Centenario del ‘chico malo’ de Hollywood: Robert Mitchum

El pasado 6 de agosto se conmemoró el centenario de Robert Mitchum, que era considerado el chico malo de Hollywood, seguramente por su vida un tanto alejada de la que la mojigatería considera normal, en contraposición al ultraconservador James Stewart, que era el chico bueno. Se da el hecho curioso de que ambos fallecieron con un solo día de diferencia: Mitchum el 1 de julio de 1997 y Stewart al día siguiente.

Mitchum, cuyo verdadero nombre era Robert Charles Durman Mitchum, nació en Bridgeport, en el estado de Connecticut, en una familia modestísima de origen irlandés (el padre) y noruego (la madre). Durante su adolescencia llevó una vida de vagabundo viajando en los trenes a lo largo de todo el país. Sus actividades bordearon la delincuencia y llegó a estar internado en un reformatorio.

Más tarde desempeñó varias profesiones, algunas de ellas de gran dureza; fue estibador en el puerto, boxeador profesional, empleado en una zapatería e incluso llegó a escribir como negro para un astrólogo.

Descubrió su faceta de actor en una compañía de teatro de aficionados en California. Su hermana mayor era cantante y el agente de ella convenció a Robert para que se dedicara a la actuación de modo profesional.

Físico de personaje duro

Interpretó papeles breves de personajes duros en muchos westerns. Sólo en el año 1943 rodó 20 filmes. Participó en la serie Hopalong Cassidy y parecía destinado a actuar siempre en películas de vaqueros de bajo presupuesto. Su aspecto corpulento le convirtió en la imagen ideal del soldado norteamericano, y el cine bélico contemporáneo y posterior a la Segunda Guerra Mundial le ayudó.

A lo largo de su vida actuó en 133 películas y en 1946 llegó a rodar tres de ellas a la vez: Corrientes ocultas, Desire me y La huella de un recuerdo. Explicaba: “Durante veintiséis días estuve haciendo tres películas a la vez. Rodaba durante toda la noche en la R.K.O. [La huella de un recuerdo], luego me presentaba en el decorado de Corrientes ocultas para trabajar desde las siete de la mañana hasta mediodía, y después me trasladaba por vía aérea a Monterrey para pasarme la tarde en la película de Greer Garson [Desire me]”.

Robert Mitchum y Deborah Kerr en ‘Desire me’ (1947).

Durante el rodaje de Corrientes ocultas, Katharine Hepburn se burlaba de él a causa de su inexpresividad. Años después, esta actitud inexpresiva se consideró una cualidad por la sobriedad que imprimía a sus papeles, en los que también mostraba seguridad, aplomo y cierta ironía. Era igualmente una característica de su modo de actuar el mantener los ojos medio cerrados, aunque se dice que esto obedecía a los golpes que recibió durante su dedicación al boxeo profesional.

¡Por fin, la fama!

La fama le llegó en 1945 por medio de su papel de capitán en También somos seres humanos, que le valió una nominación al Oscar al mejor actor secundario, la única candidatura que obtuvo en su vida.

Este éxito le llevó a trabajar con directores reconocidos: Vincent Minnelli, Raoul Walsh, Edward Dmytryk, Jacques Tourneur, Howard Hawks y John Huston, entre otros. Algunos de ellos elogiaron su profesionalidad y su calidad interpretativa; por ejemplo, Huston. Minnelli escribió de él: “Bob siempre ha subestimado su propio talento”. En cuanto a sus compañeras de reparto, Deborah Kerr dijo que era uno de sus dos compañeros de rodaje preferidos; el otro era un actor cuya figura y estilo interpretativo estaban en los antípodas de Mitchum: David Niven.

Estos elogios fueron compartidos y aun aumentados por otro director y prestigioso actor: Charles Laughton. Laughton dirigió a Mitchum en su único filme como director, La noche del cazador, película maldita donde las haya, cuyo fracaso de taquilla y crítica llevaron a su director a no querer volver a ponerse detrás de la cámara. Muchos años después la película ha sido reconocida como la obra maestra que es. En ella, Mitchum daba vida al falso reverendo Harry Powell, quien lleva tatuada la palabra love en los nudillos de la mano derecha y la palabra hate en los de la izquierda, y en sus sermones hace combatir ambas manos.

El actor encontró un personaje femenino que le daba la réplica en cuanto a dureza de carácter en Una aventurera de Macao, interpretada por Jane Russell y dirigida por Josef von Sternberg. No se sabía quién era el dominador y quién el dominado. Sternberg rodeó la relación sentimental de un exotismo prefabricado. Después, el actor se negó a interpretar The french line, también con Russell, porque se trataba de una comedia destinada sólo a mostrar los encantos físicos de la actriz.

No siempre fue duro

A pesar de que Mitchum casi siempre hizo papeles de duro, Vuelve a amanecer fue una excepción; aquí conmovía a una mujer ya casada: la dulce Loretta Young. Aunque en la pantalla Mitchum era de modo habitual un hombre dominador –como en Río sin retorno, donde sometía a Marilyn Monroe–, en Cara de ángel, de Otto Preminger, se dejó dominar por la perversa Jean Simmons.

En 1967, rodó El Dorado, donde interpretaba un papel de hombre aparentemente duro, pero en realidad débil: el sheriff Harrah, completamente abocado a la bebida a causa de una mujer que le ha abandonado. En esta nueva versión de Río Bravo que Howard Hawks rodó veintiocho años después de haber filmado esta obra maestra, Mitchum interpretaba el papel de Dean Martin en la versión anterior y ambos eran redimidos por John Wayne, que intervino en las dos versiones.

Cuando Mitchum actuó en La hechicera blanca, con Susan Hayward, la publicidad de Hollywood ideó una de sus expresiones más famosas: “¿Cómo puede uno enamorarse de una diosa?’, preguntó él. Y los labios de ella le contestaron mientras el tam-tam y los cánticos de los bakubas pregonaban por la selva que el gran Cazador Blanco había conseguido a la bella pelirroja”.

En 1975 Mitchum volvió al género negro interpretando a un ya envejecido Philip Marlowe en Adiós, muñeca. Siguió actuando, tanto en cine como en televisión, hasta poco antes de su muerte y en todos los papeles demostró siempre su innegable personalidad.

En Hollywood existía la leyenda de que era un libertino, y tal vez lo fue, pero lo cierto es que estuvo casado cincuenta y siete años con la misma mujer, hecho bastante insólito en aquel ambiente.

Carrera musical

Mitchum desarrolló también una carrera musical como cantante y compositor. Cuando el personaje que interpretaba en alguna película tenía que cantar, con frecuencia era él mismo quien lo hacía; así fue en Vuelve a amanecer, Río sin retorno y La noche del cazador. Grabó dos álbumes y coescribió y compuso la música para un oratorio producido y dirigido por Orson Welles y representado en el anfiteatro Hollywood Bowl.

Andreu Navarro
Acerca de Andreu Navarro 15 Articles
Cinéfilo desde los diecisiete años, fundó, con otras personas, el cineclub Avantguarda en el barrio barcelonés de Sant Andreu en los años sesenta. Licenciado en Filología Hispánica, trabajó en el ámbito editorial y, durante veinte años, en la redacción en Barcelona del diario El País. En sus últimos años escribió y habló sobre cine en la revista Alternativas Económicas y en Radio Vilafranca, respectivamente. Andreu nos dejó el 1 de marzo de 2018 y lo recordamos en nuestro particular homenaje: http://industriasdelcine.com/2018/03/04/nos-ha-dejado-andreu-navarro-fundador-industrias-del-cine/.

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