Roubaix, une lumière participó en la sección oficial de largometrajes a concurso en el Festival de Cannes y está disponible en Filmin, en el apartado dedicado al Festival D’A.
Dice el comisario que “a veces, no sabemos porqué, todo se ilumina”. Después de asistir a la miseria de la ciudad que tan bien retrata Arnaud Desplechin en su nuevo film Roubaix, une lumière, cuesta pensar en que pueda haber un momento de iluminación; ni siquiera la fe del novato que se enfrenta a semejante panorama parece que pueda ayudar mucho. Y sin embargo, cada cual lo intenta a su manera: unos, los más desfavorecidos, trapicheando como pueden; los agentes de la ley, intentando que el día a día no se los lleve por delante. Los primeros cometen errores, y ahí están los segundos para recordárselo, no sin una buena dosis de compasión. Los primeros no tienen futuro, los segundos no dejan de recordar su pasado, preguntándose porqué se quedaron o que hacen allí. La vida es dura desde la infancia, cuando todo parece ser un mundo de fantasía, pero más duro es darse cuenta de que ese mundo desaparece. “Han detenido al violador de Lille”… quizá sea ese un único fogonazo de iluminación.
El Festival D’A 2020 presenta en la sección Direccions la última obra de Desplechin, quien ya presentó en ediciones anteriores del festival dos películas, Tres recuerdos de mi juventud y Los fantasmas de Ismael. En esta ocasión Desplechin se ciñe a los cánones del cine noir para mostrar un retrato realista de su ciudad natal, Roubaix, situada en la zona más pobre de Francia y con un 75% de sus barrios considerados como zona peligrosa. El director divide la película en dos partes: un vistazo al trabajo diario de los policías, para que nos hagamos una idea del ambiente, y la investigación del asesinato de una anciana con el interrogatorio a dos jóvenes sospechosas, basado en un hecho real.
El caso lo lleva el jefe de policía Daoud, tan sólidamente interpretado por Roschdy Zem que le valdría el premio César a mejor actor en la edición 2020, donde la película estuvo nominada en siete categorías. En conjunto, la cinta se desenvuelve bien a la hora de mostrar como la miseria económica conduce a la miseria moral, mientras que durante su desarrollo parece ir desprendiéndose de las muchas ambiciones que se plantea para centrarse en la resolución del caso. Aún así no deja de sorprender en muchos tramos, y de ofrecer un resultado sólido.
Queremos saber el quién, por supuesto, pero después de una puesta en escena tan elaborada, nos deja con la sensación de querer ahondar más en el porqué. Los interrogatorios a las dos sospechosas, los careos entre ellas, y la reconstrucción del crimen, nos ofrecen las suficientes pistas sobre cual es la relación entre las dos mujeres. Intuimos que la respuesta no es clara y sabemos que no hay una gran razón detrás, más allá de que los pobres y los desesperados cometen errores y se cargan su vida. La esperanza se nos escapa a chorros viendo el panorama, pero quizás sea ese el propósito: se podría acusar a Roubaix, une lumiére de ser demasiado ambiciosa o arriesgada, pero nunca de ser complaciente.
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