Las grandes historias parten de un un personaje que marcha de un lugar, o de un personaje que llega a otro. En la ópera prima de Léonor Serraille queda clara la peripecia, alguien llega a Montparnasse, el mismo barrio parisino que acogió a la directora cuando llegó a la capital francesa a los 18 para emprender sus estudios universitarios. Aunque en su idioma original se haya optado por el pictórico título Jeunne Femme (Mujer joven), el título internacional deja claro que una parte del trayecto ha concluído y que la aventura de esta joven bienvenida se inicia a partir de ahora.
Bienvenida a Montparnasse nos habla de Paula, acabada de aterrizar en París y en Francia después de años viviendo en México, en donde parece no aprendió ni tan siquiera el español. Es una persona caótica e inmadura que recién llegada se topa con la realidad que supone no ser bien recibida por quién fue, o sigue siendo, su amante: “Antes lo era todo para él y ya no soy nada”.
La bienvenida del título no puede ser más irónica, pues Paula no parece ser bienvenida en ningún lugar. Su llegada no parece transformar los entornos con los que se topa, los lugares de los que se intenta apropiar con una desbordante naturalidad, la de una persona que nada tiene ya que perder, porque ya es una auténtica perdedora. Incluso a veces siente que molesta, que su presencia incordia. En este caso, la intrusa no es benefactora ni destructora del lugar a donde ha llegado, su transformación y su viaje es interno aunque deje su huella en todo lo que toca. Deambula entre personas y situaciones, y en su camino intentará encontrarse a sí misma, o al menos, convertirse en ella misma.
Bienvenida a Montparnasse ha sido reconocida en el Festival de Cannes de 2017 con la Cámara de Oro a la mejor Ópera Prima del certamen y con el premio a la mejor actriz para una fantástica Laetitia Dosch en la Seminci de Valladolid 2017, esta pequeña joya llega a España de la mano de la distribuidora La Aventura Audiovisual.
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