El segundo día en el Festival de Cannes ha estado marcado por el encuentro organizado esta tarde en la sala Debussy con la actriz Meryl Streep después de que recibiera la Palma de Oro honorífica durante la ceremonia de apertura de ayer. “La primera vez que vine [a Cannes] me dijeron que tendría que llevar nueve guardaespaldas y había no sé cuántas cámaras apuntándome. No soy una rockstar”, declaraba. “Lo eres”, respondía el entrevistador mientras el público daba la réplica con un cálido aplauso. La tres veces ganadora del Oscar ha desgranado también sus papeles más icónicos, desde Kramer contra Kramer, pasando por La decisión de Sophie o incluso No mires arriba, para la que declara haberse inspirado en presentadores de televisión para encarnar a la figura de la presidenta de los Estados Unidos. “Nunca pretendía hacer blockbusters y las únicas que terminaron siéndolo fueron Mamma Mia! y El diablo viste de Prada, y las hice cuando tenía ya 59 y 57 años”.
Asimismo, también ha comentado su experiencia al ser dirigida por grandes directores de cine. “Spielberg es un genio. Para él lo más importante es la parte central de la pieza. Creo que cuando trabajé con Mike [Nichols] lo que hizo fue ponerle la música al final, pero Spielberg es alguien que trabaja teniendo ya toda la canción en mente”. Del mismo modo, también ha aprovechado para recordar aquella vez que perdió un Oscar en el baño –“Llevaba un vestido muy bonito y lo dejé en el suelo para tirar de la cadena. Supongo que quien vino luego se llevó – y ha hablado también de lo que, tras haber trabajado con todos los grandes, debería ser para ella un gran director. “Un gran director es alguien que realmente quiere estar allí, que realmente quiere contar esa historia, que es confidente y quiere prepararlo todo para que esté bien en el set de trabajo”.
Sin embargo, el momento álgido de la conversación y que la ha llevado a ser ovacionada por toda la sala ha sido cuando ha roto una lanza en favor de los derechos de las mujeres en la industria: “Las películas son los sueños de alguien. Hasta de los ejecutivos. Todo el mundo está viviendo en esa fantasía, pero creo que a los hombres les cuesta más proyectarse en el papel de la chica”.
La Quincena proyecta la obra póstuma de Sophie Fillières
Por otro lado, la Quincena de Realizadores ha acogido la proyección esta mañana de Ma vie, ma gueule, último largometraje como directora de la actriz Sophie Fillières (Anatomía de una caída), y fallecida el 31 de julio del pasado 2023. La película es la historia de una mujer, Barbie Bichette, que no parece tener los pies en el suelo y cuya vida es un auténtico caos. Con la aparente intención de hacer una comedia dramática con tintes existenciales – la protagonista se va cruzando con varios personajes que bien podrían ayudarle a ver la vida de otra forma-, hay un momento del film en el que ella escribe un poema en el trabajo y las cosas parecen querer tomar un cariz más bien serio. Hubiese sido interesante ver qué hubiese pasado si después de unos primeros minutos cómicos se hubiese optado por seguir otro camino a partir de aquí, pero en vez de ello la directora decide continuar en la línea de hacer una película sin aparente rumbo y plagada de diálogos sin sentido que hicieron que algunos del público pidieran la hora durante la proyección. Y si bien es cierto que en sus dos últimas partes -el film está estructurado en tres- hay un evidente cambio de tono, uno no puede evitar tener la sensación de que al final el largometraje acaba cayendo más bien en el terreno de la autoayuda, a lo que conviene sumar el hecho de que, a nivel de realización, estamos ante una película que deja bastante que desear.
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