Abordamos Una joven prometedora, premio Oscar al Mejor Guion Original, con la convicción de haber disfrutado de una obra que trascenderá en la historia del cine como una película hija de su tiempo y de una generación consciente y reivindicativa con los roles de género y el feminismo.
Acudir a ver Una joven prometedora sin haber leído apenas nada del film es lo más interesante que pude hacer: ¿quién no adora las sorpresas? Por ello, si aún no la has visto, te invito a que abandones este artículo. Vete. Y cuando hayas visto la película, hayas dejado que te abofetee, saboreado los créditos y reflexionado sobre su final, vuelve. Si ya la has visto, quédate. Vamos a hablar de uno de los largometrajes más importantes del año.
Una joven prometedora, de la debutante y ya oscarizada Emerald Fennell, quien la escribe y dirige, está protagonizada por una irreverente y maravillosa Carey Mulligan en el papel de Cassie, una chica que abandonó la carrera de medicina para acabar sirviendo cafés a desgana en el bar de una amiga y quien, por las noches, se dedica a hacerse la hermosa mujer trompa, como dicen en la canción Borracha de Strombers, por los bares de la ciudad. ¿Y para qué? Para aleccionar a acosadores y violadores en potencia cuando estos, al sobrepasarse, descubren que la chica que están manoseando está, realmente, más que sobria y les mira con cara de pocos amigos.
En la ficción, su mirada glacial y su instruyente discurso parecen surtir efecto, por lo que Cassie abandona triunfal las escenas dejando a los chicos avergonzados y con el rabo entre las piernas. Brava, maravilloso. No obstante, una de las pocas cosas que podríamos reprochar a la cinta es que haga fácil y hasta divertida esa acción; algo que, en la vida real, podría no ser tan bien recibido por esos ligues interesados, por lo que la vuelta a casa a las 6 de la mañana no sería comiendo un hot-dog chorreante de kétchup cual diva del pop como le sucede al personaje encarnado por Mulligan.
La obra, con toques de comedia negra, consigue hacer liviano lo desagradable gracias a su toque aniñado, su humor y su música
La película, que optaba a cinco Oscar, entre ellos Mejor Película, Mejor Directora y Mejor Actriz, es una suerte de rape and revenge colorida y desenfadada (en su mayor parte) con toques de comedia negra que consigue hacer liviano lo desagradable gracias, entre otras cosas, a su toque aniñado y a la música que acompaña a algunas de sus escenas. Paris Hilton (Stars are blind) o Britney Spears (Toxic) suenan de fondo para hacer amable una película que, pensada en clave oscura y sangrienta, podría haberse programado en el Festival de Cine de Sitges.
La historia de Cassie, esa justiciera desganada y algo “nini” sin apenas vida social, está marcada por el suicidio de su mejor amiga Nina. Dicho suceso la ha sumido en un estado de inactividad (a excepción de sus salidas nocturnas) que ha truncado su prometedora carrera como médico. Es la aparición de un ex compañero de universidad, Ryan, la que hará que Cassie se plantee qué está haciendo con su vida: ¿tiene sentido una vida dedicada a la venganza? La respuesta es afirmativa. Sí cuando tu amiga fue violada en grupo y nadie hizo nada por evitarlo ni, posteriormente, por castigar a los culpables. Será la protagonista quien tome cartas en el asunto y, así, visite a varias de las personas que se vieron involucradas en el terrible caso: desde una decana hasta los mismísimos violadores. Porque no habrá paz para los malvados. No en esta obra.
Emerald Fennell es la tercera mujer en alzarse con el Oscar a Mejor Guion Original en lo que llevamos de Siglo XXI
En pocas ocasiones se habrá visto el espectador ante un film similar, dotado de esa gracia para exponer un tema tan opaco como es el del acoso machista, que permita disfrutar, sufrir y pensar a la vez mientras la historia resulta accesible e inspiradora para el gran público. Su creadora (¡tercera mujer en ganar el Óscar a Mejor Guion Original en el siglo XXI después de Diablo Cody por Juno y Sofia Coppola por Lost in translation!), que se encontraría, a sus 35 años de edad, dentro del grupo demográfico denominado como millenial, es un claro ejemplo de cómo el entorno y los valores que enmarcan a una generación salen sin remedio a la luz y responden a su tiempo. Auguramos que la cinta servirá como descendiente del #MeToo, del cuestionamiento de los roles de género, del feminismo y, potencialmente, marcará a su generación posterior: la conocida como Generación Z, quien podrá recurrir a ella y estudiarla como otros han cavilado previamente sobre Thelma & Louise (Ridley Scott, 1992), Erin Brokovich (Steven Soderbergh, 2000) o Carrie (Brian de Palma, 1976), solo que ahora nos encontramos con que el control de la obra está en manos de, oh, una mujer.
Una joven prometedora es una película sobre la cultura de la violación. Algunos de sus detractores se preguntan si no existen hombres buenos para Fennell. Dar importancia a ese tema, a ese posible dato irrelevante (#NotAllMen), es querer monopolizar de manera egoísta un discurso necesario y rabioso, una vuelta de tuerca a las películas sobre venganzas con una protagonista que actúa casi como inmoladora del impune caso de su amiga. Otros la tacharán de oportunista mientras posiblemente abalen las rape and revenge de los años 70 (como Desenlace mortal, de 1974) cuando el discurso feminista cobraba fuerza pero no era la corriente mainstream que es ahora. Desde aquí nos preguntamos, entonces, cuándo será el momento para este tipo de películas y su mensaje. No dejemos que esos comentarios banalicen esta cinta porque no es su lugar. If not now, when?
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