Dentro de la sección Panoràmica de la Mostra Internacional de Films de Dones que se celebra estos días en Filmin se presenta In the name of Scheherazade…, película a medio camino entre la ficción y el documental que contiene toneladas de fina ironía. La directora de origen iraní Narges Kalhor se adentra en el terreno del cuento, simbolizado por las narraciones de las mil y una noches, para dinamitar su propio discurso.
Reírse de todo, empezando por uno mismo, es una de las formas más inteligentes de transitar por la vida. Kalhor se toma muy en serio a sí misma, pero es capaz de inventarse personajes sobre la marcha que cuestionan el tono, la narración, y el propósito de su propio film. Siguiendo las indicaciones de su supuesto tutor en la escuela de cine de Munich, la directora cambia a mitad del metraje todo el discurso que ha elaborado hasta ese momento, para pasar a presentar un producto ridículo que refuerza aún más todo lo expuesto anteriormente.
Además de apoyarse formalmente en una estética ecléctica, que rinde homenaje tanto a las sombras chinescas de Lotte Reiniger y su príncipe Achmed como a los videoclips del trap, Kalhor no deja de tocar muchos de los temas que afectan a los inmigrantes provenientes de Oriente: la persecución política o por orientación sexual, la huida de países en conflicto, el shock cultural, y la dificultad en encontrar comprensión hacia las diferencias en las sociedades occidentales. Un ambicioso programa por el que la película transita sin esfuerzo, gracias al humor y a saber poner el acento en aquello que resulta más ridículo dentro de los pequeños o grandes dramas cotidianos.
Impagable es el tema de su primer cortometraje en la Escuela de Cine de Teherán, un avance de lo que se encontrará en el futuro en Alemania, tanto como las explicaciones del maestro cervecero a su alumna iraní, y el interrogatorio al solicitante de asilo gay proveniente de Siria. Así, la ironía nos conduce por terrenos espinosos que quedan meridianamente claros, cuando no directamente explicados, en un fino ejercicio de contención. Narges Kalhor domina en todo momento el doble lenguaje de ficción y realidad, y nos guía por su experimento dándonos la mano pero sin conducirnos, dejando que sea el espectador el que disfrute de los dobles sentidos, descubra las contradicciones, y abrace, al fin, un discurso inteligente. In the name of Scheherazade no solo es fresca y original en su forma, sino que lo es también en su fondo.
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