Hace unas semanas se estrenó en España La Chana, un documental sobre la bailaora flamenca Antonia Santiago Amador, nacida en L’Hospitalet de Llobregat en 1947. Dirigido por la croata Lucija Stojevic, afincada en Barcelona desde hace unos años, esta película quiere poner luz a un talento relegado al olvido y a una mujer que aún hoy siente una infinita pasión por aquello a lo que ha entregado su alma toda su vida: el baile. El filme, producido por Noon Films (fundada por Stojevic), está nominado a los European Film Awards en la categoría al mejor documental, que se entregará mañana 9 de diciembre en la gala que tendrá lugar en Berlín.
A lo largo de la historia se han realizado biopics y documentales de grandes artistas, tanto del baile (como este caso) como del cante. ¿Aún no se había hecho justicia con Antonia Santiago, más conocida como La Chana?
No existía nada sobre La Chana cuando empecé el proyecto. De la década de 1960 hasta la de 1980 La Chana revolucionó el flamenco con su estilo, caracterizado por novedosas combinaciones rítmicas y por su velocidad, expresión y fuerza sin precedentes. Dio vueltas por el mundo llenando salas desde Australia hasta Chile, enamoró a Peter Sellers, Salvador Dalí fue admirador… Durante su segunda época de baile con la Cumbre Flamenca, de 1985 hasta 1991, otra vez alcanzó las más altas cotas de popularidad en Europa, Estados Unidos y Japón… Los artistas de flamenco Antonio Canales, Rocío Molina, Eva Yerbabuena y Karime Amaya, entre otros, la consideran su maestra. La Chana es una figura imprescindible del flamenco de este país, pero estaba al borde del olvido cuando la conocí.
Cada artista tiene su esencia. Después de haber conocido en profundidad tanto a la persona como al personaje, ¿cuál diría que es la de La Chana?
La autenticidad. En cuanto a La Chana, es imposible hacer una división entre la bailaora y la persona porque ella vive por su baile. Cuando pienso en La Chana, lo primero que me aparece en la mente es la escena de The Bobo (1966), de Robert Parrish, donde sale bailando de una manera muy salvaje y pura. Se la ve en un trance con el sudor bajando por toda la cara. Ella no está pensando en su imagen, está dando todo lo que tiene dentro. Esto es La Chana. Obviamente, es una persona muy compleja, pero detrás de la imagen de la diva es realmente una niña inocente que cree en una verdad suya y la sigue.
¿Cuándo y cómo conoció su historia?
Conocí a La Chana en marzo del 2012 gracias a nuestra amiga común la bailaora, pianista y musicóloga Beatriz del Pozo. Beatriz conoce profundamente el arte de La Chana y es la que impulsó el proyecto. Se me acercó con la idea de que había que hacer algo sobre La Chana. Me contó su historia y me mostró sus bailes. Quedé muy sorprendida por la fuerza del arte de La Chana y porque nadie hubiera hecho nada sobre esta artista poderosa hasta ahora.
El documental afronta el reto de transmitir un intangible. ¿Cómo ha conseguido que el arte de La Chana traspase la pantalla?
El documental trata de muchas cosas: el amor, el dolor, el envejecimiento, la pérdida, la amistad, la reinvención… Me interesaba que a través del magnífico baile de La Chana como hilo conductor se desarrollaran todas estas capas humanas y universales. Cuando La Chana baila pasan muchas cosas a la vez a nivel emocional y espiritual, y me interesaba entrar en su proceso creativo e intentar entender qué es realmente lo que significa para ella el concepto del alma, que para ella es lo más importante de su baile.
“Una de las losas más complicadas para mí fue encontrar el punto justo de cómo y cuánto revelar de La Chana”
Creo que cuando hacemos una película sobre música, baile o cualquier arte performativo tenemos una desventaja porque lo que se ve en una pantalla nunca va a ser una experiencia tan profunda como si se percibe en vivo. Así que el reto fue cómo crear la experiencia para que el espectador entienda el baile y lo sienta desde dentro. En otras palabras, cómo hacer que el baile asuma otros significantes durante el desarrollo de la película. En este sentido fue muy importante cómo acercar al espectador a la persona de La Chana y cómo desvelar su historia para que cuando ella se sienta para hacer su baile al final en la película, ellos estén sentimentalmente al 100% con ella en el escenario.
En su momento, La Chana tuvo la oportunidad de ir a Hollywood, de la mano de Peter Sellers, pero su marido no se lo permitió. ¿Con este documental también ha intentado reparar este agravio dándole el protagonismo que su arte merecía?
Claro. Creo que de alguna manera este documental es un homenaje no sólo a La Chana, sino a las mujeres artistas que nunca hayan recibido un reconocimiento artístico por la situación social en la que se encontraban o incluso todavía se hallan hoy en día.
Durante el documental vemos la evolución de La Chana, que pasa de disfrutar del baile con ilusión a vivirlo como una liberación de la prisión que le suponía su matrimonio. ¿Cómo repercutió ese arco del personaje en la creación del documental? ¿Ya se tenía en cuenta antes de la producción del proyecto?
Sí, se tenía en cuenta desde el principio. La Chana estuvo preparada para hablar de este asunto, pero una de las losas más complicadas para mí fue encontrar el punto justo de cómo y cuánto revelar en el documental de lo que le sucedió sin ponerla en una situación complicada por su entorno. Desde el principio tomé la decisión de que esto no iba a ser una película sobre el maltrato, pero que el maltrato serviría como un punto de giro en el documental. Me interesaba no hacer de La Chana una víctima porque las mujeres gitanas casi siempre se retratan así en el cine y no lo veía justo. Lo que me interesaba de La Chana es contar la historia de una mujer fuerte que superó su tragedia y que sigue luchando por su arte. Porque esto es realmente La Chana.
