Tras la prohibición en 2010 del gobierno iraní al cineasta Jafar Panahi de viajar al extranjero y hacer cine, el director decidió seguir trabajando en la clandestinidad. Sin embargo, en julio de 2022, unos meses antes de estrenar la película que aquí nos ocupa en el Festival de Venecia -donde se alzó con el Premio Especial del Jurado-, Panahi fue detenido, acusado de conspirar contra el régimen de su país, y recibió una condena de seis años de prisión. Ahora, tras la liberación del director el pasado mes de febrero por declararse en huelga de hambre, llega a las salas de nuestro país Los osos no existen, film híbrido entre ficción y documental y rodado cerca de la frontera con Turquía.
Articuladas entorno a su figura -Panahi se interpreta a sí mismo como un cineasta que está dirigiendo su próxima película a distancia mientras se encuentra alojado cerca de la ya mencionada frontera-, el director iraní teje dos historias de amor paralelas -la de dos jóvenes adúlteros a los que saca una foto cuando ella está comprometida con otro y la de los actores de la película en la que está trabajando, que se interpretan igualmente a sí mismos como una pareja que busca conseguir pasaporte para salir del país- que termina por resolver de una manera brillantísima a la par que decididamente trágica, haciendo sin duda que su película logre calar hondo en el espectador tras el desenlace y llegando así al nivel del sobresaliente. Con absoluta valentía, quizá algún que otro toque de suspense que enfatiza el carácter opresivo del régimen -el director empieza a ser perseguido por sacar la fotografía antes mencionada- y bajo la voluntad de denuncia política -hay claramente una crítica al conservadurismo de las tradiciones en general y también a los matrimonios arreglados al hablar, entre otras, de una ceremonia de lavado de pies y de una tradición según la cual el cordón umbilical de una niña es cortado al nacer en nombre de su futuro marido-, Los osos no existen resulta en todo momento un film de lo más interesante, admirable y sobre todo, muy sincero, aunque tal vez se pueda decir en su contra que Panahi tortura un tanto en demasía a sus personajes cerca del tramo final. No obstante, no por ello deja de ser una excelente nueva muestra de ese cine de disidencia que ha caracterizado a parte de la cinematografía iraní durante los últimos años.
Be the first to comment