RAMON TORT: “La industria está virando hacia un concepto de cine más propio del entretenimiento que de la expresión artística”

El director catalán Ramon Tort se encuentra inmerso en plena campaña de crowdfunding para su próxima película, The Quiet Trumpet. En ella, se reencuentra cinco años después con Andrea Motis, la cantante y música que protagonizó su ópera prima, la premiada A film about kids and music. Hablamos con él sobre el oficio de documentalista y el proceso de producción y financiación de un cine a menudo demasiado invisible.

En 2012 estrenaste A film about kids and music. ¿Cuál fue su recorrido?

Después de ganar el Festival In-edit, estrenamos en 15 salas comerciales de la península. La verdad es que no fue tan bien como esperábamos, pero poder ver que tu película se está proyectando en su espacio natural, fue bonito. A In-edit le siguieron 15 premios más, en festivales de todo el mundo y selecciones en unos 40 festivales. Al ser una película atemporal, aún ahora se está proyectando por todo el mundo, en cineclubs, asociaciones, escuelas…

Exceptuando contadas excepciones, los documentales no suelen tener un largo recorrido en la taquilla. ¿De qué manera se amortiza su producción?

Los documentales se hacen, pero rara vez se amortizan. Puedes conseguir el dinero mediante preventas o coproducciones con televisiones, ICAA, ICEC o pequeños inversores privados antes de darle al botón del “REC”, o de lo contrario debes saber ilusionar a un pequeño grupo de kamikazes, que como tú se tiren a la piscina del trabajo no remunerado, a la espera de si hay suerte y se puede acabar repartiendo las migajas que puedan venir una vez estrenado: algún pase en una tele autonómica, en algún cineclub, VOD, los DVD que te van a comprar familiares y amigos, y poca cosa más.

Cinco años después de A film about kids and music, ¿qué te lleva de nuevo a seguir los paso de Andrea Motis y Joan Chamorro?

Al acabar Kids and music, llegué a la conclusión de que había cerrado un proyecto que me había hecho crecer profesional y personalmente y no imaginaba que podría llegar a encontrar sentido en seguir indagando en él. Pero durante los últimos años el proyecto y sus protagonistas han traspasado fronteras de manera exponencial. Ver tan de cerca cómo Andrea crecía musical y humanamente, me ha dado a entender que la historia necesitaba seguir siendo contada.

En ningún caso me planteo una continuación en cuanto a forma. No quiero seguir explicando la misma historia desde el mismo punto de vista. Ahora nos centraremos en Andrea, en una mirada inocente, humilde, tierna, redentora, que hipnotiza y que es capaz de contagiar entusiasmo y seducir sin hacer uso de la excentricidad y el exceso, sin ser prototipo o fórmula, desde la simplicidad y la potencia comunicativa de un sonido de trompeta sutil y una voz que, sin ser virtuosa, emociona.

Pretendo trasladar esta historia de contrastes, de bajas revoluciones y escenas electrizantes, vividas desde una serenidad misteriosa, impropia casi… Contagiar esta misma inocencia, naturalidad, ternura, humanidad, humildad… Que a mí me ha seducido.

Uno de los atractivos del documental es el grado de colaboración que existe con los músicos. ¿Cómo se consigue crear ese vínculo de intimidad entre la cámara y la protagonista?

En mi caso, la respuesta es la duración del rodaje. En Kids and music estuve un año y medio, en Hollywood, mi segundo largo, fueron siete años, y ahora con Andrea llevo casi tres. No provoco nada, sencillamente espero a que las cosas se pongan en su sitio, que la cámara acabe siendo como de la familia y entonces, las cosas pasan y hasta que no discurren con naturalidad y mi presencia no llega a condicionar lo que está sucediendo, no me doy por satisfecho. Para mí es importante filmar solo o, como mucho, con un sonidista.

Entre la primera y la segunda película, ¿qué diferencias en cuanto a producción habéis encontrado entre ambas?

En la primera no sabíamos qué era una producción. Ahora estoy trabajando con gente que lleva muchas películas a sus espaldas. El productor de The Quiet Trumpet tiene un largo recorrido produciendo largometrajes de cine, televisión y documental. Estoy aprendiendo mucho a su lado.

¿En qué parte del proceso de producción se encuentra The Quiet Trumpet?

A falta de rodar alguna escena para solucionar puntos del montaje, estamos trabajando para tener lista la primera versión del metraje en enero y entonces empezar con la posproducción de audio, etalonaje y lo que venga, para tener una versión definitiva en marzo.

¿Cómo la habéis financiado hasta ahora?

De momento con inversores privados, a falta aún de saber resoluciones de varias comisiones de teles y del ICEC, que esperamos para final de año. Por eso, el Verkami es vital en estos momentos…

Hace poco habéis iniciado una campaña de micromecenazgo. ¿Qué piensas de esta vía de financiación de películas?

La verdad es que se trata de una opción que se convierte en un comodín muy necesario y, si hay suerte, en efectivo. En este país hay dinero para cosas como la tecnología militar, pero no para la cultura. El poco dinero que se reparte, no sigue muchas veces una lógica que convenza a todos. Se premia siempre al pez grande, cosa que tiene su lógica porque hay estructuras que mantener y premiar trayectorias está bien, pero no hay una vía para dar oportunidades a la gente que empieza de cero, sin estructuras, aunque tenga proyectos interesantes y talento que regalar. En cierta manera, pues, el micromecenazgo se está convirtiendo en una opción para que la gente decida qué quiere consumir a nivel cultural, sin ningún filtro de carácter político ni de la arrogancia de la industria del sector, que está virando, cada vez de una manera más irremediable, hacia un concepto de cine más propio del sector del entretenimiento que de la expresión artística.

Pablo Sancho París
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Licenciado en Historia del Arte y Comunicación Audiovisual por la U.B., Master en Ficción de Cine y Televisión por la U.R.L. y Master en Film Business por ESCAC. He sido presidente de la Federació Catalana de Cineclubs entre 2015 y 2017, siendo actualmente responsable de proyectos de la entidad. Además, soy el programador de Cine Club Vilafranca, que gestiona la Sala Zazie y el Cine Kubrick de Vilafranca del Penedès. Además, he compaginado estas tareas con la de cronista cinematográfico, profesor de cine en talleres para niños y adolescentes, y la realización de audiovisuales y cortometrajes de ficción. Me podéis contactar en pablosanchoparis@industriasdelcine.com.

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