El Padrino de Mario Puzo, Epílogo: La Muerte de Michael Corleone, el nuevo montaje de la tercera parte de la trilogía mafiosa más famosa de la historia del cine, es volver por la puerta grande a la vida y obra de los Corleone; es volver a Coppola; es volver a Sicilia; y, sobre todo, es volver a una película que no supe apreciar debidamente en su momento, y que ahora, con ligeros retoques, considero que es una obra maestra.
No hay ni habrá montaje posible que haga que esta película esté a la altura de las dos anteriores entregas, pero luchando contra todas las adversidades del mundo, se merece el reconocimiento que se le negó en su día. Muchos han sido injustos con este filme, yo el primero, y esta última versión viene a hacer justicia ante una cinta de enorme calidad.
Las adversidades que comento no solo se reducen a estar bajo la eterna sombra de El Padrino y El Padrino II, sino que también la ausencia de Robert Duvall es irreparable. La verdad es que George Hamilton pasaba por allí, sin pena ni gloria, pero ¿alguien realmente se acuerda de él? Por otro lado, la presencia de Sofia Coppola fue muy polémica desde el momento de su estreno. Con respecto a esto, he de decir que no me ha parecido tan horrible su actuación como antaño; hace más o menos lo que puede, y se deja ver.
Esta nueva versión nos trae imagen y banda sonora restaurada; unos veinte minutos menos de duración (algo que se agradece y que le da más fluidez de ritmo a la película), y en especial, un inicio y un final diferentes. Ver en pantalla grande y en 4K con un sonido espectacular también ha cambiado mi percepción de la película, ya que la había visto con anterioridad en televisión. La verdad es que el televisor es incapaz de captar la magnificencia que sí se logra plasmar en la sala de cine. El único pero que le pongo a este montaje es el final, que cambia, siendo el anterior simplemente perfecto. Sí que es cierto que este nuevo final acompañado de un texto le da otra dimensión, si cabe, incluso más dramática, pero nunca se me olvidará justo el plano final con el que concluía la saga de los Corleone.
Michael Corleone es el mejor ejemplo de cómo construir un personaje, y su tragedia, la más grande de la historia del cine. Pese a la iconicidad de Don Vito (interpretado por Marlon Brando y Robert De Niro), el verdadero y único protagonista de la trilogía es Michael, y su drama personal es el que vertebra toda la narración. Un hombre que había planificado otro camino, otro estilo de vida, y que se vería atrapado en una telaraña de la que nunca podrá escapar. Toda su lucha y esfuerzo por proteger y mantener a lo que más quiere, su familia, y al final, perderlo todo, y quedarse solo.
En esta última entrega, Michael busca la redención, pero no hay lugar en el paraíso para alguien como él.
Es un lujo volver a ver juntos a Al Pacino y Diane Keaton, dos de los mejores intérpretes de la historia del cine. Juntos protagonizan un romance interrumpido por la violencia y la barbarie. Ambos están enormes, aunque la función es para Al Pacino que se come la pantalla; la devora hasta el último cachito. En este sentido, no era fácil la empresa que tenía que ejercer Andy García a la hora de tomar el relevo de Al Pacino. Si bien al principio de la película Andy García se muestra más vehemente, más Sonny Corleone, con el paso del metraje su actuación se modera mimetizándose con el Michael más cerebral y reflexivo. Así pues, y pese a que tanto Michael como Al Pacino son insustituibles, Andy García dando vida a Vincent Corleone es un justo sucesor.
La película tiene tantas escenas brillantes: la celebración inicial, el encuentro en Atlantic City entre los capos de la mafia, la procesión por las calles de Nueva York, y en especial, toda la parte final que sucede en Sicilia, siendo una clara vuelta a los orígenes. La representación de la Cavalleria Rusticana en el Teatro Massimo de Palermo es simplemente de 10. Tanto Coppola como Scorsese (en Toro Salvaje) se sirven de esta tragedia siciliana para acompañar musicalmente el drama de sus protagonistas. Directores sicilianos (de origen) sobre personajes sicilianos (de origen, de nuevo) con la obra de Pietro Mascagni de fondo. Las similitudes con Scorsese no se acaban ahí, puesto que ambos realizadores estrenaron con apenas tres meses de diferencia filmes sobre la mafia. Precisamente, el estreno de Uno de los nuestros ensombreció a El Padrino III, ya que la cinta de Scorsese se convirtió en un clásico instantáneo, mientras que la película de Coppola arrastraba el peso y la comparación de las anteriores entregas.
Algo a destacar es la estructura de El Padrino III que es cíclica al igual que la vida de Michael Corleone. Esta última entrega recorre el camino ya trazado en las dos primeras partes, puesto que Michael, aunque tiene una clara evolución como personaje, lleva una existencia circular; no avanza, es incapaz de progresar o salir del pozo en el que está metido. De ahí que este filme sea, de forma intencionada, una visita a lugares comunes que ya habíamos visto con anterioridad. Es más, el futuro que le espera a Vincent no será diferente a lo vivido por Michael, por lo que podemos decir que la espiral de violencia infinita en la que se ve envuelto Michael no es más que la metáfora de la historia de Sicilia, un pueblo que también quiere salir de esa espiral, pero que es incapaz de encontrar el camino.
Otro hecho que ha influido en mi nueva percepción de esta película es el haber visitado Sicilia (de donde son también mis orígenes), y haber estado en la mayor parte de las localizaciones sicilianas de esta trilogía. Reconocer esos lugares me ha dado una dimensión más cercana, más cotidiana. También da la sensación que es la película de la trilogía que más tiempo pasa en Sicilia, ya que cuando aterriza la familia Corleone en la isla mediterránea no la abandona durante lo que queda de película. Y es aquí donde sucede uno de los momentos más emotivos de toda la saga: cuando Anthony Corleone le canta a su padre la canción Brucia La Terra, la versión siciliana de Speak Softly, Love, el tema de amor de El Padrino compuesto por el legendario Nino Rota. Michael al escuchar tal tema recuerda su pasado en Sicilia, y todo lo que perdió allí.
El Padrino de Mario Puzo, Epílogo: La Muerte de Michael Corleone dura dos horas y media que se pasan en un suspiro, y supone mi reconciliación con Coppola. Es la mejor película que he visto en años, y espero que el tiempo la ponga en el lugar que le corresponde: muy, muy arriba.
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