MARC MARTÍNEZ JORDÁN: “La violencia máxima es la destrucción de uno mismo”

Con Framed, una película de terror cibernético, el director Marc Martínez Jordán inauguró el pasado 10 de noviembre la 36.ª edición del Festival de Terror de Molins de Rei. Nacido en 1989 y formado en ESCAC, codirigió la cinta de terror Los inocentes, presentada en Sitges 2014. Tras el éxito de sus cortometrajes Timothy y Caradecaballo, Framed supone su debut en el largometraje.

¿Qué películas han servido como referentes para crear Framed?

La primera influencia es You’re the next, de Adam Wingard. También The Purge y Evil Dead, pero más en el concepto de las muertes, de la sangre y de cómo representar la violencia. Hay una cuarta influencia, que es La naranja mecánica, aunque no me gusta reconocerlo demasiado, pues se trata más en cuanto a construcción del antagonista, de cómo definirlo, y de violencia no tanto física, sino más bien psicológica. Estos han sido mis cuatro referentes. Seguramente habrá más, pero si me he inspirado en ellos ha sido de una manera inconsciente que ahora mismo no podría definir.

Framed es tu ópera prima después de dirigir cortos de éxito como Caradecaballo. ¿Qué dificultades y facilidades has encontrado al dar el salto al largo?

Lo más fácil es algo que no busqué, que es encontrar a un productor. Si hubiese estado tiempo buscándolo habría sido mucho más difícil, pero es algo que sucedió sin yo esperarlo y sin tener la intención de rodar un largo el año pasado. Me lo encontré así.

Y lo más difícil, dos cosas. La primera a nivel psicológico en el rodaje. No es lo mismo rodar un corto en tres días que un largometraje durante tres o cuatro semanas. A la que pasa el quinto o sexto día, con una dinámica de trabajo que es una locura, con mil problemas, recortando el guión, ayudando a los actores si están perdidos, con fallos de iluminación, que te hacen modificar la planificación… el cerebro te revienta y tienes que entrar en un proceso psicológico de calma e intentar no suicidarte con el primer objeto punzante que encuentres (ríe). Es algo muy difícil.

Y la segunda es que en la posproducción se ha hecho todo en casa, sin utilizar empresas especializadas. Gestionar la locura que es exportar todo el material, la puesta de color, el montaje, el sonido, la música. Y acabar en el ordenador de tu casa exportando para verlo acabado hoy aquí, ha sido también una locura y un reto tecnológico. Sólo de ver un ordenador ya me entran escalofríos.

Uno de los mayores problemas que tenemos en nuestra industria es el de conseguir financiación para la película. ¿Cómo la obtuvisteis?

Tendría que estar aquí el productor para hablar… La verdad es que en el dinero nunca me metí. Marc Carreté, el productor, me dijo: “Hay este dinero para hacer una película”. Pero no te puedo decir exactamente cuánto. A partir de ahí, añadió: “Te puedo conseguir esto, y con esto que hay puedes hacer una película. Puedes invertir más dinero en el rodaje o en la posproducción o en lo que quieras, pero esto es lo que hay”. Evidentemente, después surgen problemas en el rodaje que te obligan a invertir algo más de dinero.

¿Cómo consiguió la pasta? No lo sé. Simplemente hay gente que tiene dinero y decide invertir en cine en vez de comprarse un Mercedes. Dentro de la locura, es de agradecer. Ha encontrado inversores, que han aportado parte del dinero y, como en todo negocio, tendrán su tanto por ciento de beneficio. Creo que Framed es un proyecto que es muy difícil que salga mal en el aspecto económico por los costes de producción y la vocación y distribución que tendrá en cuanto a público global. Es una película de terror que, independientemente de su nivel, los amantes del terror la querrán ver. Dudo que sea un negocio que se hunda como el Titanic.

La película se ha estrenado mundialmente en el Festival de Terror de Molins de Rei. ¿Framed tiene distribución y cuál es el recorrido que seguirá la película a partir de ahora?

La película, no te miento, la acabamos hace tres días. Si quieres que un agente internacional o un distribuidor nacional la vea, pueda estar interesado en comprarla y se la quede, tienes que enseñarla tan acabada como sea posible. Es una película con muchos efectos especiales, con muchas pantallas, y verla sin eso es un drama. Podría ser la The Room española. Es un proceso que vamos a iniciar ahora. Los agentes de ventas internacionales te hacen una oferta según lo que pidas por la película y hay que escoger la mejor. Lo que no podemos hacer es cederla a la primera oferta que recibamos porque es un producto que puede venderse bien y que a mucha gente puede interesarle. Va a ir en paralelo a los festivales, mientras los agentes la vean, y si Framed consigue logros en estos festivales como selecciones, si gusta, si recibe premios… todo eso va a sumar prestigio a la película para poderla vender por más dinero o expectativas de distribución más ambiciosas. Lo importante no es el dinero que ganemos, sino que la gente la vea cuanto en más sitios mejor.

