Collective, reciente candidata al Oscar al mejor documental y a la mejor película internacional, es una de las grandes películas que pudimos ver el año pasado. El filme rumano está dirigido, producido y escrito por Alexander Nanau e impacta en el espectador de la misma manera que un golpe de Mike Tyson.
Lo que empieza como un trabajo de investigación sobre la tragedia que aconteció en el Colectiv Club de Bucarest en 2015, un incendio que dejó decenas de víctimas mortales y otras tantas heridas, acaba yendo mucho más allá, puesto que dicha investigación supone un descenso a los infiernos de las cloacas de Rumanía llenas de corrupción política y sanitaria, en la que los medios de comunicación tradicionales miran para otro lado sin denunciar las atrocidades de un sistema podrido hasta el tuétano.
¿Por qué funciona tan bien este documental, y qué lo hace tan grande y especial?
Por un lado, tiene una narración paralela dividida en tres sujetos que están interrelacionados entre sí: las víctimas del incendio y sus familiares, el periodista Cătălin Tolontan, y el político Vlad Voiculescu. A lo largo del metraje se va poniendo más o menos foco en cada una de estas piezas básicas para que el engranaje del documental funcione a la perfección, cosa que así sucede.
Por otro lado, pese a lo devastador de lo relatado, al mismo tiempo hay un canto a la esperanza, ya que podemos ver cómo las víctimas, pese a todo, siguen adelante y luchando; cómo todavía sigue habiendo ética periodística gracias a Cătălin Tolontan y su equipo (aunque no deja de ser irónico que un periódico deportivo sea el que destape todo el caso de corrupción ante la falta de injerencia de los medios convencionales); y cómo ante tal nivel de putrefacción política todavía hay gente que cree y trabaja desde dentro en mejorar las cosas y el sistema. Es decir, pese a la dureza del documental, este tiene la dualidad de arrojar un halo de esperanza al propio espectador porque, a pesar de los contratiempos, hay personas que luchan por un mundo mejor, pero no desde un idealismo barato, sino desde un activismo directo y real.
Pero no es aquí donde acaba la grandeza de Collective. Si bien nos relata una realidad y unos problemas localistas muy concretos de un país poco conocido como es Rumanía; lo que se expone puede aplicarse a cualquier país y a cualquier sociedad. Si el espectador cree que lo que está viendo no le toca de cerca porque eso solo pasa en Rumania, está muy equivocado. La corrupción, la avaricia, las mafias, la falta de ética y de moral, la falta de empatía y de humanidad no son problemas exclusivos de Rumania. Y esto es lo que le confiere un carácter terrorífico y demoledor al documental.
Alexander Nanau parte de una tragedia para traernos esperanza; parte de un problema interno y poco conocido de Rumanía para exponer las miserias de un sistema que está podrido a escala global, y es aquí en esta doble dualidad donde Collective se alza como un documental redondo hecho con sobriedad, estilo, seriedad, precisión y ritmo.
Así pues, estén preparados y mentalizados para esta cinta que no les decepcionará y les hará reflexionar durante un buen rato. Pueden encontrarla en HBO.
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