Después de ocho cortometrajes, Pedro Collantes (Madrid, 1984) recibió de la mano del Biennale College (el proyecto dedicado a la educación de jóvenes cineastas de la Bienal de Venecia) la posibilidad de llevar a cabo su primera película, que ha coescrito junto a Daniel Remón y que se ha rodado con un presupuesto de 150.000€ y en menos de 10 meses. Estas condiciones, impuestas por el propio festival, demuestran que hacer films de presupuesto discreto y notable resultado es posible, aunque el 1r puesto en “aprovechamiento de recursos cinéfilos” sigue siendo para Carlos Vermut, que ejecutó su inclasificable ópera prima, Diamond flash, con apenas 20.000€.
El arte de volver es la historia de Noemí (Macarena García), una aspirante a actriz que vuelve a su casa, Madrid, para presentarse a un casting tras estar varios años en el extranjero intentando ganarse la vida como intérprete. Es su historia, pero también puede apelar a la de todos aquellos que, buscando un futuro mejor fuera de su país, viven al volver la sensación de sentir como ajena una ciudad y unos amigos que ya no son tan suyos. Como si la vida oscilara entre el pasado y el presente sin acabar de ubicarnos en ningún tiempo concreto y poniendo en duda absolutamente todo lo compartido en esos lugares y con esas personas. De montaje lineal y sin complejidades, El arte de volver se forma de manera episódica con la visita de 24h de Noemí a varios personajes como su abuelo, su hermana o algunos amigos. Macarena García no puede evitar sacar su entusiasta personalidad como de costumbre aunque consigue, a ratos, esconder su usual sonrisa para enfrentarse a una hermana que la tacha de rara o a una amiga que se ha emparejado con su ex.
Una ópera prima escalonada en la que participan jóvenes y también consolidados artistas
La cinta reúne al genial Celso Bugallo (Los lunes al sol), el querido abuelo de la protagonista que le recuerda que en esta vida no hay ensayos como en una obra de ficción, a Nacho Sánchez (Diecisiete) en un papel que rompe con el estereotipo de que un hombre amanerado debe ser homosexual (¡gracias!), a Ingrid García Jonsson como vacua artista y al croata Luka Peros (La casa de papel), sorprendente en una pequeña colaboración que resulta en una de las escenas más sustanciosas de la película y en la que vemos a la protagonista sacando todas sus armas interpretativas.
Uno de los máximos atractivos del largometraje de Collantes es la sensación de que podrá descubrir al espectador algunos temas trascendentales desde un nuevo enfoque, el del principiante que nos muestra su interior a través de una trama íntima y con toques autobiográficos (el director se mudó a Noruega en 2008). Y, al mismo tiempo, esa característica es también uno de sus puntos débiles: la redundancia de lo que debe ser importante, la cierta impostura de lo que se supone natural… Algo similar a la poesía de simples frases en líneas distintas emulando verdaderos sonetos.
El arte de volver, que pudo verse en la sección Historias Extraordinarias del 17º Festival de Sevilla, sin embargo, acariciará a parte de una generación -entre otras-: la denominada millenial, acostumbrada a la frustración, a volver en Navidad para después irse cargada de embutido envasado al vacío y a hacer skypes con sus padres desde algún punto del mundo en el que intentan iniciar una carrera. Un film austero de conversaciones y encuentros para cerciorarnos de que, probablemente, una vez volvamos nada será igual. Omnia mutantur: todo cambia.
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