El documental es uno de los géneros que menos representación tiene en la exhibición. ¿Cómo planteó la distribución y promoción del proyecto, sabiendo de antemano esta desventaja?
Es verdad que el asunto de la exhibición de documentales es complicado y nos hemos dado cuenta de que esto es sobre todo verdad aquí en España. Es una cuestión que nos gustaría analizar ahora que podemos hacer una comparación porque La Chana se ha distribuido en cines de Bélgica, Holanda, Alemania, Austria y próximamente llegará a salas en Italia y Japón. ¿Por qué hemos tenido diez veces más espectadores en un país pequeño como Holanda que en España? Además, teniendo en cuenta que en Holanda se trata de un documental subtitulado sobre una persona que no es una figura cultural de allá… ¿Es una cuestión de cultura del consumo de cine o de educación sobre el cine? ¿Es una cuestión de falta de ayudas para distribuciones de cine arthouse en España? Creo que es muy importante intentar entenderlo porque estamos haciendo productos para una audiencia, pero tenemos que saber cómo llegar a esta audiencia y cómo vivir de nuestra profesión.
“La única manera de producir este documental y difundirlo como se merece es internacionalizarlo”
En nuestro caso, nos ha ido muy bien fuera de España, pero aquí veo una crisis muy grande en cuanto a las audiencias dentro de la exhibición comercial para este tipo de producto. Creo que audiencias para documental creativo hay, existen, y se las puede encontrar en los circuitos non-theatrical y dentro de los festivales, pero creo que nos falta mucho trabajo aún para entender y maximizar las audiencias que existen en cuanto al cine documental.
Desde el principio me he dado cuenta de que la única manera de producir este documental y difundirlo como se merece es internacionalizarlo. Puse mucho esfuerzo en buscar financiación y despertar interés para este proyecto fuera de España. Me enfoqué en crear contactos fuera, en participar en talleres y mercados europeos, en ponerme al día con las tendencias en la industria del documental a escala internacional y aposté para hacer un proyecto que va más allá de las fronteras nacionales.
¿Con qué vías de financiación contó?
Es un documental español porque está producido a través de mi productora Noon Films, ubicada en Barcelona, pero realmente sólo el 32% del presupuesto proviene de vías de financiación españolas (RTVE, TV3 e ICEC). La gran mayoría de la financiación con que contamos fue por donaciones privadas, en especial desde Estados Unidos. De hecho, una gran parte de las donaciones que recibimos fue de mujeres, personas privadas, interesadas en que este documental se rodara. Después hicimos también una campaña de crowdfunding (donde otra vez la mayoría de las donaciones eran internacionales) y al final entramos en una coproducción con Islandia en la que el Icelandic Film Center financió una parte de la posproducción.
La Chana se estrenó el pasado 10 de noviembre en España. ¿Cuál ha sido su recorrido hasta ahora?
El estreno mundial de La Chana fue en el International Documentary Filmfestival Amsterdam (IDFA) 2016, donde el documental ganó el premio del público. Desde entonces ha sido proyectado en unos cincuenta festivales, entre ellos el canadiense Hot Docs, Sheffield Doc Fest (Reino Unido), Ambulante (México), el Festival de Málaga, y ha conquistado el premio del público en Le Voci dell’Inchiesta (Italia), así como el Premio Chopin’s Nose al mejor documental sobre arte y música en el festival Docs Against Gravity (Polonia). Además de haber sido distribuido en los cines de los países que antes te he comentado, se ha vendido también a unos cuantos canales de televisión: YLE (Finlandia), SVT (Suecia), VPRO (Paises Bajos) y Canal + Polonia, entre otros. Y tal y como se conoció hace unas semanas, está nominado a los Premios Europeos de Cine (EFA) en la categoría de mejor documental europeo.
“El cine documental es algo que realmente me apasiona y quiero encontrar una manera de seguir en este ámbito, de buscar y contar historias complejas, humanas”
Recientemente salieron los filmes nominados a los Premios del Cine Europeo, entre los cuales se encuentra La Chana en la categoría del documental. ¿Se esperaba obtener un reconocimiento así? ¿Cómo se lo tomó?
¡No me lo había imaginado nunca! Ha sido una sorpresa muy grande y obviamente muy agradable. Ha sido una lucha tremenda rodar este documental y es una película realmente independiente, sin una infraestructura grande detrás, ni financiera ni de la industria. Nunca imaginé que pudiera llegar tan lejos.
Por último, ¿qué otros proyectos tiene en mente?
Realmente estoy preocupada por las posibilidades financieras que existen en España para apoyar la producción de documentales creativos. Hay cada vez menos y son tan pocas que es difícil atraer el interés de potenciales coproductoras de fuera con lo que se puede levantar aquí. Antes de lanzarme a otro proyecto grande como La Chana –al cual me he dedicado unos cinco años– tengo que evaluar y pensar en maneras reales de cómo hacer otro documental desde aquí. Pero el cine documental es algo que realmente me apasiona y quiero encontrar un modo de seguir en este ámbito, de buscar y contar historias complejas, humanas. Mientras tanto, estoy editando un trabajo más personal, un cortometraje documental, para seguir creando; estoy colaborando en un proyecto documental noruego y estoy dibujando las primeras ideas para un guión de ficción.
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