‘Whitney’, descubriendo el mito de “La Voz”

Fuente: Vertigo Films.

Hay artistas que nacen para cantar y otros que nacen para ser estrellas. Y Whitney Houston lo fue. Pero, ¿cómo se forjó la que llegó a ser un mito de la música a escala mundial? El documental sobre su vida, Whitney, el único que defiende haber sido aprobado por su familia, muestra las claves para comprender su actitud y sus acciones no sólo ante y detrás del escenario, sino en su vida íntima, desde su infancia en el humilde barrio de Newark de Nueva Jersey hasta que, ya con su carrera consolidada, lo perdió todo por culpa de su adicción a las drogas.

Whitney Houston rompió más récords en la industria musical que ninguna otra cantante en la historia. Con más de 200 millones de álbumes vendidos en todo el mundo, fue la única artista en conseguir siete números 1 consecutivos en los Estados Unidos.

Su hermano Michael, su amiga Robyn, Whitney Houston, su medio hermano Gary y su tía Bae. Fuente: Vertigo Films.

Protagonizó varias películas taquilleras antes de que su brillante carrera diera paso a comportamientos erráticos, escándalos y a su muerte repentina a los 48 años. La película Whitney, dirigida por Kevin McDonald (ganador del Oscar al mejor documental por “Un día de septiembre”), busca con solvencia ser un retrato auténtico, íntimo y sincero de la artista y su familia, que arroja nueva luz a la fascinante trayectoria de la vida de la cantante. En el documental se muestra material de archivo inédito, grabaciones exclusivas, actuaciones insólitas, archivos de audio y entrevistas originales con las personas que mejor la conocieron, su amplia familia (padres, hermanos, tía…) y personalidades como su amigo y compañero en El guardaspaldas, Kevin Costner. Todos ellos contribuyen a desentrañar el misterio detrás de “The Voice” (La Voz), quien emocionó a millones de personas y luchó por hacer las paces con su problemático pasado. Además, este biopic también ofrece pinceladas con las que sumerge al espectador en el contexto de los años 80 y 90.

Alguien puede pensar que su carrera musical empezó por casualidad o por un descubrimiento fruto de un golpe de suerte como tantas otras (sin desmerecer a ninguna de ellas), pero nada en su trayectoria fue dejado a tal azar. Desde muy joven su madre, Cissy Houston, reputada corista y cantante, se encargó de formarla de manera exigente para asegurarle un desarrollo musical excepcional con su increíble voz, lo que más tarde sin duda le abrió las puertas del éxito. Para cuando Whitney Houston pisó un escenario a nivel profesional ella ya estaba curtida en los diferentes ámbitos en los que un artista debe estarlo. Su voz, su interpretación y su formidable presencia hicieron de ella un talento por aquel entonces poco común. No solo se trataba de una buena voz, bien educada, sino de alguien que sabía lo que hacía y quería (necesitaba) comerse el mundo. Según el productor musical Clive Davis, quien consiguió ficharla para su compañía Arista Records, Whitney Houston consiguió “dar un sentido a la canción “Greatest love of all” que ni los mismos compositores ni tan siquiera habían pensado”.

En 1983 apareció por primera vez en televisión y desde entonces la carrera de Whitney despegó consiguiendo grandes éxitos como “How will I know” o “I wanna dance with somebody (who loves me)”.

Aunque, sin duda alguna, el mayor logro fue aceptar el papel de la cantante Rachel Marron en el film The bodyguard (El guardaespaldas), de Mick Jackson, que protagonizó en el 1992 junto a Kevin Costner. Su papel principal y una banda sonora que potenciaba todo su talento la catapultó a la estratosfera. Desde entonces la canción “I will always love you”, con la que se llegaba al clímax de la película, se ha vuelto una de las canciones más escuchadas e interpretadas de la historia de la música reciente, aunque se trate de una versión de la original, obra de Dolly Parton en 1973. Le siguen “I have nothing” y “Run to you”, que llegaron a ser nominadas al Oscar a mejor canción, pero que se fueron de vacío, ya que el galardón se lo llevó “A whole new world (Un mundo ideal)”, de la película de Disney Aladdín (John Musker y  Ron Clements, 1992).

A pesar de las críticas por parte de ciertos grupos de la denominada “comunidad negra”, que no veía con buenos ojos que una de los suyos cantara ‘un género musical propio de blancos’, a lo que se sumaban a las dudas y reticencias que generaba también entre blancos (racistas), Whitney Houston logró sortear todos los escollos e interpretó el himno de Estados Unidos en la final de la Super Bowl, todo un acontecimiento en ese país. Le dio lo que siempre aportan las estrellas: corazón, espíritu, alma. Las tres palabras que definen a la perfección a la artista que más adelante emocionó a millones de persones alrededor del mundo con sus canciones.

Es paradójico que mostrara su entereza y testarudez en cambiar un ápice de su carrera discográfica y de su música cuando fue ella misma quien, con sus problemas con la droga, consiguió justo lo que siempre habría querido evitar: desvirtuar su carrera.

El documental, como era de esperar, ahonda en su adicción y revela ciertos detalles que ayudan a comprender el alcance del problema. Un entorno familiar ya acostumbrado a las drogas, que consumía desde su adolescencia, una infancia perjudicada por abusos sexuales y dificultades en su matrimonio, y más tarde con su padre, fueron quebrando lentamente a la artista, que aunque llegó a sobreponerse por momentos, cayó sin remedio al abismo, lo que dejó huérfanos de su voz a sus muchos seguidores y al panorama musical en general.

Whitney es un extenso biopic sobre la vida de una de las principales artistas que vio nacer el siglo XX, con muchas escenas reveladoras y momentos musicales inolvidables. A pesar de sus dos horas de metraje, se echa en falta más música para recordar y disfrutar el legado que dejó y el enorme talento que nos regaló.

Lídia Oñate
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Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Pompeu Fabra y Máster en Dirección de Redes Sociales y Marketing Digital por Fundeun – Universidad de Alicante. Actualmente me encuentro inmersa en la distribución cinematográfica, un sector que vivo de lleno desde la comunicación y el marketing. Me encantan las bambalinas del mundo televisivo y cinematográfico, viajar (tanto cerca como lejos), hacer fotos de paisajes y gastronomía que luego irán a mi Instagram, disfrutar con la Historia y echar una partidas al Monopoly, la Play o lo que se tercie. Porque sí, la diversión en la vida es importante. Y el cine ayuda. Me podéis contactar en lidiaonate@industriasdelcine.com.

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