y que los inmigrantes fueran percibidos como enemigos. Los argumentos de la izquierda quedaron fuera de juego, fuera del debate, porque los medios de comunicación están en manos de los que mandan”. Pese a entender algunos de los argumentos a favor del Brexit, el cineasta inglés se ha referido en múltiples ocasiones a los problemas que la salida de la Unión Europea producirá tanto en el cine británico como en las clases trabajadoras.
Sobre su próxima película, Loach afirma que está trabajando en una nueva historia, que aún no puede desvelar, aunque no sabe si llegará a filmarla, no por problemas con su financiación, sino “por una cuestión de edad”. El próximo 17 de junio cumplirá 82 años de edad.
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