¿Qué os está aportando el Festival de Molins de Rei que no os haya podido aportar el de Sitges?

Es la gran pregunta que estaba esperando… Te voy a ser sincero, en Sitges no la quisieron. Molins es un festival grande dentro del terror, pero Sitges es el gran monstruo. Cuando una película se queda fuera de un festival así es normal, puede pasar, no seré el primer director ni el último al que le ocurre. Lo bueno de estar en Molins es que en Sitges no nos habrían dado tanta cobertura ni nos hubiesen tratado tan bien. Hemos salido en muchos medios, como TV3 y en la radio, estamos dando muchas entrevistas, hemos hecho un Q&A [preguntas del público]… son cosas que en Sitges no hubiésemos conseguido porque habríamos sido el último mono. Sitges ha crecido mucho. Cuando nos dijeron que no a Sitges pero sí a Molins, estuvimos contentos porque este festival representa mejor el espíritu de esta película, que no estar en una sesión desconocida de Sitges.

Framed se inscribe en el subgénero del slasher [aparece un psicópata]. ¿Qué hace que el terror haya permanecido vigente en cualquier momento de la historia del cine?

Creo que el terror funciona no porque sea más sencillo de hacer, sino porque vivimos en una sociedad en la que lo normal es que nadie te vaya a matar o disparar un tiro. Como especie humana, la dosis de peligro siempre la hemos experimentado. Ahora estamos más protegidos, más seguros, morimos con más de ochenta años y la gente necesita de manera instintiva sentirse angustiada, que la asusten, pasarlo mal. Por eso creo que el terror va a existir siempre, es algo supernecesario. La gente necesita sentirse amenazada porque  vivimos en una sociedad aclimatada y civilizada, y también, por algo instintivo que es la supervivencia. No hay nada más humano que la supervivencia, más que el amor, el drama o la nostalgia. Es muy fácil sentirse identificado con un personaje que esté en peligro y escapando de un asesino. Las amenazas cambiarán, pero el miedo a morir siempre va a estar vigente, igual que la supervivencia.

Los protagonistas de Framed sufren las consecuencias negativas de las redes sociales. ¿Han generado un nuevo tipo de violencia?

Creo que Internet es un gran invento, pero no sé si la sociedad está suficientemente preparada para saberlo utilizar bien, con la idea de compartir conocimiento, que queda en segundo término por debajo del sensacionalismo, el morbo, la violencia, el enjuiciamiento público…; como sociedad nos demuestra que no estamos lo suficientemente maduros para utilizar Internet. Las redes sociales están generando gente que empieza a controlar a otras personas por Internet, que quiere conseguir likes a cualquier precio, que confunde feminismo con pornografía o la fama con sacrificar su propia estima. Sí que hay un nuevo tipo de violencia y, lo que es peor, mucha es hacia nuestra propia vida. No hay violencia más bestia que la de no sentirte realizado haciendo una acción cotidiana si alguien, a través de Instagram, no sabe que la estás haciendo. Lo defino como el concepto de mis emociones son reales cuando sé que otras personas están viendo por Internet que estoy sintiendo eso. Ya queda poca gente que come una comida buena y no siente la necesidad de hacer un Instagram para que la gente lo vea. La violencia máxima es la destrucción del propio individuo. Yo existo porque me likean. No, tú existes porque piensas. Pero hay personas que ya no pueden vivir así. No sé qué va a suceder, pero ya veremos… es una autodestrucción.

Pablo Sancho París
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Licenciado en Historia del Arte y Comunicación Audiovisual por la U.B., Master en Ficción de Cine y Televisión por la U.R.L. y Master en Film Business por ESCAC. He sido presidente de la Federació Catalana de Cineclubs entre 2015 y 2017, siendo actualmente responsable de proyectos de la entidad. Además, soy el programador de Cine Club Vilafranca, que gestiona la Sala Zazie y el Cine Kubrick de Vilafranca del Penedès. Además, he compaginado estas tareas con la de cronista cinematográfico, profesor de cine en talleres para niños y adolescentes, y la realización de audiovisuales y cortometrajes de ficción. Me podéis contactar en pablosanchoparis@industriasdelcine.com.

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