‘(500) Days of Summer’, el poder sanador del cine

Hace 13 años comencé una nueva vida en una nueva ciudad. Técnicamente no era empezar desde cero porque arrastraba una relación que comenzaba a hacer aguas. Así pues, perdido como me encontraba, fui al cine a evadirme (creo que fue la primera película que vi en pantalla grande en Barcelona). Esa película era (500) Days of Summer (2009) que fue pésimamente traducida en nuestro país como (500) días juntos, que nada tiene que ver con el sentido del filme. Durante la proyección, me sentí totalmente identificado con el personaje de Tom al que da vida el carismático Joseph Gordon-Levitt, y justo desde ese momento, como si se tratase de un amor a primera vista, la película dirigida por Marc Webb pasó a ser una de mis favoritas. Pese a todo, no la había vuelto a ver hasta ayer.

13 años después, a última hora, me quedé varado en la ciudad condal. Esperaba estar en otro lugar del mundo durante las Fiestas de la Mercè, pero por circunstancias de la vida no pudo ser. No me quedó más remedio que pasar la celebración en la capital catalana en un día gris y lluvioso que no invitaba a hacer planes, a la aventura; pero necesitaba despejarme, y ahí, una vez más, estaba el cine. Incluso en las noches más frías del invierno el cine estuvo ahí; nunca me ha fallado, y me ha ayudado y acompañado siempre que lo he necesitado.

Tom y Summer ríen en el cine

La ironía fue al ver la cartelera y darme cuenta de que echaban (500) Days of Summer; era una señal, era el destino. Ahora más que nunca, las cosas pasaban por algo, pensé. Reencontrarme después de tanto tiempo con esta película fue una experiencia totalmente sanadora y catártica. Y por esto existen las películas, y se siguen haciendo porque podemos aprender de la vida, de las relaciones, incluso de nosotros mismos, y esto nos puede llevar a un estadio de felicidad, conciencia, conocimiento, y empatía que tal vez no sería posible sin el cine, y sin el arte. Por eso, después de tantos siglos el arte sigue vigente, porque sin él estaríamos perdidos.

Webb disecciona y deconstruye el amor y las relaciones evitando la linealidad temporal, y es que posiblemente el tiempo en asuntos del amor no necesariamente va siempre hacia delante. De esta forma, el director nos muestra al instante las dos caras de la relación amorosa: la positiva y la negativa; ya que una no se puede entender sin la otra, porque el que ama se expone al dolor y al sufrimiento, y por eso mismo, amar es solo para valientes.

A través de los personajes de Tom y Summer, protagonizada por la maravillosa Zooey Deschanel, tenemos el drama garantizado, puesto que ambos tienen posturas totalmente opuestas sobre qué es el amor. Eso sí, Webb con sutilidad va acercando y alejando sus posiciones iniciales a tal punto que ambos personajes acaban ocupando el lugar del otro. Es decir, el enamoradizo se convierte en escéptico, y la escéptica en enamoradiza. Esta evolución de los personajes e inversión de roles nos demuestra que, pese a todo, el amor es la respuesta. Asimismo, Webb se sirve de sus protagonistas para desmitificar y ensalzar el amor al mismo tiempo haciendo, irónicamente, un producto pop que critica la visión romántica que se nos ha ido vendiendo a lo largo de los años a través de la cultura pop, y que tal vez nos haya dado una visión distorsionada y edulcorada del mismo. En este sentido, y a pesar de las numerosas referencias cinéfilas que pululan por el filme, destaca sobre las demás la de El graduado (1967). La obra maestra de Mike Nichols, que siempre tendrá un lugar en mi corazón, dinamitó por completo el concepto de película romántica, y que cuyo final es uno de los más tristes de la historia del cine. La gran diferencia entre Tom y Summer es que Tom no entendió esta película y Summer sí, y esta diferencia fue la que en última instancia rompió la relación entre los dos.

Tom mira a Summer mientras ella llora en el cine

Pese a su escasa hora y media de duración, Webb es capaz de tocar todas las fases de la relación amorosa, un carrusel de emociones cargado de subidas y de bajadas, al que se le nota su procedencia del mundo del videoclip tanto en ritmo, como en montaje y uso de la banda sonora. Hay que recordar que esta película era el debut en la gran pantalla de un realizador que, lamentablemente, nunca volvió a mostrar el mismo nivel en trabajos posteriores. Y entre su metraje, destaca por encima de todo la escena a pantalla partida que enfrenta a las expectativas con la realidad; algo intrínseco en las relaciones.

Cartelera de (500) Days of Summer

La ironía de todo este asunto no acabó ahí ya que, si cuando entré a la sala de cine, el día era grisáceo, cuando acabó la proyección, justo había salido el Sol. Y esa es la grandeza de (500) Days of Summer, que uno sale mejor del cine de como entró. En este sentido, la película cumple su función, puesto que nos emociona, nos hace sentir, y reflexionar a partes iguales. De la misma manera que el personaje de Summer encontró a su futuro marido de forma fortuita, como si fuera algo del destino, yo me reencontré con este filme 13 años después porque si no hubiera estado en Barcelona ese día como era lo previsto, si no hubiera hecho mal tiempo y yo no hubiese descartado cualquier tipo de excursión por los alrededores de la ciudad condal, no me habría enterado de que pasaban de nuevo por el cine (500) Days of Summer. Dicen que el tiempo cura las heridas, pero también lo hace el cine. Y como en la película, uno deja atrás el romance del verano, y afronta con entereza y una sonrisa un otoño que no ha hecho nada más que empezar.

Giovanni Casella
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Licenciado en Comunicación Audiovisual por la UMA y Master en Ficción de Cine y Televisión por la U.R.L. Desde niño el cine ha sido mi principal pasión, aunque la he ido combinando con las series, los cómics y los videojuegos… Me interesa cualquier forma de expresión siempre que la historia o las sensaciones sean buenas. Colaboré en el weblog Zona Negativa, en la sección de cine y televisión.

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